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 Recuentos de la Selva

   PROYECTO

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   CAPITULO 2

   CAPITULO 3

  CAPITULO 4

   CAPITULO 5

   CAPITULO 6

   CAPITULO 7

   CAPITULO 8

   CAPITULO 9

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   CAPITULO 11

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   CAPITULO 13

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   CAPITULO 17

   CAPITULO 18

   CAPITULO 19

   CAPITULO 20

   CAPITULO 21

   CAPÍTULO 22

   CAPÍTULO 23

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   CAPÍTULO 26

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  CAPÍTULO 30

 

  CAPÍTULO 8

LA ESCUELA DE DANZAS

Las imponentes e incomparables Cataratas del lguazú, que día a día acaparan la presencia de miles de turistas, son para mí un constante interrogante; aIguno de sus innumerables visitantes ¿no sintió curiosidad de recorrer el Parque Nacional y conocer a tan sólo 60 Km, una Colonia que el ll de Febrero cumple sus primeros 25 años de vida

¡Andresito !¡Misiones!

Rememoro aquellos años como docente en lo selva.
Vuelve a mi mente la creación de la Escuela de Danzas; la idea surge de aquella Fiesta Patria, en la que se bailaron algunos bailes tradicionales y que prepare con mis alumnos de 5to. grado.
De allí nace el entusiasmo, y el pedido ante la Municipalidad del Salón Comunitario; éste estaba rodeado de vidrios, lo que permitía la visión de todo el que se acercaba, que consecuentemente sumó alumnos. Generalmente las familias eran numerosas; ello aportó más aún.  La topo­grafía misionera es muy diversa.
El salón estaba ubicado en una especie de atalaya que nos permitía ver el panorama, y a los alumnos, (pollerita en mano las nenas) llegar casi al mismo tiempo de distintas direcciones; paulatinamente nos fuimos organizando, en turnos, pero día a día se sumaban más, entonces los más grandes enseñaban a los pequeñitos que no debían lógicamente quedar afuera.
Los agrupamos por niveles y en distintos horarios; la clases eran diarias, y no faltaron los sábados, en las cercanías de algún evento importante.
El clima subtropical, se hacía sentir; entonces con heladeras portátiles, hielo, jugos, hasta termos para tomar el famoso tereré (mate frío como yo lo llamaba), mitigábamos el calor y la sed, sobraban ganas, que no se desvanecían ante los cortes de luz, por la intransitabilidad del Parque, para el abastecimiento de gasoil que permitía el funcionamiento de la Usina; entonces a la luz de las velas y candiles, practicábamos acompañados de bombo, caja, etc., zapateo y hasta con boleadoras. Cuando ésto se extendía, no faltaba algún comedido con su verdulera (acordeón) y alguien que con su guitarra y buena voluntad nos acompañara en las danzas regionales y lugareñas. En capítulos anteriores hice referencia a la ausencia de espectáculos públicos. Esto fue novedad, curiosidad que se transformó en responsabilidad, empeño, empuje, pero por sobre todo, ¡ganas de trabajar! y por primera vez esta joven colonia fue invitada a participar del Festival lnfantil de Folklore, que se realizaba en Jardín América, a más de 200 Km. de donde nos hallábamos.  Mancunados esfuerzos, y allá fuimos, no cumplimos con la totalidad de los rubros exigidos (dado el reciente inicio de la escuela) pero logramos el premio a la ¡Mejor presentación! Indescriptible la alegría general, como si hubiésemos ganado el Mundial.

Comenzamos a prepararnos para el siguiente festival; la Municipalidd, padres, colonos, comerciantes y hasta el mismísimo Gobernador, donaron las telas, elementos faltantes; especulábamos con el cambio para correr a Brasil y comprar "cuanto hacía falta. Hicimos rifas y pequeños espectáculos que lo utilizábamos como previa presentación, beneficiando así a quienes no podían asistir, a los festivales a que éramos invitados. Así alguien, que llegó desde la Capital queriendo mostrar el tradicionalismo de nuestro Folklore, se asombraba día a día con danzas que estarían editadas pero que nunca llegaron a los libros a los cuales había tenido acceso. Pero, lo más asombroso fue ver desde esa fronteriza tierra la integración con sus grupos de danzas regionales a nuestros vecinos hermanos de Brasil y Paraguay; nos deleitaban con sus bailes y el colorido de sus trajes; y pensé, aún sigo haciéndolo, con qué otra óptica veía nuestro folklore, cuanto enriqueció, aquellas... nuestras tierras misioneras mi humilde conocimiento, quien escribe fanática difusora de lo nuestro, anteponiendo un sentimiento propio; reverente a todo aquello que es nuestra tradición, desde lo más íntimo, admira, respeta y estimula a quienes la promulgan.

Yo folklore……….Norma


                                                             Profesora Norma Ferretti

 

 

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