Cuando llegamos a Andresito y tomar posesión de
nuestra chacra, sabíamos que pronto adjudicarían las casas en la
colonia, a todos aquellos que la hubiesen solicitado. Llegó el gran
día, se sortearon, muy emocionados, fuimos recibiendo uno a uno
nuestras respectivas llaves, tuvimos la suerte que nos tocara en el
Barrio Residencial: la ondulación topográfica del suelo coincidió
para que ésta fuese edificada, sobre una especie de atalaya, desde
allí, se podía contemplar la parte principal y central de la
colonia, recuerdo, que hubo, lágrimas, sonrisas, abrazos
….Permitiría a los hijos de los colonos, que asistían a los colegios
primario y secundario, hacerlo en forma más rápida evitando la
cantidad de Km. que hacían a diario, pues las chacras por lo general
tenían bastantes hectáreas. Y esto sumaba distancia, ahora restaría,
incomodidades, peligro, en los días lluviosos o de seca, porque el
polvoriento camino impedía la visibilidad y aumentaba a diario los
accidentes; contábamos con luz eléctrica y agua corriente. Muy
pronto comenzamos a conocernos, como mi cargo del traslado, era por
la tarde, me permitía hacer suplencias por la mañana, en ambos
colegios, obviamente, que habían quienes ya habían construido sus
propias casas, esto nos acercaba más, poco a poco, nos íbamos
conociendo, la maestra era un símbolo de respeto, inculcado en el
seno familiar, muchos de ellos eran analfabetos, a veces nos
costaba incorporar a sus hijos a la escuela, los necesitaban para
trabajar la chacra, o cuidar de sus hermanos pequeños. Ayudaba la
asistencia de los mismos, el darles el almuerzo, algunos traían sus
viandas y las cocineras se encargaban de llenárselas, comida, nunca
faltaba y a esto se le agregaba las donaciones de los colonos, que
era variada y según sus cosechas, Misiones es una provincia
privilegiada, todo lo que se cultiva crece. Pero cada cosa de la que
puedo nombrar, merece muchas explicaciones, que en capítulos
posteriores relataré; en esa zona, casi virgen, abundan palmitos,
ananás, bananos, etc.
A la entrega de estas viviendas se les sumaron otras,
todas ellas, pagaderas en cuotas, al alcance de todos, lógicamente
que eran prioritarios los colonos con chacra adjudicada.
Las autoridades, o los que ocupaban cargos
importantes, que venían con traslado, tenía sus casas, pero éstas
pertenecían a la provincia.
Casi sin darnos cuenta, crecíamos, recuerdo, que en
cada cosecha, los que tenían chacras, repartían entre sus vecinos,
eso sí, según la época, comíamos más de lo mismo. Las viviendas de
las primeras entregas, eran amplias, tenían varias habitaciones y
galería, al frente, sobre un terreno de 1.000 metros cuadrados, que
daba para todo, las familias misioneras, por lo general son
numerosas y allí las señoras de los chacareros, hicieron sus
pequeñas quintas.
Pronto se fueron instalando más comercios, no
teníamos que viajar tan asiduamente a Brasil, ó a Iguazú. La calle
principal, iluminada por la noche, colmaba de gente el día viernes ó
víspera de feriado, iban dando más vida a la colonia, que ya contaba
con un amplio Polideportivo y un enorme Salón Comunitario.
Los domingos, las 17 iglesias recibían a sus fieles:
distintas religiones, pero con la misma devoción, hacia nuestro
Señor y el bien al prójimo.
Más tarde el infaltable Partido de Fútbol. Con venta
de empanadas, asado, sándwiches, chipas, etc. Que beneficiaba la
cooperadora escolar.
Todo era de todos, no existía el derecho de admisión,
el respeto era mutuo, tal vez inculcado, pero para la gran mayoría,
era el día de descanso y, en el que, si alguien, bebía algo de más.
¿Se escondía , desaparecía, lo ocultaban? ¡Jamás lo pude saber!