EDITORIAL

 

       
 
 

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 Recuentos de la Selva

   PROYECTO

   CAPITULO 1

   CAPITULO 2

   CAPITULO 3

  CAPITULO 4

   CAPITULO 5

   CAPITULO 6

   CAPITULO 7

   CAPITULO 8

   CAPITULO 9

   CAPITULO 10

   CAPITULO 11

   CAPITULO 12

   CAPITULO 13

   CAPITULO 14

   CAPITULO 15

   CAPITULO 16

   CAPITULO 17

   CAPITULO 18

   CAPITULO 19

   CAPITULO 20

   CAPITULO 21

   CAPÍTULO 22

   CAPÍTULO 23

   CAPÍTULO 24

   CAPÍTULO 25

   CAPÍTULO 26

   CAPÍTULO 27

   CAPÍTULO 28

   CAPÍTULO 29

   PRÓLOGO

   CONTACTO

 Gemelas, éramos dos

   CAPÍTULO 1

  CAPÍTULO 2

  CAPÍTULO 3

  CAPÍTULO 4

  CAPÍTULO 5

  CAPÍTULO 6

  CAPÍTULO 7

  CAPÍTULO 8

  CAPÍTULO 9

  CAPÍTULO 10

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  CAPÍTULO 29

  CAPÍTULO 30

 

  EVOCACIÓN Y MODISMOS

CAPÍTULO 11

A mi hijo Alberto.

Para todos aquellos que siguen mis relatos, les explico que tomé el atrevimiento de emplear modismos del lugar, recordando, que allí; Andresito (Misiones) tiene la influencia de la triple frontera y por ende sus idiomas: castellano, portugués y  guaraní.

Durante algunos años trabajé en Misiones, como docente, allí, conservé mi casa, en uno de mis viajes, visitando a mi hijo y nietos, decidimos sentarnos en un pequeño y concurrido bar de la polvorienta calle principal, ¡tarde grande del día viernes!, no era como todos los restantes, al hacerlo, fue mi impresión, que se festejaba alguna fiesta patria, en la mayoría de las mesas de los parroquianos, se advertía, la conocida marca de una cerveza: azul y blanca.
Me pareció retroceder más de veinte años, como una estampa viviente, todo se repetía, el viento parecía colorearla esparciendo el tinte de su característica tierra misionera, de la arribada viene bajando una sombrilla, no llueve, pero se sabe que va a estar calor (caluroso) bajo de ella la mujereada con el guainaje, resguardándose del sol, algunas iban a peluquearse, o pintarse el pelo (peinarse o teñirse), preparándose, para la bailanta, la radio anunciaba; abrasado y bebida fría. (Habrá asado), alto viernes (gran día), perros corriendo detrás de una yaguara, era una perra escaldada (en celo) todos los viralatas; perros sin dueños, detrás de ella, con ganas de ir a melar, y el elegido fue uno de raza ""tajungapul"", (junta-pulgas). Un perro pitoco (sin cola), flaco, amarillento y pesteado, el pobre, lIoriqueando, reclamando comida, para nosotros (a nosotros), le conseguimos una platillada de sobras, carayá o amanecido de ayer. Ya temprano pasaban las chatas rumbo al lavadero cada uno a manguerear su camioneta. Nunca falta algún colono con cosas, para el brique u otro trueque o negocio guaú (trucho).
 

Desde nuestro estratégico lugar, se ve pasar los camiones antiguos, cuelelé o  charatas que, como los viejos, dan lástima cargarlos, empieza a llegar la gurisada, los barrigudos, cabezudos, hijos de ricos, malcriados, lombricientos, los pusacalles, pidiendo monedas.
Hoy es día de pago, en el pueblo la gente entra al Banco y sale con plata, los tacaños o mano de vaca, nunca faltan en la Cooperativa, pichuleando el precio de la compra, pensando que lo quieren malograr (robar). Ya los borrachos soplando desde temprano, hacen rebosar sus vasos, sin importarles la edad, nunca falta un letrado o entendido de cualquier tema para papear (alardear), grande y fiado, comienzan los personajes célebres: un anciano desvariado, contando cosas, fuera de lugar, tiempo y situación. Alguna que otra maestra con la cara empolvada, con aires no muy buenos, están allí, en el otro lado de la plaza, sólo parejitas: de jóvenes, viejos, también de estos últimos con mujer nueva (jóven), besuqueándose, con las guainas, desarregladas y con la ropa descosturada, empavonadas de pintura Viernes grande (día especial), de los maridos solteros y por la noche, el mejor día, para los Pata de Lana, o marido lento (lejano).

La calle está polvorienta, gente en ojotas, imprime sus huellas en la roja tierra, van acarreando provista, camino a la feria, donde venderán sus productos, seguimos mirando todo aquello que, minuto a minuto volvía a renacer, un sapo se nos acerca como reclamando su lugar. Ya era hora, decidimos regresar....
Sentí nostalgias, deseos de detenerme en el tiempo para disfrutar todo aquello, esa paz que, quizás sin quererlo dejé escapar.

 

Profesora Norma Ferretti

 

 

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