A mi hijo Alberto.
Para todos aquellos que siguen mis relatos, les explico que tomé el
atrevimiento de emplear modismos del lugar, recordando, que allí;
Andresito (Misiones) tiene la influencia de la triple frontera y por
ende sus idiomas: castellano, portugués y guaraní.
Durante algunos años trabajé en Misiones, como docente, allí, conservé
mi casa, en uno de mis viajes, visitando a mi hijo y nietos, decidimos
sentarnos en un pequeño y concurrido bar de la polvorienta calle
principal, ¡tarde grande del día viernes!, no era como todos los
restantes, al hacerlo, fue mi impresión, que se festejaba alguna fiesta
patria, en la mayoría de las mesas de los parroquianos, se advertía, la
conocida marca de una cerveza: azul y blanca.
Me pareció retroceder más de veinte años, como una estampa viviente,
todo se repetía, el viento parecía colorearla esparciendo el tinte de su
característica tierra misionera, de la arribada viene bajando una
sombrilla, no llueve, pero se sabe que va a estar calor (caluroso) bajo
de ella la mujereada con el guainaje, resguardándose del sol, algunas
iban a peluquearse, o pintarse el pelo (peinarse o teñirse),
preparándose, para la bailanta, la radio anunciaba; abrasado y bebida
fría. (Habrá asado), alto viernes (gran día), perros corriendo detrás de
una yaguara, era una perra escaldada (en celo) todos los viralatas;
perros sin dueños, detrás de ella, con ganas de ir a melar, y el elegido
fue uno de raza ""tajungapul"", (junta-pulgas). Un perro pitoco (sin
cola), flaco, amarillento y pesteado, el pobre, lIoriqueando, reclamando
comida, para nosotros (a nosotros), le conseguimos una platillada de
sobras, carayá o amanecido de ayer. Ya temprano pasaban las chatas rumbo
al lavadero cada uno a manguerear su camioneta. Nunca falta algún colono
con cosas, para el brique u otro trueque o negocio guaú (trucho).
Desde nuestro estratégico lugar, se ve pasar los camiones antiguos,
cuelelé o charatas que, como los viejos, dan lástima cargarlos,
empieza a llegar la gurisada, los barrigudos, cabezudos, hijos de ricos,
malcriados, lombricientos, los pusacalles, pidiendo monedas.
Hoy es día de pago, en el pueblo la gente entra al Banco y sale con
plata, los tacaños o mano de vaca, nunca faltan en la Cooperativa,
pichuleando el precio de la compra, pensando que lo quieren malograr
(robar). Ya los borrachos soplando desde temprano, hacen rebosar sus
vasos, sin importarles la edad, nunca falta un letrado o entendido de
cualquier tema para papear (alardear), grande y fiado, comienzan los
personajes célebres: un anciano desvariado, contando cosas, fuera de
lugar, tiempo y situación. Alguna que otra maestra con la cara
empolvada, con aires no muy buenos, están allí, en el otro lado de la
plaza, sólo parejitas: de jóvenes, viejos, también de estos últimos con
mujer nueva (jóven), besuqueándose, con las guainas, desarregladas y con
la ropa descosturada, empavonadas de pintura Viernes grande (día
especial), de los maridos solteros y por la noche, el mejor día, para
los Pata de Lana, o marido lento (lejano).
La calle está polvorienta, gente en ojotas, imprime sus huellas en la
roja tierra, van acarreando provista, camino a la feria, donde venderán
sus productos, seguimos mirando todo aquello que, minuto a minuto volvía
a renacer, un sapo se nos acerca como reclamando su lugar. Ya era hora,
decidimos regresar....
Sentí nostalgias, deseos de detenerme en el tiempo para disfrutar todo
aquello, esa paz que, quizás sin quererlo dejé escapar.
Profesora
Norma Ferretti