Fue la primera desde la llegada a la Colonia,
claro que debía ser especial, aún no habíamos comenzado con la
Escuela de Danzas, pero desde los grados, ya nos presentábamos en
los actos escolares, lógicamente: Noche Navideña, nos iba a tener
presente.
Como Directora de Cultura, me encontré aquí,
solicitando al Teatro San Martín los trajes necesarios, los
restantes sobrando voluntades, se realizaron en el Salón
Comunitario.
Comenzamos a preparar un Pesebre Viviente, que
se realizaría en la Plaza
Resumiendo les diré: que sólo se armó el
establo, el resto iba entrando con distintas danzas folklóricas,
casi la totalidad de las iglesias colaboraron con sus coros en las
canciones de cada entrada. Un tractor camuflado, a modo de tobogán,
permitió la entrada de ángeles y estrellas, de los árboles pendían
enormes luces de colores, estaba todo iluminado, la gente desde
temprano ocupaban sus lugares, las mesas lucían adornadas, no faltó
bebidas y pan dulce: donación de los comerciantes y La
Municipalidad, El esfuerzo de noches de preparación, acompañados de
mates jugos y tereré, se vio compensado en la organización y
sincronización del mismo, fue emotivo cuando entró la virgen con el
coro y el Ave María, risueño con la vaca y el burro al ritmo de
….¨.ya viene la vaca por el callejón¨…., siguieron los cánticos, las
luces se apagaron, sólo se iluminó el pesebre; apareció Niño Dios
de carne y hueso.
Un hermoso bebé, prestado por cierto…y tras el
silencio, una solista vestida de cometa bajó del tobogán cantando
Noche de Paz, poco a poco se aunaron y sumaron voces, créanme que
con tantos ensayos estábamos todos acostumbrados; pero esa noche
fue un impacto general, sentí un nudo en la garganta, a mi alrededor
gente que se abrazaba, ojos llenos de lágrimas, una extraña
sensación recorría mi cuerpo; se erizó mi piel, la emoción era
colectiva, la plaza se iluminó, Aquel pesebre rígido, como las
pequeñas estatuillas que acostumbramos a ver, se convirtió en un
trencito, al ritmo de carnavalito, inició su recorrida y pasando por
las mesas, de sus manos fue llevando a cuantos pudo, la interminable
fila recorrió la plaza……poco después la música lugareña se hizo
sentir Polcas, Chamamés, Galopas…… han pasado más de veinte años,
busco en cada Navidad un retacito de aquella, sólo conservo en mis
manos el viejo y amarillento cuaderno, dónde escribía y bosquejaba
mi trabajo, por él puedo recopilar estos Recuentos de la Selva, no
es fácil, hay algo que no encuentro….. tal vez el extraño hechizo
de su región, que, me permitió vivirla y revivirla.
Profesora
Norma Ferretti