CUENTO: “ Los socios
sembradores “ - Adaptación de Bibiana Amado
Había
una vez un zorro que era muy haragán. Él quería
sembrar su campo para tener alimento, pero no quería
trabajar. Entonces le pidió al quirquincho que lo
ayudara.
En realidad, el zorro quería
engañar al quirquincho.
Así, le propuso que él
pondría la tierra y el quirquincho la trabajaría.
Después repartirían la cosecha de la siguiente
manera: todo lo que dieran las plantas arriba de la
tierra sería para el zorro y todo lo que dieran para
abajo sería para el quirquincho.
El
quirquincho aceptó con gusto y decidió sembrar
papas. De esa manera, una vez cosechadas las papas,
el zorro tuvo que comer las hojas, que no le servían
de alimento.
Al año siguiente, el zorro le
propuso a su socio quedarse con lo que dieran las
plantas debajo de la tierra. Para el quirquincho
sería lo que dieran arriba de la tierra.
Esta vez el quirquincho
sembró trigo. De esta manera, cuando cosechó, se
llevó las espigas y al zorro le quedaron las raíces,
que tampoco le sirvieron de alimento.
Llegó el nuevo año y el zorro
dijo que para el quirquincho sería lo que estuviera
en el medio de las plantas. Lo que dieran las
plantas arriba y abajo sería para el zorro.
El quirquincho decidió
sembrar maíz. Cuando terminó la cosecha, el
quirquincho se llevó unos ricos choclos y al zorro
le quedaron las cañas, las hojas y las raíces del
maizal.
Por fin, el zorro reconoció
que no le seria posible engañar al quirquincho. Y
desde entonces no volvió a ser su socio.
Es el ZORRO (atoj, en
quichua; aguará, en guaraní) el principal
protagonista en una serie de cuentos animalísticos
difundidos por casi todo nuestro país, Bolivia y la
campaña uruguaya. Puede considerarse como el símbolo
de la astucia y de la viveza. Se le conoce por Don
Juan o simplemente Juancito. Diccionario folklórico
argentino Félix y Susana Coluccio
Fuente:
Lic. Susana Mabel Fandembure |