MUJERES
La
mitad de la Humanidad … un trozo de
Historia que nos pertenece, que es
sugerente, palpitante, un encuentro
real con aquellas que nos
precedieron, con la lucha, el amor,
el arte, la música, la ciencia…
Muchas
temieron, otras se resignaron y no
supieron superar una vida de
traumas, frustraciones, infelicidad
y aceptaron sumisas su destino. Pero
algunas sí reaccionaron y su
protesta y ejemplo nos vienen ya de
tiempos inmemorables.
Mujeres: Las hubo tanto guerreras
como científicas, aventureras como
políticas, reinas, nobles,
intelectuales, abadesas, astrónomas,
escritoras, pintoras o...
simplemente esposas.
Luchadoras todas ellas, consiguieron
proyectarse más allá de los muros
tan estrechos que la sociedad les
imponía. Con gran esfuerzo,
tenacidad, valentía y perseverancia,
lograron superar obstáculos para
tener acceso a la educación y a una
mínima libertad de movimiento, a
desarrollarse como personas, como
seres humanos.
Fueron
artífices de sus propios destinos,
ya sea vestidas como mujeres, con
indumentaria masculina o tras los
hábitos de monja, todas intentaron
dejar su impronta en el momento
histórico que les tocó vivir y así
lograron ser ellas mismas.
Resalto
lo positivo de todas estas historias
que son como faros que alumbran y
colorean el pasado, inciden en el
presente y nos ayudan a construir un
futuro más solidario, una Humanidad
nueva y liberadora.
Fuente:
http://mujeresquehacenlahistoria.blogspot.com
La
mujer y su familia a través del
bicentenario:
por:
Lcda. Susana Mabel Fandembure
MODOS Y
COSTUMBRES DE LA MUJER PARA VIAJAR:
Lic.
Susana Mabel Fandembure
|
Por los
años 1750 a 1880 las mujeres del
campo argentino, podía viajar sola
o acompañada.
La
china, jineteaba sola en su caballo,
montada como mujer ( ambas piernas
hacia un lado mismo lado) o como
hombre ( a horcajadas).
La
mujer también podía viajar en ancas
o bien sentada encima de un cuero
crudo.
En
ancas: montado el gaucho, ofrecía su
mano y el estribo a la china, para
que saltase arriba y se acomodase
detrás de él, sobre las cómodas
ancas del caballo. Muchas veces
ponían un cuero para quela ropa de
la mujer no se ensuciase con el
sudor del animal.
Así el
paisano y su compañera recorrían el
camino rumbo al pueblo, a misa, al
casco de la estancia, a una fiesta
cualquiera o, cambiaban de rancho o
pago.
Sentada
encima de un cuero crudo: eran
utilizados por las mujeres
embarazadas. Consistía en un cuero
vacuno que se cortaba dándole una
forma más o menos cuadrangular de
1,50 de largo por 1 metro
aproximadamente de ancho. En una de
sus puntas se le hacían dos ojales y
por allí se pasaban dos lonjas de
cuero, atadas en su extremo. Luego
el paisano ataba a esa lonja un
atador o guasca de dos metros que
aseguraba a la cincha de su caballo.
La mujer se sentaba en el cuero, o
bien sobre un banquito de madera y
el gaucho desde su caballo la
cinchaba, es decir la arrastraba por
el suelo como si fuera un trineo que
se deslizaba por encima de los
pastos, cardos y pajonales.
LA
MUJER Y LAS COSTUMBRES EN ALGUNAS
CEREMONIAS RELIGIOSAS
por
Lic. Susana Mabel Fandembure
|
Recordemos que el único medio de
transporte de que disponían el
gaucho y su china era el caballo.
Existían otros medios de transporte,
como la carreta, o carruajes de
paseo, pero no estaban al alcance
económico del simple paisano.
La
misa:
La misa, según los gauchos era
oficio de mujeres, por eso ellos
concurrían pero no entraban a la
iglesia, en ocasiones por ser muy
pequeña.
El
paisano escuchaba misa, se
santiguaba y persignaba, pero
siempre de a caballo.
Luego
de la misa, el sacerdote les
hablaba, les daba catecismo,
mientras ellos, montados en sus
potros oían todo en silencio y
recogidos como verdaderos
cristianos.
Las
procesiones:
En las
procesiones la figura de la mujer se
ve representada en las advocaciones
de la Virgen María.
Frente
a la iglesia o rancho donde se
sacaba la imagen venerada para
iniciar la
procesión, los paisanos
esperaban de a caballo. Casi siempre
la imagen era una virgen de las
Mercedes, del Valle, de María
Auxiliadora, de los Remedios, de
Lujan, o una imagen del Sagrado
Corazón de Jesús.
El
palio con la figura sagrada era
llevado por los hombres más ancianos
y los gauchitos, que oficiaban de
monaguillos; luego venían las
mujeres y por detrás, o rodeando
todo eso, el gauchaje en sus
caballos, portando algunas veces
chuzas con banderines religiosos o
nacionales.
Los
promesantes llegaban al sitio de la
procesión en grandes comitivas, de
distintos y lejanos lugares, casi
todos a caballo, salvo aquel que
prometía hacerlos a pie o de
rodillas. Traían flores, quesos,
dulces, chalas y sus infaltables
guitarras, charangos, flautas y
cajas.
Al
concluir la ceremonia, por lo
general se divertían con música,
canciones, bailes y abundantes
comidas y bebidas.
El Casamiento hasta principios de
siglo.
Descripción:
El día
de la boda la comitiva abandonaba el
rancho o la estancia y se dirigía
rumbo a la capilla cercana.
La
novia iniciaba la marcha, luego el
novio, los padrinos y por último las
amistades o parentela, todos
montados a caballo, con el mejor
apero, adornado con ramas de sauce o
flores del campo.
La
novia, en su redomón, con la cola
del traje arremangada sobre la cruz
del caballo, perfumada con Agua de
Florida (agua perfumada o colonia);
el novio con calzones cribados o
encajes, chiripá nuevo y chaqueta
con delicados bordados, calzando
botas de potro o bota fuerte con
taco; a veces sin sombrero y otras
con galera.
En
algunas oportunidades la novia
montaba en las ancas del caballo de
su futuro esposo y así recorrían el
camino de sus casas a la capilla.
Los
padrinos: muy aseados, con las
mejores pilchas.
El
acompañamiento: mujeres y hombres,
todos bien arreglados y guitarreros
acompañando la marcha con músicas
populares y cantos alusivos a los
novios, donde solían decir:
La
novia y el novio
van camino
de la
capilla
y en
oraciones sencillas,
ante
Dios se
casarán
La
novia y el novio
¿Qué
harán esta noche?
de
segura que ella,
comerá
su arrope.
1- arrope:
La palabra deriva del árabe "ar-rurb"
que expresa la idea de "jugo de
fruta cocido".
En
Argentina, es un dulce hecho con la
pulpa de algunas frutas como de la
uva, las tunas, las algarrobas, los
higos, del chañar del mistol
hervida lentamente hasta que
adquiera consistencia de jalea. Así
podríamos definir que el arrope es
un dulce sin agregado de azúcar. No
todas las frutas tienen el mismo
tratamiento, depende de lo pulposo y
contenido de jugos.
Chañar: Legumbres dulces y
comestibles.
Mistol: Frutos de la misma
planta alta de diez a quince metros
y tronco de unos sesenta
centímetros, con forma ovoide,
color castaño y de un centímetro de
largo.
RECETA:
Arrope de higos de tunas
Ingredientes
Una
cantidad de higos de tuna como de
tres kilos.
Preparación
Con unos guantes puestos, quite la
espinas de las tunas frotando con un
trapo la superficie. Lávelas bien.
Córtelas por la mitad sin pelarlas y
desmenuzándolas con las manos,
póngalas en una olla a fuego muy
lento para que suelten el jugo,
durante un tiempo de dos a tres
horas. Pase todo por un lienzo para
extraer completamente el jugo. Este
mismo liquido se pone a cocinar a
fuego suave, espumando las impurezas
continuamente, hasta que adquiere
consistencia de almíbar o jalea- Se
guarda en recipientes de vidrio o,
como hacen los "indios", en vasijas
de barro cocido.
Receta: www.pasqualinonet.com.ar/Santiago%20Del%20Estero.htm
Nota:
Recuerdo una chacarera de tiempos
posteriores que decía:
El
patio bien regadito
los
novios están por venir
a
bailar la chacarera
guitarra bombo y violín.
Llegados a la iglesia, toda la
concurrencia se apeaba. Los hombres
respetuosamente se sacaban las
espuelas, poniéndolas en el recado y
en caso de no poder ingresar a la
iglesia por cuestiones de espacio,
seguían la ceremonia desde afuera,
montados en sus caballos hasta que
terminara.
Concluido el acto religioso, todos
salían y recién allí venían los
gritos, las bendiciones, los
besitos, los resoplidos de los
baguales, las invitaciones al señor
cura para que fuera a la fiesta a
tomar una copita y comer unos
pasteles en honor de la pareja.
Luego,
los gauchos más zafados y locos
comenzaban a tirar fuegos de
artificios: cohetes, petardos y
buscapiés. La tremolina era
espantosa, reían; gritaban;
bellaqueaban los animales; los
viejos de a caballo reían
alegremente por las ocurrencias de
los muchachos.
La
novia, de puro traje largo, se
aguantaba los corcovos de su caballo
y pedía que por favor no se lo
espantaran con los cohetes. El novio
se hacía el afligido por la suerte
de su esposa, pero se reía como un
pícaro y festejaba las ocurrencias.
Así, de
un modo casi salvaje, pero bello y
sincero es su manifestación
espiritual, desfilaba la comitiva
por el poblado, si lo había, rumbo
al rancho, donde la fiesta
continuaría por varios días.
Fuente:
Guillermo a. Terrera, quien dice:
“En
Frías, Santiago del Estero, donde
nació mi padre, según propias
narraciones suyas, los casamientos
se realizaban, hasta principios de
siglo, de la manera antedicha.
Además, he logrado descripciones de
ancianos, como Montenegro, Araya,
Murúa y sobre todo el de la vieja
Ermelinda Palacio, casada en Villa
Dolores, Córdoba, por el año 1860,
que siempre se acordaba con mi madre
de la manera que se había casado.”
Nos
gustaría que vos con la ayuda de tu
familia describieras
¿Cómo
es hoy un casamiento por tus pagos?
Selección y adaptación de textos
por: Lcda. Susana Mabel Fandembure
UBICACIÓN EN EL CONTEXTO HISTORICO –
¿De
dónde venimos?
El
papel de la mujer en la colonia -
La Institución familiar
Lcda.
Susana Mabel Fandembure
|
Desde
los primeros años de la conquista el
manejo de la tierra constituye uno
de los elementos de dominio en un
área en que despunta la actividad
agrícola- ganadera.
Los
conquistadores españoles venían en
busca de algo que, por su estrato
social, nunca obtendrían en su
país: tierras: valor económico,
riqueza; y status social.
En la
sociedad colonial se renovaron con
más fuerza las antiguas formas de
estratificación social y
discriminación racial, étnica y
cultural.
El
camino más corto para obtener
riqueza y status, se lo proveímos
nosotras, las mujeres. Casándose con
una mujer con buena dote y/o
apellido ilustre lograban ambas
cosas.
Dice
Ana María Presta en Nueva Historia
Argentina. La Sociedad Colonial.
Tomo II:
Cualquiera fuera su ocupación, los
españoles buscaban acrecentar o
perpetuar el status recién
adquirido. Para ellos era menester
acceder al mejor matrimonio y en el
caso de la primera elite colonial,
las uniones demostraron que la
elección de cónyuges se formalizaba
entre paisanos (nacidos en el mismo
pueblo o lugar de España), entre
primos cruzados y parientes para
evitar la dispersión del patrimonio
o entre miembros de familias ya
vinculadas por emprendimientos
económicos.
Asumido
como un negocio más, el mejor en
ciertas ocasiones, el matrimonio era
pactado entre los padres o parientes
de los contrayentes, cuya voluntad
era ajena a tales decisiones.
Para
asegurarse que los bienes adquiridos
permanecieran en el linaje, la elite
eligió la figura del mayorazgo
permitía al titular disponer de los
frutos y rentas aunque no del bien
mismo, el cual quedaba sujeto a un
orden de sucesión preestablecido: la
primogenitura. Por lo tanto, el hijo
mayor VARÓN se beneficiaba por el
azar biológico.
El
status superior eran los altos
funcionarios virreinales y del
clero.
La
corte virreinal y las sedes de la
Audiencia vieron proliferar entre
sus habitantes a hombres de leyes.
Consejeros, secretarios, oidores,
procuradores, fiscales, abogados,
oficiales de la Real Hacienda,
rápidamente se vincularon con la
elite de beneméritos y propietarios
por lazos matrimoniales. Las
alianzas entre la ley y el dinero se
cristalizaron en los matrimonios.
Los
criollos (descendientes de
españoles), heredaron la arrogancia
y aspiraron al estilo de vida de sus
acaudalados progenitores. Si bien el
comercio mayorista y los altos
puestos burocráticos quedaron en
manos de españoles, los criollos
acumularon propiedades rurales e
invirtieron en la minería, y los que
alcanzaron una educación superior
tenían puestos en la administración
colonial.
A pesar
de llevar sangre española y
disfrutar de bienestar económico, la
elite criolla sufrió una
discriminación étnica que le impedía
acceder a posiciones de poder. Para
lograrlo, numerosas familias
criollas recurrieron al parentesco.
A pesar
de las brechas patrimoniales que
pudieron existir, prefirieron casar
a sus hijas con peninsulares recién
llegados que garantizaban la pureza
racial y cultural al nuevo hogar y a
su descendencia.
De tal
manera, peninsulares y criollos, a
pesar del resentimiento y
antagonismo crecientes, (uno de los
ingredientes de la Revolución de
Mayo), eran piezas clave en la
reproducción del estrato colonial
superior, al igual que lo fueron las
MUJERES.
Destinadas a la reproducción
biológica, las mujeres de la elite
no eran un conjunto homogéneo.
La
primera generación de conquistadores
se caracterizó por su licenciosidad
sexual, muchos tuvieron uniones
circunstanciales y otros vivieron en
concubinato, situación que pocas
veces llegó al matrimonio. De ello
surgió la primera generación de
mestizas.
Aunque
para casarse con un peninsular nada
mejor había que una española, debido
al status paternos y a la escasez de
mujeres, las hijas naturales de los
conquistadores llevaban el título de
“Doñas” y se constituyeron en
candidatas en el mercado masculino
matrimonial.
Considerada como función femenina
primordial, la maternidad estaba
atada a un mandato social, cultural
e ideológico cuyo resultado era la
subordinación femenina al mundo
masculino. El pilar de esa
subordinación era la institución
familiar, el matrimonio. En torno al
patriarcalismo reinante, el
matrimonio constituía el rito de
pasaje tras el cual una mujer pasaba
de la tutela de su padre a la del
marido.
El
matrimonio debía efectuarse entre
iguales o pares que garantizaran una
descendencia legítima que conjurara
la salvaguarda de los principios
cristianos y de la sociedad
estamental. El elemento mediador,
una buena dote, proveía el capital
inicial para que el nuevo hogar
enfrentara la convivencia y
descendencia.
Mujeres
de la primera y segunda generación
de conquistadores cumplieron la
función de salvaguardar el
patrimonio familiar..., en su
mayoría cumplieron el tradicional
rol de subordinación de género
(femenino) consagrado legalmente por
su casi nula capacidad jurídica, eso
sí, rodeada de sirvientes indios y
negros, tertulias, miriñaques y
brocatos.
Otras
mujeres de la elite, concretaron
matrimonios sagrados y pasaron sus
días en conventos y monasterios,
porque sus dotes eran menores que
las requeridas por un mercado en el
que la mujer cotizaba conforme al
status y patrimonio de su familia.
Cuando
la mujer era viuda, el nuevo marido,
a pesar de haber sido beneficiado
con una dote o un patrimonio
envidiable, no estaba obligado a
cargar con el mantenimiento de la
prole que su mujer había acumulado
con el marido anterior, que, en el
caso de ser mujeres (recordemos que
hereda el primogénito varón)
profesarían por ejemplo: en el
Monasterio de los Remedios de La
Plata, institución que la madre,
previsora, había ayudado a fundar.
Por su
parte, las mujeres que no
pertenecían a la elite, las
peninsulares y criollas esposas e
hijas de artesanos, pequeños
propietarios y dependientes, vieron
transcurrir sus vidas trabajando
junto a sus esposos y en las tareas
del hogar.
A su
subordinación de género se añadían
las diferencias de clase, estando
más expuestas a las raíces
socioeconómicas y culturales de la
desigualdad
Lic.
Susana Mabel Fandembure.- adaptación
del texto de Ana María Presta
sigue |
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