"Una
de las formas en que el gaucho debía
avanzar en su lucha contra el indio,
para conseguir comida y elementos que
negociar en la pulpería era salir a
bolear avestruces.
Esto se hacia con placer además
le permitía comer y tener plumas para
canjear por yerba, tabaco o prendas de
vestir puesto que el precio que se
pagaba por las preciadas plumas era
alto. Se decía que en la primavera y en
el otoño se encontraban las más
propicias condiciones para salir a
bolear. Los paisanos se reunían con sus
mejores caballos dirigidos por alguna
persona respetada por todos. En la
boleada en grupo salían a la madrugada y
formaban un cerco, de derecha a
izquierda del punto de reunión. A los
que encabezaban los extremos del cerco
se los llamaban punteros, a los demás
boleadores. Llevaban 3 o 4 pares de
boleadoras de las llamadas ñanduceras
(compuestas de dos o tres bolas de
marfil, piedra o metal, con un tiento
trenzado de aprox. 1.80 m. divididas,
desde la mitad, en tres ramales). Dos
son las boleadoras propiamente dichas y
la tercera es la manijera, más chica, de
donde el paisano las toma para
revolearlas. La primera boleadora
conocida era de una sola bola y se la
llamaba perdida. Llegado el momento de
atacar, se cerraba el cerco y los
llamados batidores lanzaban sus caballos
en una carrera veloz, gritando y
agitando el ambiente. Era entonces
cuando perdices, avestruces, charabones
(la cría), gamas y venados, comenzaban a
correr y a ponerse a tiro de bola.
Fuente:
Manualidades Criollas - Manuel Bugallo