En
Santiago del Estero los niños elaboraban rusticas ocarinas de
barro cocido, a veces zoomorfas, con los que ejecutaban
melodías tradicionales.
También llamado tarka, pequeña flauta
de caña, que presenta seis perforaciones
de digitación equidistantes,
similares a las de la quena. Su sonido es dulce y muy
agradable.