Página declarada de Interés Cultural por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires por Resolución Nº 374/07 del 15/11/2007
Adherida a la Federación Argentina de Instituciones Folklóricas F.A.I.F.
 

 FÁBULAS Y CUENTOS - EL CRESPÍN

 

Era un matrimonio de campesinos que vivía de la labranza de una pequeña heredad. El marido se llamaba Crespín: era laborioso y apegado a la vida simple y sobria de la casa. La mujer, en cambio, era haragana, despreocupada, y sobre todo, amiga de los bailes y de las bebidas. Mientras el uno vivía contento con su tarea y con su suerte, la otra, siempre malhumorada y triste, le amargaba los días.
Un año en que la cosecha era más abundante que nunca, Crespín segaba su trigo. Bajo el sol del verano, trabajaba más horas de las que puede resistir un hombre. Debía hacerlo todo solo. Su mujer no era capaz de atar una gavilla.

Un día enfermó. La mujer tuvo que ir al pueble cercano, para traerle algunos remedios. El le recomendó que volviera cuanto antes: necesitaba sanar pronto para terminar la siega y comenzar la trilla.

La mujer marchó hacia el pueblo. En uno de los ranchos que encontró en el camino, estaban de fiesta. Llegó sólo para descansar un rato, pero, poco a poco, se fué dejando ganar por la alegría, y comenzó a beber, a cantar y a bailar. La aloja (1), las vidalas (2) los gatos y las zambas (3) despertaron en ella su afición de siempre.

Cuando más entretenida estaba, vinieron a llamarla, Crespín se había agravado. Déjenlo, dijo ella, la vida es corta para divertirse y larga para sentir, y se quedó. Al día siguiente volvieron para decirle que Crespín estaba moribundo. Ella constestó como la primera vez, y siguió bailando. Cuando le anunciaron que Crespín había muerto, dijo: - La Vida es corta para divertirse y larga para llorar.- Y siguió divirtiéndose, como si nada hubiera sucedido.

Unos vecinos piadosos velaron y enterraron a Crespín.

Cuando la mujer regresó a su casa, se encontró en la más horrible soledad. Comprendió su desgracia, y su arrepentimiento la torturó sin tregua. Lloró y llamó por todos los rincones de la casa, y llorando y llamando cruzó el trigal y salió al campo. Días y noches, los pastores y campesinos la oyeron llamar a Crespín hacia todos los rumbos.

Enloquecida de dolor, pidió a Dios que le diera alas para seguir su búsqueda, y se convirtió en ave. Desde entonces, fué el pájaro huraño y solitario que en la época de la siega llama al compañero, con su silbo tristísimo: ¡ Crespín!...¡Crespín!...¡Crespín!... (1)

Y llamará por siempre, porque jamás encontrará el que busca.


 

(1)Voz onomatopéyica del Crespín. Crespín o Crispín. Diplopterus naevius. Este pájaro huraño habita desde México hasta Buenos Aires.  Este cuento animalístico es el que tiene mayor extensión en la Argentina y el que se encuentra con más frecuencia en la tradición oral. Tiene algunas variantes. Damos aquí la versión más común.

Tomado del libro: Antología Folklórica Argentina para las Escuelas de Adultos - Consejo Nacional de Educación.(1940)

 

volver a fabulas y cuentos

 

 

 


  Telefax: (54-11)4308-4290 (54-15)6337-1959-
  email:
   consultas@folkloretradiciones.com.ar

 


2004/2016 -© Folklore Tradiciones
Todos los derechos reservados