DE PLUMAS CON FUNDAMENTO:
Zamba
Letra Miguel Ángel Pérez
Música Gerardo Núñez
Si
buscamos una tierra generosa e inspiradora esa es Salta,
a la que Gerardo y Perecito varias lunas le debían.
Tal vez como pago le obsequiaron esta zamba, cuya
historia me la contó Gerardo Núñez en la casa del Teuco
Castilla así me la contó:
- Allá por
los años ’90 en Salta, me contrata el gobierno para que
esté en la parte de diseño y proyecto de un programa que
se llamaba Provip, “Programa de vivienda popular”. Ahí
voy con un grupo de tucumanos y formo parte de ese
proyecto de muchísimas viviendas. Es por esa razón de
trabajo estatal y otros particulares que yo voy a una
carpintería para encargar las puertas, muebles etc. Ese
día viernes estaba un ingeniero de nombre Ojeda, con el
que al mirarnos fue como si nos conociéramos desde
siempre. El tal vez era algo menor que yo.
Entonces empezamos a hablar y no podíamos recordar de
donde nos habíamos visto, si del colegio Nacional o vaya
a saber uno de que otro lugar. Habíamos fijado el
viernes a eso de las l9 horas para pagar y después cada
uno a su rancho. Un día me dice el Beto
-“
Ché, porque no compramos una
mortadelita y un vinito y lo comemos con los muchachos”.
Castillo y Montoya eran los dueños de la
carpintería. Imagínate que no me podía negar, así que
compramos lo requerido y picamos ahí. Al otro
viernes llegamos los dos de nuevo y casi juntos llegan
Neri Cambronero y Tata Portal, uno poeta y el otro
escultor. Iban a hablar por unas varillas que
necesitaban para una exposición. Los conozco ahí
mismo, y como ellos conocían a Ojeda, ahí nomás surge
“.Traigamos un vinito, una mortadelita, quesito…”.Ese día
ya fue mas larga la reunión. Y cuando nos separamos
dijimos:”
-Che, porque no te invitas algún amigo
y yo invito otro”.
Así aparecieron Pipo Segón y Guitian.
Este era un indio de los cerros, un petisón que vendía
bollos, y pedía permiso para guardar el carrito en la
carpintería para poder irse a su casa cómodamente.
En total éramos doce. Yo iba con Perecito. Y así
seguimos reuniéndonos hasta que un buen día apareció el
asado. Entonces se estableció que los viernes era día de
reunión. Los dueños se hicieron amigos nuestros,
limpiaban el taller, ponían los tablones que normalmente
eran puertas y nos sentábamos todos felices alrededor de
la mesa. No pasó mucho tiempo que ya empezamos a pensar
como se iba a llamar este lugar, donde nos sacábamos todo
lo que uno pudiera tener de arquitecto, ingeniero,
médico, escultor, pintor o carpintero. Donde éramos
todos iguales unidos por un mismo hilo de sensibilidad.
El indio ofrecía sus bollitos y para recibir las hojas de
coca lo hacía como lo hacen solo ellos, juntando sus
manos así (hace el ademán). En eso se me cae un vaso de
vino. Cuando me agacho el vino había caído sobre un
montón de viruta. Entonces digo
-” ¡Ya está! Ya sé como se
llama –
“Virutaivino”
-“Entonces todos han agarrado su vaso
y han tirado su vino en la viruta. Así quedó bautizado el
lugar… para seguir creciendo.
Un buen día viernes a eso de
las 6 de la tarde me dice Perecito”
-
Che, ¿Qué le vamos a llevar a los
changos de viruta?-. Así nomás les decíamos ya.
…-”Y…..vino “- le digo
-
“¿Que más le vamos a llevar?”-“¡No!…Le
vamos a llevar otra cosa, alguna coplita”
-
me contesta. Y ahí nomás se
larga a escribir la primera copla, la verdad que le sale
linda. Entonces me animo con mi guitarra y le
arrimo música. Serían las 7 y media o las 8 de la noche y
enfilamos para Viruta. La canción ya estaba lista con
nombre y todo. Llegamos y se las cantamos a los
changos. Por supuesto medio ayudándome porque
estaba medio fresquita y por ahí me la olvidaba.
Entonces saltan dos de golpe al unísono, que habían sido
nombrados en el recitado y me dicen –“¡Che, a mí no me
han puesto! Claro ya no alcanzaba el lugar. Yo pensé que
Pérez a lo mejor se había olvidado. Pero Perecito me dice
por lo bajo
- “quédate tranquilo, yo lo voy
arreglar”- y ya tenía escrita una copla. Así que
cuando se larga a cantar los nombra a todos.
Hasta hoy
es una cita a la que nadie se cita, van los que van.
Vino
alegre, pura llama
bien “chispiador”
que se enciende de un repente
quiebra la voz,
Y lentito se enceniza
cuando el cantor
se apaga de pedacitos
como el carbón.
Los
viernes llega Castillo,
abre el taller
y su mano carpintera
huele a laurel
mientras que por las vetas
de un guayavil
Montoya sueña que lustra
su cielo añil.
Ya
me voy, florcita i’lana,
llamame y vuelvo mañana
repechando por los guadales
sube el camino
zambita de dos ramales
virutaivino.
La
pucha
raro entrevero
dijo turbado
Romano,
que Segundo sea el primero
al que se le va
la mano,
pero el vino es picardía,
se nos cruza en el camino
y hasta que
amanezca el día
cantemos
virutaivino.
Con sus hornadas de coplas
viene Guitian,
prenda fuego y haga brasas
Tata Portal,
que si un diablo saca chispas
del diapasón,
es porque anda de tonadas
Pipo Sagón.
si
se duerme el pobrerío
barro en la piel,
Cambronero lo despierta
con su pincel…
y si pica el Beto Ojeda,
flor de alelí,
González piensa en Bolivia
roja de ají.
CARLOS
ARANCIBIA
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