EL MÁS GRANDE
FESTIVAL DEL NOROESTE ARGENTINO
Por Juan Carlos Fiorillo
PRIMERA NOCHE: CON EL ENCANTO DEL PRIMER DÍA
“Cafayate te nombra/ y te venera a cada instante,/ en
cada melodía de guitarra,/ en cada canto, en cada zamba/
cual memoria santa”, son las palabras del poeta Vásner
Castilla dichas en el homenaje y traslado de los restos
del Payo Solá, donde el municipio cafayateño honró a
este insigne músico hijo de la bella tierra calchaquí.
Con una resolución de total justicia las autoridades
municipales, iglesia y las fuerzas vivas cafayateñas
juntamente con sus familiares directos, procedieron a
trasladar los restos del renombrado artista al predio de
la Bodega Encantada donde en una sencilla pero
emocionante ceremonia sus restos fueron depositados al
costado del escenario que lleva precisamente su nombre.
De esta manera dieron comienzo las actividades para
inaugurar la 38 edición de la Serenata a Cafayate 2012.
Y cuando el vals “Mal de luna” en las voces de Cafayate
Canto abrió las puertas al canto en la Serenata a
Cafayate de este año, la historia de este grupo
conformado por Guantay, Quiquinto y Rigal, le dieron la
puntada inicial a la convocatoria musical mayor que
tiene el valle Calchaquí. El “Alegrate Cafayate” en la
voz de Sandro Guzmán y la danza nativa dieron la
bienvenida a la inigualable convocatoria que significa
esta reunión en el territorio de aquellos bravos
habitantes que le dieron nombre a este pueblo lleno de
pujanza y destino.
Los algarrobos guardianes del escenario en al cálida
noche serenatera acompañaron una programación muy bien
conformada, sin altibajos ni demoras, que hicieron de la
noche un ágil y dinámico desarrollo. El trío de Son
Ellas causaron una agradable impresión, desde “Salta es
una mujer morena” hasta la “Chaya de la soledad” de don
César Perdiguero en una versión bellísima. Son tres
vcces para testimoniar el canto y la gente que todavía
seguía entrando no se hizo esperar para dar el primer
gran aplauso.
Continuó el homenaje al Payo Solá cuando fue el turno
del sobrino nieto del notable bandoneonista cafayateño,
Federico Solá, quien dedicó una versión de la zamba
“Cafayate hecha nostalglia” para el agrado unánime del
público.
Plato fuerte fue la presentación del grupo Ecos de mi
Tierra, con Valeria Torres, hija y nieta de
bandoneonistas. Esta joven artista tiene un futuro
brillante por el instrumento que legara de sus mayores,
en sus manos es una delicia que acaricia el éxito en
cada una de sus interpretaciones. Cuando después Pujllay
en rtimo de vidala chayera le puso el gusto para
empezar, el trío conformado por Herrera, Lucero y Borjas
mostró una vez más su afianzamiento en un estilo que los
tiene como punta porque saben del milagro vocal en sus
voces.
Todo en la bodega musical era fiesta y lo demostró la
Bruja Salguero cuando comenzó cantando “Caja de luna” y
su riojana presencia, femenina y auténtica, porque ella
canta descalza y es suficiente costumbre para
enorgullecer el origen. Se va con la “Cueca chayera” de
Amable Flores y una nostalgia de años envuelve el
ambiente, porque los recuerdos quedan dando vuelta por
la canción.
Y los duendes tan juguetones como siempre, este año han
comenzado a enamorar la noche para atraer el canto.
La copla no se hizo esperar, apareció de la mano de
Rosaura, la cantora de Gral. Pizarro que ganadora en su
rubro de la Pre Serenata, cantó e hizo reír tanto a la
gente que con sus picarescas coplas no la dejaban bajar.
Hasta que llegaron los Carabajales con cinco nombres de
lujo: Peteco, Cuti, Roberto, Musha y Kali. Cinco
artistas de reconocidos kilates que le dieron a su
espectáculo la calidad que solos ellos pueden dejar
establecido, porque cada una de sus chacareras ya son
parte del patrimonio musical argentino, por lo que la
ocasión fue propicia para presentar una ahijada,
invitaron a Romina y la niña, con “Fortuna, fama y
poder” puso una cuota linda de futuro a considerar. Un
apellido que hace historia cuando sus interpretaciones
acompañan el aire comarcano para volverse eco en el
paisaje calchaquí. Y diciendo “Déjame que me vaya”,
entre otras, se fueron llevando todos los aplausos.
Las niñas de la vendimia han cumplido su horario y se
van para volver mañana.
Dicen que cuando la copla no se pierde, es porque nació
buena. Y será el caso de Arjona, porque fue un premio su
canto ancestral en la garganta de su sabiduría popular.
Después Los Arrieros de Salta con el estilo de los
Chalchas renuevan en sus voces el constante homenaje.
Y llego el momento. Los Tekis están sobre el escenario
carnavalesco porque van a presentar a través de su
entrada de diablos, una sucesión de temas en los que
traen su carnaval de alegría, será cuando los brujos
cancioneros que se enamoran en la madrugada a través de
los toyos andinos, comiencen hacer vivir la gran fiesta
en la bodega de todas las creencias.
Tierra milagrosa con estos músicos, porque cada una de
sus piezas pueden sonar a saya o carnavalito, pero es
enjundiosa la armoniosa compañía.
Entonces fue que el
Polo Román, un lujoso invitado para varias zambas, se
vistió de cantor y fue un mensaje llamado chalchalero.
Ya era fiesta total cuando la madrugada mostraba sus
garras de viernes y entre la espuma de nieve en la
popular y la pirotecnia en el cielo, los jujeños se
fueron desgranando los últimos sones andinos.
Pasaron otros con el canto a cuestas, hasta que Sergio
Galleguillo trajo su Rioja natal a chayar en este tiempo
de antruejo y feriados, de harina y albahaca, de poetas
recordados preguntando por Chito Zeballos que por donde
andará chayando.
Todo aquí sigue siendo alegría cuando canta Galleguillo
y la gente baila y baila, porque todo se festeja cuando
el vino cafayateño se deja estar en su nombre.
Y así también pasaron los últimos cantores cuando la
mañana andaba ya iluminando el horizonte del nuevo día.
El jueves ha quedado al costado del sendero serenatero,
vamos en busca entonces de la segunda jornada.
Todo es alegría en Cafayate, alegremente hermoso.
SEGUNDA NOCHE: EL ASOMBRO DE LOS HUAYRA
Así como en aquellos tiempos cuando todo era trabajo y
alabanza, hoy Cafayate la hermosa tiene el poder de ser
la gran confluencia turística que año a año recibe a
miles de turistas que llegan para el deleite del rumor
maravilloso del canto popular con profundas tradiciones
que han convertido a este vértice musical de la
provincia de Salta en mito y leyenda de un mágico sueño
convertido en una hermosa realidad.
La segunda jornada serenatera abrió pasadas las 21
horas, con el tradicional grito que hiciera famoso la
voz inolvidable de César Perdiguero allá por 1974 cuando
la primera cita se dio en la esquina del Rosario y San
Martín. A partir de ese momento, la idea de Arnaldo
Etchart se hacía raíz y compromiso.
Fermenta el mosto de las uvas madurando en el cielo
vallisto, cuando Los de Cafayate (Abdala, Ríos y Soria)
junto a su gusto chalchalero hacen el himno de esta
convocatoria cantando “Mal de luna” y todo comienza
entonces.
Ya están llegando las niñas de la Serenata con sus
canastas repartiendo las uvas.
Se hace Cafayate la copla y el canto a través de don
Solano Cardozo, es su gracia el coplerío regional y su
cita la de todos los años.
En su cueva, el Puma Vasconcellos ya anda afilando los
libretos que en la noche leerán los presentadores para
el gozo de la poesía salteña. Por ejemplo, Koki Lamas,
que es la voz calchaquí de la serenata, es auténtica y
su tonada denota las características propias que premian
su aporte a la cultura regional.
Y el turno en la grilla corresponde a Mavi Díaz y las
Folkies, que largó por supuesto con chacareras, y la
primera fue “Cantares de mi tierra” sin autor conocido,
y fue a puro ritmo santiagueño que anduvo nombrando a
sus padres, pura herencia que prestigia un apellido
ilustre para el folklore.
Con Ivo Rodriguez, ganador de la Pre Serenata en el
rubro instrumental, fue el violinista que se encontró
haciendo clásicos universales con lo tradicional.
El predio serenatero estuvo al 80 por ciento de su
capacidad, pero el entusiasmo era tal que todo era un
completo entusiasmo.
Pasadas las 22 la presencia de Jorge Rojas puso las
gargantas en alto para justificar con el aplauso una
actuación descollante en un espectáculo conocido tal vez
por algunos, pero que siempre reúne las condiciones de
una fenomenal tarea. Fueron casi dos horas con un final
de fuegos artificiales, que colmó todas las
expectativas. Un cierre digno para dar paso a la copla.
Y volvió Rosaura, que ayer había bagualeado lindo a
pedido del público. Y ya viene Roxana Carabajal. Lo suyo
fue una puesta al mejor estilo del oficio de cantora.
Roxana es linda, maneja el escenario y su voz tiene
sabor a mistol. La presentó Julio Márbiz, un invitado
especial a esta fiesta diciendo “Aquí Cafayate”. Tal
vez, resabios de otros festivales. Siguió con zambas y
se va yendo nomás, porque ya viene la Banda Santiagueña.
El Bagualero Vásquez es una cita obligada de esta
serenata y con su sapiencia de años le fue poniendo
coplas a la baguala del tiempo con compañeritas que ya
entienden de estas cosas tan nuestras.
La copla para el carnaval llega sonriente y altanera,
porque como una estrella brilla en el firmamento de la
baguala arisca que se acerca en febrero para cantar.
Y ahora es el Pitín Salazar, que del norte de Salta
desde hace años entrega con la voz cascada del asombro
coplero el más puro sentir de la tierra agreste de los
montes ariscos. Con Roberto Ternán cantó “La matadora”
que es una hermosa zamba carpera. Lo siguió Mauricio
Tiberi, un cafayateño con muchas ganas de cantar desde
su lugar nativo y lo hizo con la dulzura de las vainas
de las algarrobas que al costado del escenario casi
están al alcance de las manos. Con Yacoraite el
“Anacleto del viento” se fue haciendo un lindo recuerdo
vallisto. También Carla Nieto dejó sus canciones para
dar paso después a un número que ya conquistó al gran
público: Los Huayra.
Comenzaron con el joropo “Ruta 40”, que fue la señal
para una noche larga con un repertorio que es poesía y
buen gusto para el deleite de sus seguidores. El Colo,
Juan, Seba y Luis, con el Karma González, cantan “Si se
calla el cantor” y la gente estalla en aplausos. El
gobernador Urtubey está bailando camisa al viento al
compás de las interpretaciones de un grupo que ya se ha
ganado el amor de muchos. Toda la platea es un volcán de
emociones que se agiganta en la bodega encantada. Hasta
sus duendes están contentos. Qué serenata, señores.
La coca encuentra en la fiesta su convite ideal, el vino
alimenta los ánimos y en las bocas de los changos el
canto acompaña a los duendes traviesos del amanecer.
Casi al final de la noche, cuando han pasado las 6 de la
mañana, Las Voces de Orán hacen gemir el bandoneón de la
despedida. Ha llegado el carnaval. Es domingo ya.
La serenata desemboca en esta fecha en las fronteras
mismas del carnaval calchaquí, un misterio que esconde
en sus entrañas la tradición milenaria que reúne
salamanca y vino, y llega como una vibración ancestral y
sin someterse anuncia con cajas el retumbo del asombro,
porque el carnaval se rodea de sorprendentes sonidos
para presentar al pujllay en el torrente carnavalero.
Y entonces recuerdo a José Ríos diciendo: “Resucitá
carnaval/ hacete albahaca y harina/ volvete papel
picado/ convertite en serpentina”.
Hay una sonrisa ansiosa esperando que comience el juego.
Todo será agua y harina para enamorar.
TERCERA NOCHE: COMO UNA SALAMANCA CHAQUEÑA
“Soy diablo en el carnaval/ devoto en Semana Santa/
entonando unas bagualas/ yo soy tierra que canta” dice
la copla, y eso es Cafayate, es la tierra que canta en
cada febrero para ceremoniar el tiempo carnavalero, y es
el diablo que invade sus calles por la tarde cuando los
rostros juveniles están pintados de verdes y amarillos,
el agua y la espuma dibujan arabescos en el aire de la
plaza y la música atronadora se hace dueña y baila por
las calles. Señores, ha comenzado el carnaval, otra vez
en tiempo de serenata.
Esto es lo que ocurre en este lugar elegido para el
juego con harina y albahaca, un espectáculo callejero
que no tiene comparación, es único, es una costumbre que
solo este bendecido lugar puede dar.
Y después, la noche se apresta a vivir la tercera
jornada de una serenata que ha ofrecido en sus primeros
días programas uno mejor que el otro, pero esta noche se
viene la gran fiesta porque se espera el número más
importante de los últimos tiempos. Solo hay que esperar
un poco.
Cuando son pasadas las 21, 30 la convocatoria despierta
con la voz de Uvaldo Díaz, artesano, luthier, músico y
cantor, nacido en San Carlos, pero cafayateño de
corazón. Sus temas son un romántico paseo por el
escenario de la nostalgia. Luego es el turno del
Quinteto Tiempo y la alegría de un grupo que volvió
después de 25 años, le pone al espectáculo una cuota de
calidad y jerarquía que honra el canto latinoamericano.
Abrieron con “Canción con todos” y una introducción
poética de Nicomedes Santa Cruz que estremeció el
ambiente que ya intuía una jornada de jubilosos
acontecimientos. Facundo Saravia, ex integrante de los
históricos Chalchas con 4 músicos acompañantes le arrimó
sonidos de chacareras a su actuación cerrando con la
zamba “Luna cautiva” del Chango Rodríguez. Y el tango
cerró esta parte pidiendo permiso en la voz bien
templada de Julián Morel, un cantor tucumano con mucha
experiencia que se despidió con un tango de colección:
“Tinta roja”. Pa’ que más.
Melania Pérez que con su canto recuerda verdaderos
sucesos, supo ser de aquellas primeras visitantes a las
serenatas cuando ya hacía presumir su destino triunfal,
su voz anuncia plegarias de amor y en cada baguala
enamorada de antiguas convocatorias vuelve con su caja
por el tiempo en un inmenso regalo para los oídos más
exigentes. En “La pastorcita” de don Sixto contó en sus
versos de viajes y del partir nomás. Y cuando hizo la
copla de Raúl Galán para decir Jujuy, la Zamba de Lozano
levantó el aplauso para decir adiós. Qué hermosura es
escucharla cantar.
Así después pasaron Los Salamanqueros, todos cafayateños
de origen, son 6 músicos que a puro bandoneón, guitarra
y bombo hacen bailar hasta las piedras, porque su estilo
carpero es el carnaval mismo al servicio de los
bailarines. Los del Portezuelo no desperdiciaron la
ocasión para mostrar sus temas que tenían mucho de
aquellos primeros pasos cuando mucho más changos andaban
buscando su destino cantor. Los ganadores de la Pre
Serenata, en el rubro Vocal el grupo Ceibal de Tucumán y
luego Maira Roseto en solista desde Quijano, encontraron
en el público el merecido aplauso.
Y en un buen segmento de la programación, las
actuaciones de Mariana Cayón, hija dilecta de estas
tierras, convidó su conocido repertorio que fue un paseo
por las canciones latinoamericanas a través de su quena
andariega y tan representativa de los pueblos
originarios. Andina belleza la suya cuando por esos
sonidos ancestrales hace conocer y conmover a este
predio habitado por los duendes enamorados, en otras
cosas, de los encantos de su música. Después un bombo y
una guitarra hicieron lo suyo mostrando un Santiago del
Estero adornado de chacareras para que la gente no se
haga esperar para bailar con un llamado salamanquero. Es
el dúo Coplanacu, es el encuentro y las coplas haciendo
el camino cancionero que los tiene como protagonistas
desde hace muchos años. Ellos son Roberto Cantos y Julio
Paz, cantores pa´ lo que guste mandar.
Y entonces ya viene despeñándose el grito, el alarido,
la señal arisca, el mensaje en contra de, es una manera
de decir las cosas claras con los octosílabos de la
picaresca. Y habla de amor, tristezas, pata i’ lanas,
curas y suegras mandonas. Ella se llama Mariana carrizo
y es de San Carlos, de aquicito nomás. Trae un
morralcito lleno de verdades en su cuerpito menudo que
se agranda en cada copla que van clavándose en el
corazón de la fiesta del vino y la cosecha. Siempre es
así, ella y su caja, a solas.
Ahí viene Tucán y Chaya ahora, también Las Cuatro
Cuerdas que ganaron la Pre en Instrumental y otros que
también son tucumanos, el dúo La Yunta. Hasta que
aparecen en el “Payo Solá” los correntinos meta sapucai
y chamamé, son Los Alonsitos con integrante nuevo no sé
desde cuándo, hasta rubito igual que el otro. Estos sí
saben lo que hacen, son años recorriendo el país y otros
sitios con el canto litoraleño, desde los clásicos hasta
lo nuevo de su buena selección de temas.
Y ahora que es más domingo de carnaval que nunca, cuando
han pasado las cinco y media de la mañana, cuando ya
anda aclarando el día, y la platea delira, la popular
empieza a ovacionar a su cantor predilecto. La vieja
bodega es grande y está casi llena, falta poquito para
explotar. Hay fuegos artificiales llamando a los
retrasados. Todo está listo, se dejan de lado algunos de
la grilla, y atención que ha terminado la vigilia, como
una salamanca de lujo se abre el telón imaginario y el
canto del Chaqueño Palavecino y su criolla presencia
rompe el alba con sus canciones que todos corean, que
todos saben de memoria. La fiesta ha comenzado, hasta
cuándo será. Han pasado los invitados y el tiempo
generoso ha permitido una vez más el cierre esperado.
Una noche más del Chaqueño en Cafayate, una vez más el
canto criollo agradecido.
La mañana ha ocupado el escenario con un sol vendimiador
para envidia de muchos, el cantor ha callado por hoy, la
fiesta ha llegado a su fin. El vino descansa. El mate es
reparador. Muchos buscarán dormir, otros seguirán
cantando por los campings y las carpas musiqueras que
rodean este sitio donde vive el sol. Falta todavía el
día de clausura.
“Hizo Dios las cosas buenas/ hizo la flor hizo el
viento/ y si lo hizo a Cafayate/ es porque estaba
contento”, otro vez José Ríos le da a la tierra
calchaquí su copla envuelta en viñas y bodegas. Y así
termina esta tercera permanencia serenatera con toda su
carga emocional, que se venga nomás la última cita.
CUARTA NOCHE: LOS DUENDES ESTÁN CONTENTOS
La palabra serenata tiene por significado “música que se
tocaba en la calle por la tardenoche en honor a una
persona”, también “composición poética que se canta de
noche” o bien “canto nocturno de los trovadores”. Por
eso, dicen que luego de la primera fiesta en los
viñedos, los participantes salían a cantar dando
serenatas por las calles, de allí que se decidió por
estos pagos cafayateños realizar una “serenata mayor”.
Es la de los duendes de febrero, la de la bodega
encantada, la de los músicos del alba y la de los poetas
de la noche entera.
Este es el último día aquí en Cafayate, la fiesta grande
del pueblo inicia su despedida. Son las 23,30 y el
comienzo es con fuegos artificiales, después de la
lluvia torrencial que acaba de cesar, al grito de
“Alegrate Cafayate” que rememora una vieja copla
popular, la grilla de hoy es muy interesante.
La danza reina en el escenario y luego la voz de la
exquisita cantante Haydee Mariel entre temas folklóricos
y tangos le dio el primer brillo musical a la noche. La
Escuela Popular de Música de Cafayate se presentó con la
dirección de Daniel D’amico, y siguieron el dúo El
Entrevero, Los Moldeños, Los Liendros, hasta la
presentación de Paola Arias, tan linda como siempre y
una figura escultural para beneplácito de sus
admiradores. Además, le puso sal y pimienta a sus
interpretaciones.
Siguieron Runakay con el canto de Marcelo Cayón, y
Matacos otra vez en esta bodega encantada hicieron el
tango “Fueron tres años” en versión de aire de zamba. El
cantor de Morillo se fue muy aplaudido.
Los personajes de la serenata son sus duendes,
habitantes naturales de la bodega hecha escenario.
Espacio cancionero, sitio perfumado por viejos toneles
donde muchos serenateros supieron enamorarse bajo los
algarrobos en los febreros cafayateños.
Cuando Los Hijos del Viento llegados de J.V.González con
una energía formidable con sus sikus y quenas hacen
música andina con 3 niñas y un cantor tocando el huiro,
entre otros músicos, demostraron sus aptitudes como para
ser considerado uno de los destacados grupos de 2012.
Pasadas las 3 de la mañana, con poca asistencia de
público debido al aguacero desatado a la tarde, Raly
Barrionuevo brindó un recital a su medida, con la zamba
“Luna cautiva” abrió su participación y en una sucesión
de sus mejores temas fue levantando el ánimo de la gente
que lo despidió con una ovación.
Que no estén tristes los cafayateños, porque habrá vino
y habrá amigos en la noche final, hay que alzar los
vasos de la alegría, del canto y la poesía. Hay que
elevar la voz para propagar la copla que se vuelve vino
en la baguala. Fue el duende del vino el que ha
inventado esta sonriente convocatoria, por eso hay que
juntar el grito del ¡Alegrate Cafayate!
Se está poniendo linda la despedida, Orellana Lucca, un
buen dúo que fue premiado en Cosquín como grupo
“Destacado” este año, con sus chacareras continuó con la
fiesta hasta que el aplauso general cerró una muy
actuación en las tierras bendecidas por el sol. Con
Guitarreros más aún se exalta el entusiasmo de los que
van quedando, aquí hay un canto para que la serenata
nacida para el pueblo sirva como mensaje para poder
volver.
Esta tierra no olvida a sus hacedores. Cómo olvidar a
Arnaldo Etchart, César Perdiguero, Juan José Coll, Cuchi
Leguizamón, Manuel Castilla, Jaime y Arturo Dávalos,
Eduardo Falú, José Ríos, y tantos otros.
En la grilla todavía falta actuar a Solo Alquimia, Bruno
Arias, Los Izquierdos de la Cueva y Ramón Jiménez,
quienes desde la gatera serenatera le saldrán a poner un
sello al adiós musical de todos los años. El premio
“Revelación” de la Pre Serenata 2012 fue para Las Cuatro
Cuerdas, un dúo de violines tucumanos, quienes
recibieron un artesanal trofeo en madera.
Dicen que siempre se vuelve donde se siembra el amor.
Brindemos señores por los inolvidables impulsores de
este hecho cultural fundamental. Por el milagro de la
convocatoria, por los romances y las anécdotas y por los
vinos que nos estarán esperando como un ansiado regreso.
No se olviden, hoy es lunes de carnaval.
Que se alegren los cantores, que no dejen de decir los
poetas, que los bagualeros enciendan la llama coplera y
que todo el pueblo levante la copa trasnochadora del
vino amanecido hasta el otro año, porque Cafayate nos ha
enamorado como siempre y es por eso que los duendes
están contentos.
Ya andan queriendo volver. Nosotros también.