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RAÚL MONTACHINI

“La historia es lenta y en algún momento la buena poesía y la música se van a tomar una revancha” 

En sus canciones se adivina el origen de su autor.  Raúl Montachini, el “Gringo” para todos sus amigos tiene en su tonada el gracejo de los cordobeses y en sus letras la exacta descripción de los paisajes y personajes de la provincia. “Caballero de ley”, popularizada como Jardín florido,” Córdoba en otoño”, “Mi abuelo gringo”, o “Cordobés, guitarrero y cantor” son tal vez una pequeña muestra de lo que el talento del Gringo dejó plasmado en cada registro musical.

-Soy cordobés. Tuve la suerte de nacer en un pueblo llamado “El arañado” Antigua posta de carretas, parada obligada en el trajín entre Córdoba y Santa Fe. ¿Por qué se le denominaba así? Debido a un algarrobo que tenía evidentes marcas de un puma, como si hubiera afilado sus uñas en el árbol nuevo, un algarrobo o un chañar herido profundamente por las garras del animal. Nada mejor que recordarlo con ese nombre. Con el tiempo desapareció el árbol pero se hizo una réplica en el pueblo. Para quienes transitaban por allí se hizo costumbre afirmar -“Nos encontramos en El arañado”-.  Posteriormente nace el pueblo San Alberto, en honor del dueño de la estancia que donó las tierras para urbanizar llamado Alberto Juárez.

-¿Allí es donde se realiza  la fiesta folklórica más vieja del país?

-Sí.  Primer mojón tradicionalista del país porque se realiza la fiesta gaucha desde 1938, en la que han actuado todos los artistas folklóricos  del país, y por esas vueltas de la vida también lo hizo mi padre.  Lamentablemente se fue transformando en festival, por esas cosas de la profesionalización. Conserva el nombre de fiesta pero es un festival más que no tiene relación con el espíritu con que se creó.

-¿Y se terminó el sabor de aquella?

-Sí. Lo que debiera ser la fiesta del pueblo termina siendo un festival para pocos. Aquellos que seguimos creyendo, soñando y queriendo lo que hacemos, queremos que nuestra gente se acerque un poco más.  Es doloroso. Pensar que en casa albergábamos a Jorge Cafrune, Marcelo Simón, Jaime Dávalos, Albérico Mansilla.  Todos los músicos que venían a animar la fiesta, era una época donde no actuaba el número y se iba, sino que venía un par de días antes y se quedaba 4 o 5 días después.  Jaime pasaba en cualquier época, cuando iba hacia Las varillas donde vivía un amigo suyo. Las cosas de la tierra las aprendí escuchando esos grandes poetas.  Con el tiempo comencé a escribir pero nunca grabé, es una deuda pendiente.  Aunque muchos me han insinuado que a la gente le gusta escuchar los temas en la versión de su autor. Yo  pienso que se puede interpretar no mejor, sino diferente. Pero hay muy pocos autores que se destacan por ser grandes cantores como Víctor Heredia, León Greco, Teresa Parodi, Daniel Altamirano. Así como hubo grandes autores que no siendo importantes cantores le dieron sentido a sus coplas como don Atahualpa Yupanqui o el Chango Rodríguez.

-¿Es por eso que tu nombre es muy respetado entre tus pares y no por la trascendencia de cantor?

- Antes  yo me preocupaba por eso, creo que en mi ciudad casi no me conocen, pese a tener casi 80 temas grabados por diversos intérpretes, algunos muy queridos como “Cantata de la fundación”, un homenaje a Córdoba que se repite desde hace 35 años, o “Mi abuelo gringo”, “Cordobés, guitarrero y cantor” grabado por los 4 de Córdoba, “Córdoba en otoño”, “Caballero de ley” o “Volver a Córdoba” que cantan Los patricios. Cada vez que la pasan por las grandes radios de Córdoba, y salen por Internet, llaman los cordobeses nostálgicos que andan por el mundo, emocionadísimos. Pese a estos en mi ciudad tengo que andar golpeando puertas. Pero nací en el corazón de la pampa gringa, tengo mucho paisaje incorporado. Para respirar tranquilo nada como ir a Traslasierra, en zona de Villa Dolores, Nono, cerca del Champaquí o al norte en Villa Tulumba, San Francisco del chañar donde se respira la historia.  Me gusta hablar con esa gente que sigue aferrada a su tierra y comulgamos en el lenguaje de querer a nuestros antepasados, manteniéndolos vivos en nuestra memoria.  No te alcanza la vida para hacer todo lo que uno quiere hacer.

- ¿Que despierta tu vocación?

-Yo creo que casi todos a los 14 o 15 años quiere hacer un tema a la madre, a la escuela, a la maestra o a los amigos. No en todos persisten las ansias. Mi primer tema grabado estuvo dedicado a Jardín florido “Caballero de ley” por Los del Suquía en 1971.  Ellos venían del éxito “Canción para una mentira” de Aldo Monges y siguieron con el mío.

-¿Quién fue el primero que cantó a “Caballero de ley”?

-Yo lo canté en El arañado y después se lo hice escuchar a Félix Gigena Luque, le gustó y no dudó en hablarle a Ricardo Sandoval, un difusor, autor y compositor jujeño afincado en nuestra ciudad para que lo escuche. Él fue el que me sugirió que se lo lleve a Los del Suquía porque estaban preparando un nuevo disco y  recién habían ganado Baradero. Solo cambiamos 2 o 3 palabras: “a la docteña linda que acaba de pasar”por “a la cordobesita que acaba de pasar”.

Todos los artistas que grababan en  el sello Microfón de Mario Kamisky triunfaban, y todos tenían un color muy especial, eran identificables dentro de una región, escuchabas los 4 de Córdoba o los del Suquía y sabías quienes eran y de donde. Además pasó algo curioso ese disco se grabó en el año ’71, cuando el sello dejó de existir le vendió sus derechos a Música y marketing y se sigue reeditando con esa agrupación…y sigue vendiendo, un vals conocido por todos como Jardín florido.

- Como a todo adolescente ¿Te gustaba reunirte con amigos?

-Sí, a mí me gustaba mucho ir al centro de Córdoba y contactarme con los folkloristas.  Siempre lo hacíamos en  “Bar TV” ubicado en una galería comercial.  Allí encontrabas a Los de Alberdi, Los del Suquía, Aldo Monges, Los de Córdoba…No te olvides que Córdoba al ser crisol de cultura todos íbamos a parar a ella.  En esa misma galería estaba ubicada “la Peña del alero” donde venían Los andariegos, Los nombradores, Chito Cevallos, Cholo Aguirre, Armando Tejada Gómez, Jaime Dávalos o el Turco Cafrune quienes paraban en casa.  Mi vieja hacía unas empanadas, lengua a la vinagreta mientras mi abuela les ofrecía una buena bagnacauda ¡A nada decían que no! y agradecían con una canción. He tenido la suerte de vivir una provincia y una época donde se respiraba folklore

-¿Que les dirías a los nuevos autores que escriben encadenados al marketing?

-En primer lugar que abreven en las fuentes de  música popular, que nos escuchen a todos y lean a Armando Tejada Gómez, Leguizamón, Dávalos, Castilla.  Todo aquello que se ha escrito entre los 50 y 70. Cuando el proceso militar a los buenos poetas o los

grandes músicos que hacían temas testimoniales se los tildaba de vende patria, se rompían sus discos o se quemaban sus libros.  Al ultrajarse la cultura popular se produjo un resquebrajamiento del que cuesta recuperarse.  En esa época empiezan a surgir algunos autores pasatistas para quien lo romántico pasó a ser erótico. Por ejemplo Dávalos –Falú escribieron una canción que dice”Para que no la olvide me dio su anillo de filigrana, le dejé de recuerdo mi poncho puyo sobre la cama” Ahora no se guardan ciertos pudores. Yo confío que va a llegar el momento donde el público vuelva a pedir la poesía de Hamlet Lima Quintana, Petrocelli…hay tantos.  Grandes obras que no se conocen masivamente. No olvidemos que algunos medios piensan que hay que seguir lo que está en el oído de la gente, hacen negocios unos meses y desaparece esa canción.  Ahora si la canción no queda en la memoria colectiva del pueblo no es folklore como decía acertadamente Machado “Hasta que el pueblo no canta las coplas, las coplas coplas no son”.  Tengo fe que va a llegar ese momento.  La historia es lenta y en algún momento la buena poesía y la música se van a tomar una revancha. Y va a volver por la necesidad misma del pueblo que no sé si se siente representado por el folklore que se está escuchando ahora.  Sin embargo están apareciendo nuevas voces, algunos jóvenes cantores han entendido y están empezando a cantar temas con fundamento.  Son valores que han comprendido cual es el verdadero camino para perdurar.

                                                   

                                             Carlos Arancibia

 
 
 

 

 


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