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UÑA RAMOS

“Musicalmente estoy siempre en la búsqueda de nuevos sonidos, todos aquellos sonidos que no hacen daño al oído

En el aliento sonoro de su quena Uña Ramos nos deja palpitar un mundo donde el silencio tiene nombre y tiene sombra, la memoria y el olvido marchan por los caminos con la luna siguiéndole el rastro y en las arenas anidan los sueños dormidos. Compone una música sin estridencias, como el rocío cae en las noches límpidas o el último vuelo de las hojas doradas en el otoño.  Ciudadano del mundo, luthier e intérprete de quena, quenacho, pinkullo, anata y sikus comenzó a tocar la quena a los 4 años en su Humahuaca natal, grabado por Peralta Luna a los 7 años, partió con apenas 11 años a Santiago del Estero para dar clases y estudiar. Buenos Aires fue el primer puerto donde recaló, luego se fue al mundo. Compuso infinidad de canciones de música del altiplano de exquisito gusto como Pájaros del viento, La princesa del mar, Navidad andina, Orureña, El yuspeño, Juego de cabritas, Ritual de vicuñas, Plegaria del inca, Puente de madera o Aquellos ojos grises que le abrió los caminos de Japón con la venta de 15 millones de discos, Radicado en Francia desde el ’72, brinda sus conciertos en numerosos países donde sus discos son editados exitosamente. Hace unos pocos días llegó de visita a la Argentina, oportunidad que he aprovechado para hacerle un reportaje.

Estoy aquí para decirte cuales son mis inquietudes tanto culturales como musicales.

-Comencemos por las culturales.

-Con respecto a la cultura argentina es muy rica para trasmitir a todo el mundo, cuando estoy de viaje al extranjero ya sea Japón,  Estados Unidos, Rusia, Alemania, Francia o España, todos los países donde toqué. Musicalmente estoy siempre en la búsqueda de nuevos sonidos, todos aquellos sonidos que no hacen daño al oído y tratando de conseguir el sonido más puro posible. 

-¿Es difícil hacer esa música cuando está de moda las estridencias?

-  Yo creo que cuando me fui de Argentina lo hice con ese deseo de hacer música como compositor y tratar de evolucionar en los sonidos de los instrumentos que fabrico y toco.  Mi padre fue el primer consejero, si a ellos los educamos es lo mismo que un coche que está maltratado, se arruina.  Yo soy muy maniaco, trato siempre de hacer las cosas a mi gusto.

-¿Cómo se educa un instrumento?

-Despacito…por ejemplo una quena.  Yo siempre estoy arreglándola, es como una mujer, cuanto más bella es, suena mejor.  Mis quenas son mis compañeras de vida como una gran familia que están acompañándome por todo el mundo.

-¿Hay alguna favorita?

-Sí, siempre hay alguna que le gusta estar siempre en  mis manos que otra. Para que las otras no estén celosas las acaricio constantemente dándoles la posibilidad de componer algo con ellas.  De esa manera les demuestro el cariño que les tengo a mis instrumentos.

-¿Toca solo con instrumentos de su fabricación o tiene luthiers preferidos?

-No, toco con los míos pero conocí muchísimos luthiers en la vida que me regalaron flautas y distintos instrumentos que guardo como gemas preciosas, Servando, Vanini, Enrique Armando Pintos, a todos los conservo en la memoria pero el primer instrumentista fue mi padre.  Él me regaló mi primera quena hecha con un  pedazo de caña a los cinco años.  Ella fue la que hizo mucho daño a los guitarristas porque estaba afinada en si bemol con cinco alteraciones, cada vez que ellos me veían comentaban -“¡Uf, ya llegó el tipo con su flauta en sí bemol!”- A pesar de todos los años transcurridos todavía la conservo.

-¿Todavía?

-Sí Graciela, la flauta puede durar toda una vida si la trata bien, es un instrumento que dura muchos años tanto como un violoncelo, un violín, si se la trata mal muere como cualquier cosa.

-¿Que piensa cuando empieza horadar la caña para dar vida a la quena?

-Cuando empiezo a hacer un nuevo instrumento quiere decir que tengo la cabeza con ganas de componer.  Mi compañera desde hace algunos años me dice -“¡Ah! ¿Te vas a ir al campo a trabajar?”- y sonríe con el recuerdo.  Es un momento único e inolvidable no importa las veces que lo haya hecho.

-¿Donde consigue el material para realizarlas viviendo en París?

- En Japón, Bolivia… depende. Pero ahora tengo un sistema de fabricación distinta, por ejemplo las quenas las hago de una madera muy especial que no varía su sonido ni con frío ni calor porque la caña varía siempre.

-¿Cómo las afina?

-Las cañas son todas iguales pero  en el interior son todas distintas, tienen tiras que son diferentes canaletas y siempre hay que limpiarlas y pasarles la lija, cuando están limpias hay que pasarle aceite de lino para que quede brillantes y duras.  De esa manera queda mejor. El problema de la caña es que se va al África donde hace mucho calor y en las noches hay humedad se corre el riesgo terrible de rajarse.  Yo tuve muchas veces que arreglarlas, eso me decidió a fabricarlas en madera a mis quenas, las flautas de pan como se las llama, las antaras, los sikus.  Bueno aclaro que no toco más sikus solo lo hago en antaras, son muy frágiles, hay que saber conservarlas.  Por eso cuando las ejecuto necesito saber la temperatura del teatro, del lugar en que voy a tocar.  La caña totora del Lago Titicaca es extremadamente frágil.  Para mí son como unas niñas, cuando se rajan aprendí a colarlas, todo instrumentista debe saber cuidar sus instrumentos.  Yo tengo flautas de hace más de 40 años que están en servicio y cada luthier tiene su propio sistema de mantenimiento.

-¿Se siente huérfano de paisajes?

-En mi interior de argentino, habiendo nacido en la Quebrada de Humahuaca nunca estoy solo, siempre me acompañan todos sus secretos, los aires, la música, los pájaros, los amigos, mi padre, mi madre, además de todos los amigos que conocí en el mundo son mi compañía constante, es decir no estoy solo nunca.  Cuando vives en un país, mejor dicho estas de paso no necesito decir que me faltan las  cabras, yo me crié en una casa humilde donde había muchos animales perro, gato, un mirlo que limpiaba las narices del perro, todo está grabado en la memoria,  Mi madre nació en Capla apenas atravesando el río, al frente de Humahuaca, sus abuelos eran de Arequipa Perú, y mi padre nació en Santiago de Cotagaita en Bolivia, era muy asiático, de ahí creo que viene el Uña Ramos Guarache.

-¿Su padre era musiquero?

-Si, le gustaba la música.  Tengo entendido que para los días de carnaval mi madre tenía que ir a buscarlo, sino se quedaba afuera una semana, echándole la culpa a Dios Momo.(Se ríe abiertamente).

-¿Como vivió la partida del pago para estudiar siendo un niño todavía?

-Me dieron la posibilidad de salir de la casa de Humahuaca cuando yo tenía 11 años y medio.  EL profesor Bailón Peralta Luna le hizo la proposición a mi padre de darme la posibilidad de trabajar en su academia de baile “El rancho”, en Santiago del Estero dando cursos de quena a sus alumnos mientras estudiaba danzas y música de todo nuestro país.  Fui al conservatorio de música en la misma ciudad a cargo de la profesora de música, Josefina Chazarreta, hija de don Andrés Chazarreta.  Con ella aprendí a descifrar la música, eso me ayudó muchísimo  especialmente en la construcción de instrumentos.  Yo tocaba la flauta traversa, y hacía la traslación de sistema de embocadura todo a la quena.

A Santiago  del Estero vine a hacer mis estudios, pasé el bachillerato.

-¿Dónde?

-Como radiotelegrafista.  Hice el curso, pasé el concurso de código Morse, después viajé a Buenos Aires donde trabajé durante 25 años en el Ministerio de Comunicaciones, porque había que comer, pero la música siempre estuvo latente, me esperó.

-¿Sus padres creían que iba a vivir de la música?

-Mi padre quizás, me ayudó mucho, me dio coraje. Mi madre me quería tanto, yo era el mayor de los varones, que no sabía como hacer para sacarme de la cabeza ser músico. Siempre hasta el último momento me decía –“Ah mi pequeño ¿no tenés plata?”- “¿Porque me dice eso mamá?”-le contestaba. –“Porque no tenés plata para hacerte cortar el pelo”- Ja, ja, ja. Recuerdo que  una vez fueron a verla unos periodistas franceses, a la vuelta me contaron –“Hemos conocido a tu madre, ¡que personaje! Cuando le dijimos que su hijo era muy conocido en todo el mundo, ella respondió ¡Ah! , ¿Y qué hace ahora? ¿Siempre  con su cañita?-“Ja, ja, ja.  Era terrible, ella partió a los 99 años, mi padre a los 85.  Cuando vivía en Buenos Aires iba a verlos cuando debía firmar algún contrato con alguna casa  de discos, a veces pasaban 10 años o 16 sin ver a mi familia y amigos pero es una obligación del profesional ante todo cumplir con la música.

-¿Ha ejecutado otros instrumentos de viento que no sean los tradicionales en el folklore?

-Sí, yo grabé un disco con todos instrumentos de viento tanto saxo, clarinete, traversa, quena, quenacho, antara, todos distintos.  De todo ese abanico la quena es la más difícil, no sé si el público se da cuenta de eso, no solo hay que hacer el sonido sino que hay que afinarlo, por eso la importancia de tener una buena quena.  No es lo mismo que la flauta traversa donde está todo hecho con las llaves, va rápido como  la armónica, ellos tienen los sonidos hechos. Solo se pueden arruinar con la humedad, porque la respiración les hace daño.  Cuando toco tengo que secarlas siempre el interior, para que no se produzcan hongos.

-Con tanta música compuesta ¿Cómo hace para no auto plagiarse?

-¡Soy un monstruo en eso! Cuando se me mete en la cabeza una idea la guardo eternamente, hasta que no la analizo, la pongo en el laboratorio y paso noches enteras a escribirla, borrarla, no sale a la luz. Siempre tuve papelitos  escritos chiquititos guardados en un cajón, ellos ocuparon toda una valija cuando fui a Francia. Allí Empecé a separar, preguntándome –“¿Donde está esto? ¿Con que quena está hecho? ¿Qué personaje la inspiró?-“Alguna vez el problema fue cuando yo grababa un tema, siempre tengo una galería de sonido en mi pueblo. En Francia me despertaba a las 3 de la mañana, meto la flauta, el piano o la percusión y empiezo a trabajar duro, pienso –“Grabé esto una vez y luego pasaron 10 años.  Entonces empieza la búsqueda, cuando encuentro pequeños casetitos, me asombro ¿Cómo hice esto?- me pregunto. También me pasó no encontrar con que flauta había hecho el tema, hay algunos que tienen muchísimos años como “Oda a Borges”, que estaba hecha por la proposición que me hizo alguien de la Embajada Argentina en París de montar este espectáculo en homenaje a Borges en tipo de opera, yo acepté inmediatamente, la preparé con una cantante argentina, casi terminada me avisan que el proyecto se cayó al agua, entonces resolví nunca más perder el tiempo, me había pasado noches enteras ensayando con la cantante, y yo soy muy malo, muy exigente y al final me dicen que no.  Eso me dejó la enseñanza de pedir sponsor antes de comenzar un trabajo. Es más fácil entrar con una grabación en directo al público, pero hacer un trabajo musical sobre personajes, darles nombres, imaginarlos, es una locura-  Desde hace 26 años tengo un arreglador Bruno Pavaurel, conoce toda mi obra, mismo cuando yo respiro me dice

“-Pará esto es difícil, volvé de nuevo”-, es un gran músico.

-¿Que le hace tomar la decisión de viajar al extranjero?

-Siempre tuve la decisión, pero tuve la ocasión de hacer como todos los hombres, un día formé una familia, cuando tuve la suerte de ser padre de una niña muy linda tendría que haber partido a Londres, no lo hice porque sentía que no podía abandonarla.  Cuando cumplió 15 años, sentí que era la hora, sino lo hacía en ese momento, me quedaba para siempre.

-Pasaba el tren…

-Claro, tuve la oportunidad por ejemplo de conocer a Simon & Garfunkel en Francia en una de las reuniones en donde se podía encontrar a Borges, Mercedes Sosa, Piáosla quien siempre me aconsejó que saliera a conocer el mundo con mi música.  Como Simon era un gran compositor me invitó a hacer una tournée en los Estados Unidos y ahí surgió “El cóndor pasa”, me gané bien mi vida como músico.  A los 3 años tenía que cumplir con mi partida porque yo no había salido con los brazos vacíos, tenía dos LP desde el ’68  editados en Trova, y empezó el dolor de Uña Ramos.  Tal vez usted piensa que quitar un país es únicamente quitar una familia, no se quita el país, sus costumbres, los amigos, felizmente puedo hablar cualquier idioma, me gusta, solo soy un poco alérgico al ingles americano que tuve que aprender para ir a Estados Unidos, y cuando llegué a Nueva York no lo necesité porque todo el mundo hablaba español- el recuerdo le causa risa.-

Pero ese no fue mi único problema una vez me equivoqué de país. Resulta que llegué a Francia para hacer una tournée por Francia formando parte del grupo Los incas, y a fin de año del ’71, como tenía casi terminada la gira unos amigos me invitan a Bienne, Suiza para el 22 o 23 de diciembre para tocar solo para los alumnos de escuelas, como adoro los chicos, les confirmo mi presencia y voy a comprar el boleto a la estación de ferrocarril Garde d’Est, donde pedí para Bienne, lo guardé en el bolsillo fui al hotel, esperé 24 horas  y tomé el tren.  Sabía que no quedaba muy lejos, así que cuando pasaron más de 4 horas me empecé a inquietar, ya era el 21 de diciembre.  Me acuerdo que llegué, tomé un taxi al que le indico el hotel Dufour y el taxista me llevó al hotel de Francia. Cuando llego pido un intérprete de español o inglés, que me pregunta secamente “-¿Qué le pasa señor?-“-Yo quisiera saber ¿En que país estoy?- Y me responde lo más temido -“Está en Viena, Austria”-(Se ríe abiertamente) No me quedó más remedio que consultar como hacía para ir a Suiza, reservé boleto para el otro día en avión a Zurich y de allí en tren a Bienne, mientras tanto esa noche  aproveché para pasear por la ciudad.

-¿A Japón llega sin equivocarse de ruta?

-No, esa es otra historia.  Mientras vivía en París, una cantante japonesa muy conocida en su país  Katou Tokiko había viajado a Francia, donde compró mi tercer disco allí había grabado “Aquellos ojos grises”, le gustó el tema y con su compañero también cantante Kiyoshi Hasegawa le pusieron una letra en su idioma.  Al tiempo, en el ‘74 me fueron a entrevistar porque según ellos, mi tema era un éxito, yo creí que me cargaban así que los derivé a mi empresario, como el tampoco les creyó le empezaron a mostrar graficas de Japón en donde yo aparecía como una figura, así que era verdad. Ese fue el comienzo de mis giras al Japón.

-¿Quien era la dueña de aquellos ojos grises que provocaron la venta de 15 millones de discos?

-Fue mi primera mujer francesa, una linda muñequita de ojos grises, ella fue mi inspiración.

-¿Cómo es el público japonés?

-Totalmente respetuoso, diferente al de otros lugares, pero cuando algo no les gusta se van, y parece que hubo casos, felizmente conmigo no pasó porque debe ser un momento muy difícil de olvidar para un artista que silenciosamente el público desaparezca.

-¿En el año ’71 sentía que podía tener éxito con su música poniendo guitarra de doce cuerdas o redoblante?

-¡Ah! Es que yo soy muy loco, muy cabeza dura porque para hacer lo que hice es condición primordial.  Así me decía Roque Narvaja  “- Estás loco, como vas a poner una guitarra de doce cuerdas en la música tradicional “- Pero yo creo que necesito eso, a lo que yo le respondí “–Así yo voy a escribir y vos vas a tocar lo que yo escriba, no son muchas notas, como en “El cóndor pasa” –(y se pone a tararear la melodía con sus arreglos)- Piense que el dúo de 12 cuerdas suena como cinco charangos, Narvaja se reía y me amenazaba que me iban a rajar del  país por esto. Domingo Cura opinaba lo mismo cuando se me ocurrió ponerle redoblante, le hice tocar en “Anatas al viento”.  Lima Quintana me dijo-“Tu música es muy linda, pero es de exportación-“Pensar que los japoneses no solo la hacen en guitarra sino en música tecno, esa fue mi idea hace 40 años.

- ¿Como nace la idea de amalgamarse con la Filarmónica de Berlín?

-Ahí toco con un solo músico en el concierto (me muestra un  demo), yo le muestro que existe la idea no se la puedo dar porque todavía está preparándose,  esta la toco con orquesta y la misma “Oda a Borges” va con sintetizador.  En la Filarmónica casi me echan, opinaban que nunca hicieron eso, que es una sala de concierto clásico pero yo defendí mi idea diciendo -“¿Usted cree que esto no es clásico? Sino anulo mi contrato…“ Al final lo aceptaron, me dijeron –“Venga con su músico, hay un solo músico, aquí hay una orquesta, una cameratta”-. Había que ponerlo, yo soy así.

-¿Piensa actuar en Argentina?

-No, no actúo en Argentina, yo traigo esto  (muestra trabajos en DVD, CD) porque quiero mucho a mi país y quizás me gustaría tocar a mi manera.  Hay que organizarlo, ese es el problema, yo no tengo apuro pero no sé si dentro de 10 años podré soplar. Yo me cuido mucho, no cigarrillo, no alcohol, nunca hay que hacer más de lo posible.

-¿Su último trabajo es  “Uña Ramos en vivo. En Kehl Alemania”  hecho DVD?

- ¡No! El último está acá, (Se señala la cabeza) hay tres temas que grabé para las radios con la orquesta me gusta traer alguna innovación para el público argentino para conocer su opinión, tal vez algún día me dejen tocar, claro, si me dan todo lo que yo quiero para hacerlo, si viene bien, sino moriré sin tocar en mi país, total ya toqué en el mundo que es mi país en este momento.

-¿En que país no ha podido tocar todavía?

-En el infierno, porque hace mucho calor. (Se ríe de su ocurrencia) Yo tenía una mujer que me decía en broma –“Uña Ramos siempre tiene frío mismo cuando estuvo en el purgatorio, en el infierno pidió amablemente –“Cierre la puerta por favor”- Cuando volvía a Humahuaca mi madre siempre me reprochaba –“¿Porque vienes dos días solamente?”- siempre obtuvo la misma respuesta “Aquí en las noches hace frío.”

-¿Como ve la música andina?

-Actualmente está un poco estacionada por los problemas mundiales, la crisis global.  El arte no tiene límites, yo sigo haciendo música, no puedo decir que pueda hacer otra cosa, me queda poco tiempo, yo me doy cuenta que un día de estos puedo desaparecer.  Eso me hace reflexionar en la pobreza que hay en todo el mundo que no llega solo por malos gobiernos sino por educación.

-¿Le fue difícil estar en la vanguardia?

-Yo impuse mi música, mis composiciones.  Ahora todos los músicos que tocan folklore tiene guitarra eléctrica, el violín y el bandoneón entraron en la música tradicional antes que yo naciera y sin embargo la gente me protestaba –“Usted esta blasfemando la música tradicional” Yo siempre respondí lo mismo –“Diga lo que diga, yo hago lo que quiero con mi música”- Para mí no existe lo tradicional siempre se está evolucionando, yo me salté no sé cuantos años, pero no me siento culpable, sino responsable.  Responsabilidad es la cultura que llevamos como argentinos al mundo que no nos conoce empiece hacerlo a través de la música. Esperaron que Piázzolla se muriera para empezar a difundirlo, sin embargo los músicos modernos de Francia, Alemania o Italia  dicen –“¡Que músico!”.

-¿Sigue ejerciendo como profesor?

-Sí todavía enseño.  Antes estaba mucho en la escuela de música, ahora ya no, es mucho trabajo.  Soy muy duro con mis alumnos, tocar la misma nota durante una hora no es muy agradable, pero tengo muy buenos alumnos en Alemania, Bélgica, Suiza, hago étages (Grados) es la mejor forma de enseñar porque estoy en un ambiente completamente libre.

-¿Cuales son sus próximos pasos?

-Debo volver a Japón, también a Alemania donde debo algunos conciertos que quiero organizar de otra manera, orquestal mente quiero decir, tengo que hablar con mi arreglador para decirle que tenemos que agrandar el sistema.

¿Cuántos músicos tiene la filarmónica?

-Depende, hay orquestas de distinto tamaño, lo importante es hablar con el director de la orquesta, el jefe, para ver que le parece.  Si se puede voy, sino nos quedamos, no soy un  tipo de exigir porque hay que tener cuidado, también me van a exigir a mí. No depende de la cantidad sino de la calidad, no se puede medir, hay que escuchar.  Las reuniones son con mi equipo y el jefe de orquesta, los empresarios no forman parte, ellos solo se deben ocupar de contar billetes y nada más, yo no mezclo las cosas.

-¿Tiene un lugar importante la muerte en sus composiciones?

-La muerte es alguien que llega, si la provocamos mucho puede llegar antes, trato de pensar que no está lejos pero va a venir, no le tengo miedo. Le tengo respeto a la soledad, al silencio, ella es el último peldaño de un camino que comenzó hace muchísimos años y en algún momento llegará a su fin.  No la espero pero reconozco que no somos eternos.  Mi mejor amigo es el silencio, acostumbro a caminar al lado del río con mi compañera. Ella a veces me dice –“Hace una hora estamos caminando y no hablaste una sola palabra”- Yo le contesto –“Para qué las hojas de los árboles están hablando por mí”-

  

 
 

 

 


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