"CUANDO LA LETRA DE LA
CANCIÓN ES
DESCRIPTIVA O DE ALTO CONTENIDO SOCIAL, ES LA MÚSICA LA QUE LA
CONDUCE”
Un
hombre identificado con el paisaje y los personajes de su
Rioja natal, tan hondas sus raíces como larga su trayectoria
como escritor, cantor, autor y compositor dentro de nuestro
folklore. Ramón Navarro ha sido cantor de Alberto Castelar,
participó de la obra “Los caudillos”, integrante durante once
años del conjunto Los Quilla Huasi, junto a Héctor D. Gatica
creador de la gran obra integral la Cantata riojana, autor de
temas inolvidables como “Patios de la casa vieja”, “Mi
pueblo azul”, “A Don Rosa Toledo”,”Chayita del
vidalero”compositor de ”Elegía de la Victoria Romero””Zamba
del cercador””La Pailliri” entre otras más de doscientas
obras musicales.
-Aunque he nacido
en la capital riojana tengo una querencia que quiero como si
fuera mi pueblo natal al noroeste de la provincia, en el
departamento de Castro Barros, sobre los pueblos de la costa,
como nosotros los llamamos, es decir la costa del cerro, no es
que haya mar por ahí (risas).Chuquis se llama, pequeño pueblo
de pocos habitantes en donde pasé mi infancia y adolescencia,
ahí es donde aprendí a escuchar y cantar vidalas, a segar la
alfalfa, a garrotear los nogales para el tiempo de cosecha, a
cosechar uva o a regar cuando le toca el turno, como decía don
Rosa Toledo.
-Es un
pueblito que se guarda en un puño...
-Sí, en ese lugar
aprendí la esencia misma de la tierra, si bien es cierto que
la Rioja capital es muy provinciana, muy tranquila, sobre todo
en aquellos tiempos siempre los pequeños pueblos y los
campesinos le dan a uno la proximidad de como se canta una
vidala a caballo para el carnaval por ejemplo, todas las
costumbres tan lindas que cuando era chango se acostumbraba
hacer para el tiempo de la chaya, una de las fiestas más
queridas y típicamente riojanas.
-¿De allí
nace su “Pueblo azul”?
-A esa canción
la escribí para mis Chuquis, tratando de guardar el recuerdo
de la familia, navidades y años nuevos reunidos alrededor de
la mesa del patio, de los pesebres y del carnaval, toda la
memoria de mi infancia encerrada en ese pueblito. No sé si
alguien lo verá de otro color, para mí es el elegido para
recordarlo, depende de la hora el cielo y los cerros, se
mimetizan para volverse azul con diversos matices.
-De allí
sale un Ramón Navarro cantando primero con distintas
formaciones, luego iniciando una larga caminata por el mundo
con los Quilla Huasi invitado por Atahualpa Yupanqui
nada menos. ¿Qué le dejó esa experiencia?
-Esa es sin duda
la etapa más importante de mi carrera... y de mi vida, porque
casi inmediatamente de debutar hice mi primer viaje de gira
que duró exactamente 11 años invitados por don Ata, primero
unos recitales juntos en Madrid y en París, lo que significó
el conocimiento próximo de un paradigma tan importante para
nosotros como lo fue Yupanqui, conocerlo de entrecasa,
juntarnos a la tardecita a comer unos quesitos franceses
acompañados por un buen vino, y charlar sobre sus vivencias,
siendo el un hombre tan memorioso. Me marcó mucho el
tenerlo de guía .A partir de allí hicimos largas giras con los
Quilla Huasi.
-Especialmente al lejano oriente.
-Claro, fíjese que
a Hong Kong ni soñaba conocerla y nos fue muy bien. El
empresario hizo un buen trabajo de difusión, llenamos la sala
teatral y tuvimos buena crítica. Fuimos el primer
conjunto argentino y folklórico que aparecía por allí,
imaginese cantando una cueca, una zamba o una zamacueca y ver
a ese público con tan distintas tradiciones haciendo palmas.
Ha sido una experiencia maravillosa.
-¿Al ver a
ese público entusiasmado sintió que la barrera el idioma no
existía, que el lenguaje musical es universal?
-Sin duda. Cuando
la letra de cada canción es descriptiva o de alto contenido
social, es la música la que conduce un poco a la letra.
A nosotros nos pasa cuando escuchamos cantar en otro idioma y
nos emocionamos igual, aunque no entendamos su significado, si
está bien hecha hay un contenido en toda la melodía que hace
de vinculo y vehículo hacia el alma. Pero le voy a contar un
secreto, nosotros tomamos la precaución de tener una locutora
explicando cada tema en inglés y en el idioma
correspondiente al país donde nos encontrábamos para que
el público pudiera entrar en el paisaje de la canción. Aunque
después pensamos que no hacía falta porque el público oriental
es muy culto, cuando llegábamos nosotros o una orquesta de
tango por ejemplo ellos conocían el nombre del primer violín,
donde había nacido, y así pasaba con todos sus integrantes.
-Entre ese
Ramón Navarro que deja los Quilla Huasi y el integrante de
Arraigo junto a su hijo Ramón ¿Qué diferencia hay?
-La diferencia
está en la edad y el crecimiento de los años trae cierta
madurez y espíritu de conservación. Uno se vuelve más
hondo en sus pensamientos, pasa por una etapa de mucha
elaboración, de mucho trabajo de creación, todo el día y todos
los días, y a lo mejor solo el uno por ciento de lo que surge
es de una determinada calidad, eso es lo único que sirve.
-De todas
sus criaturas musicales ¿Cual es la preferida?
-“Chayita del
vidalero” es una de mis primeras obras, tuvo mucho éxito a
esta altura de mi vida creo que es más antigua que yo
(se ríe abiertamente) y sigue grabándose mucho, pero
Patios de la casa vieja es muy especial. Después de dos
años de la muerte de mi padre, en la casa de la infancia
se quedó sola mi madre, ya nos habíamos ido todos de la
casa, y era demasiado grande para ella sola, entonces no quedó
más remedio que venderla, pero antes quise guardarla en la
memoria con unas coplitas, las guardé y al tiempo le puse
música. Cuando se la hice escuchar a Ernesto Cabeza, le gustó
tanto que me la pidió para grabarla con los Chalchaleros, en
verdad no le creí que se haría conocida porque era una cosa
muy mía, pero me equivoqué, muchos me decían-“¡ Pero usted ha
pintado el patio de mi casa!”-
El secreto de las
viejas casas de provincia es tener en común el patio con su
higuera, el limonero o jazminero para perfumar las noches
veraniegas, todo lo que intento pintar ahí tiene mucho en
común con otros patios, otras casas… otros paisajes.
-Todo
provinciano trae en su avío la memoria cautiva de ese patio…
-Sí, todos los
sonidos, olores y colores y así estamos hablando de la
canción, y todos los sentimientos que ella trasmite. Cuando
uno lo logra extraer de la memoria el pasado, como pasa en “Mi
pueblo azul” o en “Patios de la casa vieja” se siente muy
satisfecho.
Ramón Navarro
es uno de los creadores más fecundos de nuestro folklore, en
cada canción nos deja imaginar los personajes de su arisca
tierra, la resolana de las siestas mientras canturrea el agua
en las acequias arremolinando los duendes riojanos.
CARLOS Y GRACIELA ARANCIBIA