De piel
aceitunada y negra trenza coronándole la cabeza, su
poncho rojo bermejo parece una flor encendida en medio
del inmenso escenario de Cosquín. Mariana Carrizo toca su
caja con la chirlera bien ajustada, desgajando las
bagualas como pájaros, y el público se hace sombra de
cardones, río bramador, horcón donde ella cuelga sus
coplas. En esa comunión con la gente, se la nombra
heredera de la copla, ñusta cajera, otorgándole el premio
Consagración Cosquín 2004.
Nacida en
San Carlos, uno de los pueblos coloniales de los Valles
Calchaquíes donde se enseñorea el sol de la siesta
dejando solitarias sus calles empedradas, y en los patios
familiares un noque sediento aguarda la lluvia de racimos
para convertirlo en alegría de las noches cerrillanas.
-
¿Allí empezaste a cantar?
-Sí con
apenas 8 años, en el escenario de la escuela. Después
empecé a recorrer algunos pueblos aledaños porque mi papá
no quería que me dedique a cantar. Nadie en
mi familia lo hacía profesionalmente. Por ahí las mujeres
mientras cocinaban o trajinaban en la casa iban cantando
algunas coplitas, o los hombres andaban entonando
mientras hacían sus tareas. Para mí es necesario hacerlo,
siento a mi pueblo, ríos, vientos, piedras, reflejado en
este canto con caja. Y las bagualas son parte de ellos.
-Tal
vez el cerro ayudó a la voz para lograr ese canto tan
profundo.
-Seguro
ayudó a expresar mejor las alegrías, la tristeza de esa
gente tan sufrida. Me gusta cantar bagualas de distintos
lugares: las del chaco son un lamento, un canto muy duro,
las de la puna con tanto ritmo, bien moviditas con
influencia del altiplano, las abajeñas y las de los
valles mezcla de las dos.
-¿En
cual de ellas te sentís mas cómoda?
-Todas tienen
algo que me atrapa. En el resto del mapa musical
del país tal vez el artista no necesite conmoverse hasta
las fibras íntimas, yo sé que mi caso si no fuera así no
podría trasmitir cada uno de los sentimientos puestos en
las coplas.
-¿Quienes te conmueven mas en este canto ancestral?
-Varios, la
gente que vive muy alejada de los pueblitos, tan
sacrificada. Cada baguala es un grito de la tierra, los
que cantan en los boliches cuando el vino les hace
brotar coplas como flores. Uno sabe que están gritando su
impotencia. Y los viejitos maduros de soles y saberes
dejando en el aire siempre una copla nueva.
-“Bagualas y algo mas” y ahora “Libre y dueña”.¿ Porque
elegiste llamar así a tu último disco?
-Por
el contrasentido de libertad y dominio. No hablo de mí
sino de la copla. Ella es libre porque así tenga un
autor una vez que se la canta, comienza a correr por los
caminos, es del viento, es de nadie, puede volar en los
vientos y es dueña de todo, de cada sentimiento de los
que la cantan.
-¿Que
guarda el vientre de tu caja?
-Mi
alma, mi pueblo, la memoria de los míos.
-¿La
compañía del escenario es mitad tu caja y la otra tu
trenza?
-No,
la trenza es mi fuerza. Solo mi cajita con su chirlera
bien apretada me acompaña. Aunque en realidad cuando
salgo a cantar no tengo miedo a nada, voy a entregarme.
Se arma un romance, una intimidad entre el público y yo.
Este premio es muy importante para cualquier artista
folklórico, pero para mí ha significado muchísimo, no
solo en lo personal sino también es un logro para el
canto con caja. Hace un tiempo las bagualas y las
coplas estaban escondidas, marginadas y gracias a esto se
ha podido llegar al publico que por ahí estaba dispersado
de su lugar de origen y andaba nostalgioso de escuchar
algunas coplas.
-¿Quién
es espejo donde se mira Mariana Carrizo cada vez que se
adueña de la caja para cantar?
-Sin duda
Doña Gerónima Sequeida No alcancé a conocerla
personalmente pero aprendí a valorarla a través de la
importantísima recopilación de Leda Valladares. Su
experiencia y el valor empírico hacen de su voz una
caricia para el alma.
CARLOS ARANCIBIA
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