La
crudeza de la realidad que a diario ha golpeado por años
al paisano santiagueño, dio lugar a este canto de
esperanza reflejado en la poesía “Los ojos de los niños”
perteneciente a una maestra rural Blanca Irurzun, a la
que Horacio Banegas quiso acoplarle la música, quien así
nos cuenta:
La primera vez la escuché en la voz de mi profesora de
literatura, cuando la volví a oír a don Alfonso Nassif
no dudé en ponerle música, para lo cual debí hacer una
síntesis. Por lo tanto estaba bastante preocupado si la
autora me lo iba a permitir. Busqué su dirección en
Buenos Aires y vine con mi guitarra a pasar la prueba de
aceptación bastante nervioso. Después de las
presentaciones de rigor me sirve un ceremonial té con
masas, y me comienza a hablar de sus cuadros (es
pintora), del movimiento de poetas que en su época se
armó con Domingo Bravo y Germinal Rava, en fin de
diferentes temas y yo esperando que me dé la orden de
arrancar. Ella solo marcaba el compás del tiempo con su
dedo índice sobre el mantel. Hasta que llegó el momento
que me dijo _”A ver”...- Entonces saqué el texto y se lo
di con la aclaración que había tenido que sintetizar su
poema pero no era mi intención molestarla, si no era
correcto me tenía que retirar ya de la casa.
Entonces ella se puso sus anteojitos, lo leyó y me dijo
–“El poema es el mismo, es más, diría que mejor- y
agregó-Bueno a ver ahora la guitarra”- mientras seguía
marcando el compás con el dedo. Saqué mi guitarra y le
canté el poema. Ella muy satisfecha me dijo –“La música
es muy bella, cosa curiosa lo más emocionante para mí,
aunque usted piense que a mi edad ya nada me emociona,
es que nadie ha musicalizado ninguno de mis escritos.
Solo una vez los Hermanos Abrodos me prometieron hacerlo
pero parece que era pura galantería. Entonces me contó
la historia de la letra. Ella ha sido maestra rural
durante 40 años en una escuela rancho del interior de
Santiago del Estero, donde también cumplía las funciones
de inspectora de zona en el departamento de Copos en
Santiago del Estero donde los chiquitos no venían a la
escuela porque debían ir a juntar algodón en las
plantaciones de una multinacional . Entonces ella
entabló una lucha ideológica y social con ellos a tal
punto que fue amenazada, pero siguió insistiendo con los
papás que esos niños debían instruirse en vez de
trabajar con los morrales, esas bolsas al cuello,
haciendo esfuerzos para caminar, con las manitos
sangrantes, terminaban destrozados…pero esas monedas que
ganaban le servían para comer a la familia. Al final la
lucha fue perdida por Doña Blanca, y ese dolor lo pudo
reflejar en el poema. Para escribir en poesía y en un
contexto social no se necesita señalar a nadie sino
hacer solo un muestreo de la realidad social.
Mi tierra tiene un cielo,
tiene un cielo claro y limpio,
mi tierra tiene un río
todo un río
antojadizo
Que si quiere llega al cielo
(“breves ansias de arbolito”)
y en las trenzas de sus niñas
todos los cantos más lindos…
Estribillo
Pero lo mejor de mi tierra
son los ojos de los niños.
Mi tierra tiene un bosque
gusto verde, verdísimo…
y en su rostro de mujer
cuatrocientos jeroglíficos,
sus salitrales tienen
vidrios blancos quebradizos
donde los ojos dibujan
fantasmas de luz y vidrio…
Estribillo
Pero lo mejor de mi tierra
son los ojos de los niños.
Color cielo, color tierra
color corazón de indio
color silencio sobrado
color angustia de siglos…
Color que le duele al alma
color que nunca se ha visto,
color de niño sufrido
color de color de Cristo…
Estribillo
Pero lo mejor de mi tierra
son los ojos de los niños.
CARLOS ARANCIBIA