En
San Miguel de Tucumán, un 21 de diciembre de 1919, nace
Leda Valladares, graduada en filosofía, cantora,
bagualera, autora, compositora, recopiladora,
investigadora. Sus estudios sobre el canto del noroeste
argentino son patrimonio inalterable de la sabiduría de
los pueblos originarios.
Quisiera ser mariposa
con alitas de algodón
para dentrar a tu pecho
y robarte el corazón.
Formó el Dúo Leda y María, con María Elena Walsh,
recorriendo Europa en la década de 1950, dejando
registrado entre otros trabajos discográficos: “Entre
Valles y Quebradas”, “Canciones de Maríacastaña” y
“Villancicos”.
Ahí tienes mi corazón,
abrilo con una llave
y verás como allá dentro
sólo tu persona cabe.
Dentro de su trabajo de campo deben destacarse las
recopilaciones de suma importancia efectuadas por todo
el país y que se reflejan en sus grabaciones “Documental
Folklórico del Norte”, “Documental Folklórico de
Tucumán”, “Manantiales del canto”, “Grito en el cielo –
Vol. 1”, “Grito en el cielo – Vol. 2” y “América en
cueros”, entre otras obras musicales y de investigación.
Es autora del libro “Cantando las raíces”, publicado en
el año 2000.
Decía Leda: “El canto con caja es un ritual de la
cultura andina. Sus caudales traen los reflejos del mito
y la leyenda, la poesía de la vida entre cerros y
soledades donde los pastoreos del hombre y la mujer,
entre corrales y sembradíos, cosechan silencio y
sabiduría, y una profundidad para el canto que se
remonta a los comienzos, cuando todo era comunión y
alabanza.”
Cada que tiendo la cama
maldigo la suerte mía.
No tengo con quien dormir
Para qué la tendería.
Dejó importantísimos estudios sobre el canto ancestral
andino: “En Argentina el canto con caja tiene tres
canciones y múltiple repertorio de ellas; baguala,
tonada y vidala. Cada una pertenece a un sistema musical
diferente”.
Carlos Vega, fundador del Instituto de Etnomusicología,
afirmó que la baguala se urde en la trifonía indígena de
Los Andes, trifonía en modo mayor, abarcando el
territorio que ocupaban las antiguas naciones de lengua
cacana: Pulares, Calchaquí y Diaguitas, que son los
progenitores de las comunidades, hoy folklóricas y
anteriormente étnicas que todavía cantan la baguala en
su propia área precolombina.
Dicen que del pedernal
Saltan chispas de furor.
Así me saca, la ingrata,
Sangre de mi corazón.
Leda Valladares supo interpretar a estos cantores
populares, cantores que cantan al paisaje y a su
entorno, que son representantes de una cultura que
expresan la cosmovisión que los identifica. Leda sabía
lo importante que representaba estar en contacto con los
carnavales donde el personaje principal es el pueblo que
canta y baila. Supo descubrir siglos de silencios y
postergaciones en estos enormes yacimientos del
conocimiento con letras recogidas de los lugares más
pobres y marginados. Leda difundió enormes manantiales
de coplas trenzadas en la rima y el ritmo.
Ya no soy quien antes era
Ni la flor que florecía
Soy el olvido profundo
De la mudanza del día.
La caja la hizo andariega del mundo, la instaló en el
corazón de un pueblo que la reconoce como su más alta
recopiladora de los últimos tiempos. Más allá de los
solfeos y de los conservatorios, está ese canto que
parece desafinado pero que tanto seduce, porque ese
canto desgarrado del alma trabaja entre otras fuerzas
cósmicas para emocionarnos y hacernos gozar del más
auténtico y más hermoso folklore al cual Leda Valladares
le entregó toda su vida.
El 13 de julio de este
2012 a los 92 años, sobre el costado más noble de la
música plantó su arisca melodía entre los sueños de los
pueblos originarios y nos dejó la copla más sentida en
una despedida poblada de sus soledades vallistas.
Que en paz descanse.