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JUAN CHILACA: UNA MIRADA REGIONAL

LAS CANTORAS MALARGUINAS:
ELCANTO DE LOS SIN VOZ
 

Malargüe, singular región del sur mendocino, con una gran y particular riqueza musical, quizás poco conocida como es el canto de las cantoras malargüinas, dueñas en otros tiempos de las únicas voces en las fiestas.  Cantan en un  ritmo de cuecas y tonadas distintas del resto de la región cuyana. Con letras muy antiguas que se van repitiendo de generación en  generación, con el solo acompañamiento de la guitarra  y la ayuda de un hombre o una mujer tañadora. Por suerte hay gente que trabaja mucho para rescatar sus voces, su antigua sapiencia. Como la música, la idiosincrasia de la gente tiene mucho que ver con la geografía donde están insertos. Para entender mejor su origen  esta primera nota está hecha a Juan Chilaca, director del Museo de Malargüe y conocedor como pocos  del ser y sentir de la cultura del puestero. En una soleada tarde con los Andes en el horizonte, esto nos contaba:

-Mi nombre es Juan Chilaca y soy hijo de una puestera malargüina y un indígena coya-chaguanco.  He tenido la suerte, tal vez por esa cuestión de sangre de estar muy vinculado con la cultura desde todo punto de vista.  Hace muchos años que trabajo por y para Malargüe, un verdadero placer. El museo  cuenta con 35 años de vida. En el 2001 ha sido remodelado, sin contar con especialistas.  Yo soy un orgulloso autodidacta, todavía estoy estudiando.  Así que nos basamos únicamente en nuestros conocimientos básicos de la museología. Acompañado del director de cultura y el intendente logramos el objetivo.  En la parte arqueológica  colaboraron 2 especialistas de San Rafael. Estamos enclavado en la ruta 40 norte Km. 327 o  Pasaje Orteguina, al ingreso del Centro de Convenciones. Cuenta con 5 salas en donde tratamos de reflejar las distintas actividades de nuestra comunidad, con una sala dedicada íntegramente a los niños.-Hablaba de la trashumancia del hombre de la zona.  ¿Como era hasta no hace tantos años esta forma de vivir?

-La familia en sí viajaba  desde un punto del departamento hacia el oeste en busca de valles de mayor altura que tuvieran muy buena pastura, teniendo en cuenta el comienzo del deshielo.  En las zonas altas de 2200 metros sobre el nivel del mar permitían  llevar el ganado para su engorde.  En ese lapso de tiempo la familia compartía muchas cosas y por lógica debían llevar toda la provista tanto de ropa, de comida o bebida.  Los niños tendrían la libertad de poder aprender a usar un lazo, o la boleadora de acuerdo a su tamaño. Aquellos que venimos de familia de campo sabemos que en situaciones corrientes no era fácil tratar con los mayores.

-¿Cuánto podía durar ese viaje?

-Aún hoy existen y como máximo duraban 10 días. Superando esa cantidad de tiempo no era beneficioso para los animales.  Como medio obligatorio de transporte el caballo, arriando con los perros. Todo depende de la cantidad de ganado de cada uno.  El que tiene un buen pasar arrea en 3 tandas.  Distinto es arreo de chivos, caballos o ganado, si se tiene la posibilidad se hace una sola vez.

-El hombre viaja a caballo ¿Y la provista?

-Hay que tener en cuenta que estamos hablando de un hombre con características muy particulares.  Si hablamos desde el unto de vista toponímico Malargüe es un lugar de bardas o como se dice comúnmente de corrales. Porque el malal o la barda es la casa para el hombre de campo.  Es ese hueco provisto por la naturaleza donde se refugia de la misma manera que hacían los indígenas en general.  Muchos no llevan más que lo puesto, y algunos elementos que sean estrictamente necesarios.  Los arreos se realizan

desde la primera semana de octubre hasta fines de marzo o abril inclusive.  Cuando comienzan las primeras heladas hay que estar bajando.  Ellos conocen muy bien la geografía, saben que tienen que retirarse de los valles altos si no quieren  quedar encerrados.  Todo eso se da cuando uno puede vivir un traslado. Hoy el puestero puede ser trashumante pero han cambiado muchas cosas con el pasado, a veces tienen una casita, un ramalito, algo primario.  Pero los primeros utilizaron los huecos que la naturaleza les proveía debido a la erosión.

-¿Sus padres han sido puesteros?

-Sí.  Mi madre nació en Chacayco. Llamado así porque el chacal es el único árbol autóctono de Malargüe.  Quiere decir agua o arroyo de chacay y es un pequeño paraje en el límite de nuestro departamento con  La Pampa., y mi padre es de origen indígena de Potosí. Mi niñez la he vivido en el puesto.  Del que tengo vagos recuerdos con respecto a mucha gente que hacía este canto, se me viene a la memoria los nombres de la señora Olarte o doña Juanita Gutiérrez de Barros.

-Hablábamos de las cantoras. ¿El canto va más allá del contexto humano-geográfico? ¿O es su origen? 

-Yo creo que la mujer ha tenido la particularidad de llegar a través del canto a distintas personas en diferentes puestos de Malargüe y eso ha permitido la particularidad de las voces y la forma de tocar la guitarra que las hace especiales. Han podido surgir aún siendo amas de casa, pudiendo volcar y rescatar temas muy viejos, adaptados por ellas, sacadas de su propia memoria, para  hacer que la gente se divirtiera en aquellos arreos de animales en la zona de cordillera.  Tengamos en cuenta que el malargüino es trashumante en gran parte del departamento y esas mujeres eran las que en un punto de reunión podía alegrarlos durante algunos días  con su canto ese curso sacrificado.  Siempre con  la particularidad de su voz no solamente el hecho de compartir la letra de cada una de las canciones tan interesantes para poder hacer un rescate.

-¿Hay un recambio de cantoras?

-Sí, muy poco, tal vez 2 o 3, la mayoría son personas mayores que han seguido con esto de mantener algo tan lindo como es el canto en las mujeres. Siempre hablando de cantoras de una región, de un departamento en especial, pero el mismo canto lo encontramos en el norte de Neuquén o en Chile.  Gente que sin conocerse hace lo mismo.

- ¿Ha conservado en su memoria las fiestas donde cantaban estas mujeres?

-He tenido la suerte de vivirlas en mi propia casa.  Se hacían reuniones, en donde participaba todas las familias  de un lugar.  Ahí no se hacía distingo si uno era policía, peón o maestro, iban todos los que quisieran participar de las guitarreadas. Pero en los arreos las cantoras tenían una vinculación muy particular en el punto de concentración donde la gente de campo tenía que hacer paso obligado como la zona de La vaina, el Potimalal en el SO de Malargüe o Llano grande.  Algún comerciante armaba ahí su bodegón para vender bebidas, algunas mercaderías e indefectiblemente citaba alguna cantora para convocar a todos los puesteros que iban llegando. Y seguro que allí se pasaban largos ratos o a veces días bailando cuecas, al modo chileno.  Cuando uno  escucha  su canto es una rogativa y alguna otra música donde se mezclan diferentes culturas.

-¿El trabajo del museo le dio la posibilidad de tener las primeras grabaciones en crudo de esta gente?

-Sí, he tenido la suerte de estar trabajando mucho tiempo con ellas.  Tal vez las visitaba por un motivo del museo y siempre me acompañaba mi grabador.  La sangre tira…hay tanta gente que sin saber leer ni escribir nos pueden dar lecciones de vida impresionantes: Desde aquel que usa los yuyos para teñir, hace jabón desde las plantas, en fin, tantas cosas necesarias para  vivir en el campo.  Eso marca la riqueza de una región.  Sería muy bueno que cuando uno habla de conservación, se trate de hacer lo menos posible.  Tratar de mantener un objeto lo más posible con “vida”, sin intentar cambiarlo.

                                                                       CARLOS ARANCIBIA

 
 
 

 

 


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