“No busco canciones para impactar a la gente o vender
disco, ellas son la consecuencia del concepto”
Todo
la nombra y la presiente en sus canciones. Celebrando
en la savia dormida de los talas o algarrobos, memoriosa
de ardidas siestas donde hace un alto la infancia, en el
vuelo armonioso de las urpilas, su huella sigue
arraigada a la tierra santiagueña. Horacio Banegas
pertenece al género de artesano del canto. Aunque no
conozcamos el lugar, su historia y su paisaje, las
alegrías y dolores y marginación de su pueblo, la
hondura de sus creaciones musicales atesoran el sentido
de pertenencia.
-Solo Coco y yo formamos parte de la grey artística de
la familia Banegas compuesta por cinco hermanos, de los
cuales soy el último. En nuestros mayores no hay
muchos antecedentes. Mamá nos solía comentar que sus
tíos hacían música en reuniones familiares y mi papá era
vidalero por naturaleza, reunía a sus compadres y amigos
para darles serenatas en casa, nunca arriba de un
escenario. Yo he nacido en el barrio 8 de Abril de
Santiago y criado en el Barrio Ejército del Norte
Argentino. Ambos lugares ubicados en la zona sur de la
capital provincial. Mis orígenes son mi padre de Maco, y
mi madre del Zanjón, cerca de la ruta 9, esas son mis
raíces. Siendo niño he tenido la oportunidad única de
haber recorrido toda la provincia porque formaba parte
de la delegación de artistas, en la parte cultural de
Santiago del Estero. Eso me ha permitido observar
distintos pueblos y personajes para pintarlos en mis
canciones.
-¿Cuando comenzás a cantar?
- A
los 11 años estaba saliendo de mi casa con la guitarra,
prestada por supuesto al principio. Mi viejo trabajaba
en la construcción del dique de Río Hondo, era armador
de la empresa Panadil argentina. Un día se cayó desde
la altura y le pagaron una indemnización, por lo que
debió viajar a Buenos Aires para cobrar. De vuelta fue
llevándole a Coco la guitarra tan ansiada. A mi hermano
lo mandaban a estudiar guitarra, entonces íbamos en
bicicleta con portaequipaje. Empleo el plural porque yo
iba atrás como “asistente”, llevándole la guitarra en un
estuche de cartón que se usaba en esos tiempos. Ahí me
descubrió el profesor que podía cantar cuando necesitó
una segunda voz para Coco para enseñarle algunos temas.
Luego eso me entusiasmó mucho, él me pasaba las
lecciones y yo las aprendía primero. Seguro que cuando
Coco salía de jugar, yo me quedaba con la guitarra hasta
que las sacaba.
-¿Pasó mucho tiempo desde esas clases de “ojito” hasta
la actuación en el escenario?
-No,
nosotros subimos a los 12 años. El primer viaje fue a
Jujuy integrando las delegaciones oficiales del
gobierno, siempre en el rubro de dúo vocal, ya que eran
integradas por conjunto instrumental, solista de canto,
solista de danza, pareja de danza, recitador
costumbrista etc. Con ellos he conocido 8 Festivales de
Cosquín antes de subir como solista. Así empezamos,
compartiendo con gente importantísima, puntales de
nuestro folklore como Ramona Galarza, Los cantores del
alba, Ariel Ramírez, Daniel Toro, entre tantos. Ese ha
sido un aprendizaje valiosísimo. Normalmente tocábamos
en los programas para niños de los canales de
televisión.
-El
andar te ha llevado a estar al lado de un patriarca como
es don Sixto Palavecino
-En
el `89 me tocó hacer una gira por todo el país
acompañándolo a raíz de la enfermedad de su hijo Rubén.
Entonces me llevó a mí como guitarrista, aunque después
don Sixto me invitó a cantar como solista invitado de su
espectáculo en el año ´90 y `91. Esa fue la primera
aparición en el escenario de Cosquín, cantando dos
temas.
-¿Que te significó haber salido Consagración de Cosquín
en el `93?
-Una
sensación rara que continuó a través del tiempo. Yo
pensé que era un reconocimiento hacia la trayectoria del
artista, porque una cosa es la Revelación que sale de
los Pre-Cosquín y otra es la Consagración. Al pasar los
años me han hecho saber que no significaba nada en el
trato que me han brindado a mí o a otras consagraciones.
Me he dado cuenta que se va desvirtuando un poco más
cuando un artista sale en diciembre y es explotado en
ese mes como producto comercial, luego se arma una
“Consagración” en el mes de enero. En el `93 me dio
felicidad porque habían reconocido mi trayectoria, pero
a veces me ignoran, no sé porqué, por ahí se acuerdan.
Felizmente mi carrera no depende de ningún festival.
-Sos
uno de los pocos que no pide palmas a la hora de cantar
en el escenario
-Yo
creo que no es necesario viene solo, es una motivación
instintiva del que escucha. Yo siento una necesidad
interna que el público escuche los textos. Es
importante dejar un mensaje y luego así como arrancamos
tocando una chacarera, buscándonos en los sonidos entre
los músicos para encontrarnos en un abrazo emocional,
para poder rezumar eso que la chacarera no dice, también
esperamos que la gente nos encuentre en ese acto.
-¿Sentís esa comunión?
-Sí,
en la mayoría de los casos hay espectáculos que hacemos
que son inmensamente ricos emocionalmente. Eso es una
devolución generosa de la gente por lo que intentamos
expresarles. Esto no forma parte de una competencia para
ver quien hace o canta mejor las chacareras, simplemente
cada uno guarda una motivación y una forma de
expresarse…luego la gente debe encontrarnos en ese
acto. No hay peores ni mejores ejecutantes, cada uno se
expresa en una forma diferente. Lo que no se debe hacer
es intentar manejar al público con determinadas cosas,
porque él sufre y se emociona, y hay que respetar sus
sentimientos, permitirle que se exprese tal cual es.
-¿Porqué se canta tan pocas vidalas?
-Es
que ella tiene un reflejo diferente al emocional de la
chacarera. Yo creo que con ella hay una explosión en la
gente que los lleva a participar y en la vidala a veces
no hay un ámbito propicio para escucharlas. En un
festival, a veces uno tiene ganas de cantarlas pero se
pide que todo sea arriba, arriba con una dinámica
impresionante, entonces se hace dificultoso expresarla.
-Contanos
de tu experiencia con Los Tobas.
-Fuimos 4 amigos…no sé si llegamos a ser amigos porque
ellos tenían un grupo en el que solo existía un
profesionalismo que yo no había visto en otros
conjuntos. Me enseñaron la disciplina de los horarios.
Soy obsesivo de los ensayos, porque me parecen muy
valiosos. Estuve 8 años y nunca mezclamos las familias,
nunca visité sus casas ni ellos visitaron la mía. Nos
encontrábamos en un lugar donde ensayábamos todos los
días de la semana. Para las actuaciones llegábamos una
hora antes, nos vestíamos, y esperábamos nuestra salida
al escenario. Mantuvimos una relación muy respetuosa.
-¿Cuál fue el factor determinante que habiendo comenzado
con tu hermano Coco, seguido con Los Tobas y el dúo
Banegas, sigas como solista?
-
Los amigos y los colegas me estaban empujando
que cante solo porque las composiciones mías eran
muchas. Yo escribo desde los 13 años y algunas eran
conocidas dentro de nuestros ámbitos. Muchas veces me
preguntaba porque no grababa un disco defendiendo esas
canciones. Nunca había pensado en cantar como solista
ni que los dos primeros discos iban a andar tan bien “Mi
origen y mi lugar” y “Pertenezco a este mundo”. Todo
sucedió en forma natural, en tercer lugar fue
“Sintaxis”, “La ciudad incierta” junto a “Los 15 Éxitos,
luego “El color de la chacarera” y ahora
“Inmediaciones”. Es decir el factor fue la necesidad de
trabajar en el proyecto cultural El túnel, que terminó
en el primer disco.
-¿Porque terminó ese proyecto?
-Terminó por el boom que se produjo a nivel nacional en
el 90. Era imparable la cantidad de trabajo que
teníamos. Vivía arriba de un avión, auto o camioneta,
sumado a la prensa del disco que había sido exitoso. Por
eso quedó inconcluso ese proyecto.”Mi origen y mi lugar”
también fue el cierre de un ciclo cultural que
desembocó en el primer disco, una carta de presentación
ante el público de mi trabajo… más allá de mis canciones
que son exitosas, motivo por el cual no me apura la
necesidad de grabar discos y ser exitoso. Sentí que
debía defender la propuesta artística cultural donde lo
más importante no fuera vender discos sino dar a conocer
las distintas manifestaciones de Santiago. El color de
la chacarera es el resultado de un trabajo de
investigación hecha en el pueblo. Intentamos demostrar
que su único color era sus diferentes maneras de hablar,
sus comidas, sus modismos, la piel de la gente, hasta
sus sufridos silencios.
-Y
aparece otro proyecto.
-Si,
“Inmediaciones” mi nuevo disco pertenece a un proyecto
cultural. Cierra la primera etapa de un ciclo que
iniciamos en el año 200l y que mantuvimos hasta el 2003
en la Universidad de Santiago del Estero. Todo obedece
a un trabajo cultural que he iniciado desde el principio
de mi carrera. Me parece que es válido, porque la
provincia a la cual pertenezco lo merece… necesita del
compromiso. Los ciclos de esos años pudieron tener
continuidad con fondos exclusivamente míos, de lo que
generaban las actuaciones porque no había ayuda
institucional. La Universidad ponía el espacio físico
nada más, el resto era todo a pulmón. Llegó el momento
que no lo podíamos sostener. Cerré esa primera parte que
denominamos “Arte y sus inmediaciones”. Y ahora me
llamaron de la Secretaría de cultura de la provincia
para poner el ciclo de vuelta, ellos pondrían la parte
de infraestructura y nosotros la parte artística. La
idea es llevar una delegación
donde se encuentren cineastas, profesores de quichua, de
danza, sociólogos etc, porque queremos escuchar las
necesidades de la gente y tratar de construir juntos.
-¿Que
significa Inmediaciones?
-
Tiene que ver con las necesidades que tiene un artista,
su perfomance, su entorno, la proximidad del otro, esa
trama que se urde entre uno y otro a través de la
provincia, del país pese a las distancias. La idea es
tomar los pueblos de los bordes de Santiago donde nunca
se mandó artistas o propuestas culturales de ningún
tipo, llevar una delegación
donde se encuentren cineastas, profesores de quichua, de
danza, sociólogos etc. Porque queremos escuchar las
necesidades de la gente y tratar de construir juntos.
Vamos a ir durante los 4 meses del invierno haciendo
talleres, encuentros, dejando en cada lugar un taller
que funcione de acuerdo a las inquietudes propias. En
diciembre nos ocuparemos de hacer un encuentro
provincial en Santiago del Estero con todos los artistas
que rescatemos de esos lugares para hacer el cierre, así
poder compartir escenario. Soy un convencido que se debe
escuchar a todos aquellos que se dediquen a las
manifestaciones artísticas, y generarles espacios
valederos a través de mi canto.
-No
solo rescataste la música, también lo has hecho con los
artesanos.
-Si,
siempre oriento los ciclos para mostrar las diversas
vertientes artísticas que tiene Santiago del Estero, su
música, las danzas contemporánea y criolla. Se
brindan talleres de todo tipo, pueden ser para hacer
videos en forma casera o de artes plásticas. Los
emprendimientos se ponen en funcionamiento para los que
sientan la necesidad de participar, con entrada libre y
gratuita, para unificar al público. En este año hicimos
una suerte de arte unido, hacer video, cortos, pintura y
un espectáculo por mes. Eso ha ayudado a desarrollar la
idea musical del arreglador de mis discos Cristian
Banegas, mi hijo. Para cerrar el concepto, quiero
presentar este trabajo discográfico como una suerte de
arte-pensamiento, su desarrollo y un trabajo musical del
arreglador que tiene que ver con una investigación sobre
la chacarera. Además tiene un trak inter-activo, que es
la continuación del arte de gráfica, me parece que es un
aporte más a nuestra música santiagueña. Ya habíamos
trabajado el arte visual en el disco anterior “El color
de la chacarera”, al igual que en algunos espectáculos
donde montamos una pantalla.
-¿Es
difícil hacer la difusión nacional de un disco viviendo
en Santiago del Estero?
- A
mí me ha tocado salir desde allí. Es muy distinto a lo
realizado por los otros artistas, que han necesitado
venir a Capital Federal para hacer los lanzamientos de
su propuesta. A mí siempre me pareció que debía comenzar
en mi provincia, vivir en ella, y desde allí he logrado
que me conozca el país. He podido grabar mis discos que
ya suman siete, y siento que he ganado un espacio
importante dentro de nuestra música folclórica. No he
necesitado la Capital como el resto. Cuando llegó el
momento de la crisis económica e institucional, allá por
el 200l, todos los trabajadores quedamos sin la fuente
de trabajo. Solo en ese momento debí hacer mi bolso
para acercarme a Buenos Aires buscando nuevos horizonte.
Nunca lo había necesitado. Pero sigo siendo fiel a la
propuesta inicial que es la de defender las mismas ideas
pensando que en Santiago hay muchas cosas para mostrar
todavía. Por eso en este disco hay gente joven.
Compositores que me pareció que debía involucrar al
igual que sucedió en “El color de la chacarera”. Este
es el segundo material discográfico de un total de
cuatro de un trabajo serio de investigación sobre la
chacarera que está realizando mi hijo Cristian y va a
concluir con un libro.
-¿Cuál es el límite de esos desplazamientos para hacer
que la chacarera no tenga un ritmo desconocido?
-
Una cosa es experimentar con un conocimiento
teórico-técnico, y eso está al borde de producir la no
identificación de una chacarera. Este trabajo apunta a
conservar las estructuras tradicionales, las formas.
Pero con el pensamiento que no se la debe tener como un
elemento de exposición de museo, junto a cosas
antiguas. Ella tiene vida propia, está en todos los
ámbitos. En este disco he grabado “Canto de sol” que
habla del desembarco de la chacarera en la ciudad, y lo
que ella ha producido.
-¿Qué produjo?
-Una tremenda alegría al saber que la juventud baila la
chacarera sin importarles la estructura, solo con una
movilización interior, sale a la pista y baila sin
prejuicios. A veces la gente que la conoce y sabe
bailarla siente pudor en hacerlo, pensando si lo hace
bien o mal. En cambio a la juventud no le importa
equivocarse en la coreografía. En algunas grandes
ciudades, hemos visto en algunas reuniones donde falta
el lugar se termina bailando hasta en un balcón. Es un
hecho gratificante. Eso hace pensar que va entrando en
distintos ámbitos y estratos sociales.
-Haber elegido musicalizar a Blanca Irurzun o Dalmiro
Coronel Lugones, no es tarea fácil ¿Te consideras
distinto de otros artistas que cantan letras pasatistas?
-Para mí la poesía es fundamental. Soy respetuoso de la
poesía y los poetas. A veces nos llaman así por que
escribimos algo y estamos lejos de entrar en esa
dimensión, apenas somos letristas de nuestra música,
algunos más que otros escribimos con profundidad. Yo
creo que la poesía está en un espacio en el que todavía
no hemos accedido los músicos populares y tengo respeto
por eso. En mis discos, selecciono algunas poesías para
musicalizar como Los ojos de los niños o Poeta pobre.
Coronel Lugones o Cristóforo Juárez me parecen dos
poetas geniales.
-Volviste a incluir en este nuevo disco a Manuel
Orellano
-Sí,
porque este proyecto que abarca cuatro discos nos sirve
para poder acercar a las nuevas expresiones. Para mí es
indispensable que estén porque hay una coincidencia una
cuestión ideológica de escribir. Tanto él como Juan
Cruz Suárez o Enrique Marquetti son jóvenes que tienen
una expresión muy profunda y válida, poseen una palabra
clara, difícil de encontrar en este momento. Intento que
se acerquen, que tengan un espacio, me parece válido
tener su palabra aunque ello me obligue a resignar mi
parte creativa. Esa es mi forma de manifestarles mi
respeto por lo que hacen y también hay un compositor que
inútilmente ha quedado relegado como José Herrera del
conjunto Los sin nombre.
-La
manera de mostrar trabajos de nuevos autores siempre
habla de generosidad. Pero ¿Qué es lo que desata tu
inspiración?
-Siempre es el hombre es lo más valioso porque el
paisaje siempre está. El sufre las trasformaciones, las
postergaciones, las marginaciones sociales y
económicas. Hasta me conmueve la mirada resignada que
tiene el santiagueño…de siglos. Eso me inspira tanto
respeto que siento la necesidad de escribirles a algunos
personajes que han conformado mis discos, hasta en forma
pintoresca, pero que en definitiva determinan todo eso
de lo que hablo, su idiosincrasia, su ser santiagueño.
Hoy me encuentro como autor con Cristian, mi hijo, no
solo como arreglador sino como compositor, intentando
fusionar los estados de animo del acto creativo,
armonizar con esas cosas. Hemos dado un paso muy
difícil. Dios nos ha premiado con la coincidencia en la
línea de pensamiento con lo que uno quiere
estéticamente, porque en definitiva en la parte
comercial nunca me he interesado y ellos tampoco.
-¿Es
difícil entrar con tu propuesta en las radios
santiagueñas?
-No,
pero no hay programas exclusivos de folklore. Antes la
gran mayoría pasaban música foránea, y de folklore solo
lo mínimo para cumplir con los requisitos impuestos. En
estos momentos están apareciendo muchos nuevos
programas. Pero la gran falla es que aquellos que
pueden trabajar con la música folklórica no les
interesa, porque no les genera los mismos réditos
económicos que tienen otras músicas. Este país está mal
estructurado, con la riqueza cultural musical que
tenemos debiera haber productores dispuestos a apoyarla.
-¿Es
mejor trabajar con los hijos involucrados?
-Sí. Es un orgullo trabajar con mis tres hijos, Juanjo,
Sebastián y Cristian. Compartir la música, enriquecernos
entre todos en una ida y vuelta, poder exponer los
distintos puntos de vista de cada uno para tratar de
entender más. Yo creo que la música santiagueña merece
que se haga el desarrollo en un trabajo musical serio.
A veces las canciones son importantes desde la primera
instancia pero el trabajo cultural serio se debe hacer
con la música necesaria para la gente a nivel país.
Desde el año `98 vengo trabajando con los arreglos de
Cristian y he contratado una empresa para trabajar sobre
la estética del disco llamada “Planta baja C”. No
buscamos canciones para impactar a la gente o vender
discos. Las canciones son la consecuencia del concepto,
no hay nada oculto y ellos encontraron la forma de
trabajar en el rubro folklore y les interesó mucho. Y
yo estoy feliz de poder intercambiar distintos puntos de
vista con ellos.
Agosto se presentaba trayendo a cuestas un frío inmenso,
sin embargo esto no acobardó Cristian Banegas a
acompañar a su papá a la entrevista. Hicimos un aparte
para saber sobre sus inquietudes
-A
los 10 años ya había grabado con Don Sixto un casette de
canciones infantiles con un coro de chicos en quichua-castellano,
eso me dio la posibilidad de conocer como era salir de
gira con un referente tan importante. Después me dediqué
a seguir a mi viejo en el proyecto “Mi origen y mi
lugar” y por una circunstancia fortuita porque faltó un
guitarrista por lo que me tocó a mi salir en su
reemplazo, y ya no dejé más. Estudié música en Buenos
Aires y lo sigo haciendo aún hoy en Córdoba con
profesores particulares también en composición. He
trabajado como arreglador en los discos de Natalia y
Raly Barrionuevo, Presagio, Néstor Garnica, formé parte
de la Juntada como músico. Me gusta bucear en todos los
estilos que hay en el país. Pienso que todavía los hay
muy ricos a desarrollar. En la medida que puedo,
consigo materiales de las distintas zonas musicales para
analizarlos. Así poder tener un conocimiento mucho
mayor.
-¿En
que se basa ese trabajo el trabajo de investigación que
se refería Horacio?
-Es
un trabajo de recopilación desde 1920 con las primeras
grabaciones hasta la actualidad. En este disco hay parte
de un trabajo mío con nuevas formas de tocar chacareras,
desplazamientos y recursos técnicos
-¿Que significan estos puntos y rayas en la gráfica del
disco Inmediaciones?
-En
cuanto a la teoría de la música es la rítmica de la
chacarera, sus acentos y en los que se desarrollan 3/4 y
6 por 8. Algunas de las células rítmicas que yo he usado
en todos los arreglos del disco se los pasé a la gente
encargada del arte.