EL
GAUCHITO: LA DANZA LIBERTADORA
por Marina Carrara
En la investigación del maestro
Alberto Rodríguez
figuran tonadas y danzas folclóricas netamente
mendocinas, que se remontan a principios del siglo XIX y están vinculadas directamente con la campaña
del Ejército de los Andes, bajo el mando del general
San Martín. Este estuvo muy unido a la cultura
popular cuyana en los tres años que permaneció en
Mendoza, y allí nació
El Gauchito, danza épica que todavía hoy se
conserva.
La ciudad de Mendoza
en 1858, corazón de la región cuyana. El
dibujo de A. Goering
describe una escena cotidiana con el fondo de la
vieja Catedral, ubicada en la esquina sudoeste de la
Plaza Principal.
Según Alberto Rodríguez 1 , precursor de la
investigación musical de la tradición cuyana, gran
parte del folklore de Mendoza y de la región de Cuyo
se halla íntimamente vinculada a las campañas del
Ejército de los Andes. Su labor de rastreo se
remonta hacia el año 1920, y la realizó
aproximadamente hasta el año 1936. Recopiló
alrededor de mil melodías entre danzas y canciones.
Muchas de ellas están consignadas en su libro
Cancionero Cuyano, publicado en 1938 y prologado
por el musicólogo Carlos Vega.
Del Manual del Folklore Cuyano, podemos
transcribir lo siguiente: "Desde los primeros días
de 1817 (nos dice Damián Hudson) el campamento El
Plumerillo se había hecho más que antes un punto
de paseo bastante distinguido de la sociedad
mendocina. Damas y caballeros concurrían en
carruajes, comúnmente a la caída de las hermosas
tardes del estío, en lucidas cabalgatas, siendo
galantemente recibidos y obsequiados por los jefes y
oficiales de su amistad".
Allí, dice Comado Céspedes, se conocieron y
contrajeron enlace algunos destacados oficiales con
damas patricias: Juan Lavalle con doña Dolores
Correa, Manuel Olazábal con Laureana Ferrari, el
capitán Perdriel, con Cesárea Correa, entre otros.
Tampoco faltó el conjunto de guitarristas que
alentaba con sus punteos o rasgueos de marchas
militares, o melodías y ritmos regionales. De allí
nació El Gauchito, danza épica por
excelencia.
LOS
NEGROS MUSIQUEROS
La primera banda del Ejército de los Andes nació
gracias al patriotismo de un mendocino: don Rafael
Vargas. Era rico y descendiente de una familia
acaudala
da. En su hacienda, contaba con una famosa banda de
música, integrada por doce negros libertas de sus
antiguos dominios. Estos habían sido elegidos entre
muchos por sus aptitudes musicales. El terrateniente
los envió a Buenos Aires para que se formaran como
músicos. Cuando adquirieron la preparación
necesaria, regresaron a Mendoza, uniformados y con
instrumentos nuevos. Desde entonces, la banda de los
negros se hizo indispensable en las fiestas sociales
y celebraciones religiosas.
Don Rafael hizo vestir a sus músicos con Ias mejores
galas y con ellos tomó la Calle de la Cañada que
llevaba directamente al campamento.
A la comitiva se unieron chiquillos y paisanos
impresionados por la notoriedad de los uniformes y
el sonido de los nuevos instrumentos. La alegre
caravana se presentó al. coronel Gregario de las
Heras, amigo personal de Vargas. Aquél creyó que su
amigo quería hacer lucir a sus músicos, cuando más
hacer alguna ejecución en su honor, pero luego de
interpretar una marcha militar, ante la sorpresa de
propios y extraños, dijo: "Coronel, aquí tiene usted
la banda de su
regimiento". En El Plumerillo, al son de las
guitarras y de los acordes de la banda de los negros
se bailaron las danzas más antiguas de Cuyo:
sereno y gauchito, y luego para celebrar
el triunfo en la Batalla de Chacabuco en Chile, los
oficiales del ejército libertador, dice la tradición
oral, bailaron un gauchito, que por su
importancia en el marco histórico, merece un párrafo
aparte.
Partitura de
El
Gauchito. la danza popular que se
impregnó del espíritu épico de la
gesta sanmartiniana.
EL ALIENTO DEL CANTO PATRIÓTICO
Según afirma Rodríguez en el Cancionero Cuyano,
el gauchito es una danza muy antigua. Se
impregnó de patria tomando el aliento épico y
guerrero de las gloriosas jornadas de la libertad,
cuando el general don José de San Martín movilizó a
todas las fuerzas vivas aprovechables, para la
organización y preparación de las huestes
libertadoras en el histórico campamento. Alude a
esta danza el general Espejo, en sus memorias de las
campañas del Ejército Libertador. Los cronistas de
la época la han citado y la conserva la tradición.
Don Julio O. Fernández en su novela histórica
titulada Gloria Cuyana, nos dice que fue un
gauchito lo que cantó "Cotorrita", el
asistente negro del teniente Montalvo, cuando en la
taberna del filósofo (aquel humilde emigrado
chileno, cuyas aptitudes no pasaron desapercibidas
para el general San Martín quien lo sorprendió con
la designación de jefe de la Secretaría de Guerra
del Ejército Libertador) debió eludir un incidente
con "Cañifla", confidente del padre Aldao, entonces
capellán del ejército. En el gauchito
aludido, "Cotorrita" cantó: "Yo soy el dulce lucero/
que ilumina las praderas/ las montañas, las laderas/
de este suelo mendocino.!/ Yo soy el viejo guerrero/
siempre dispuesto a luchar/ y por la patria ia
pelear!/ ¡Soy el gauchito argentino!".
En otro gauchito de corte eminentemente
patriótico que recuerda
la tradición popular mendocina, y del cual se
conocen diferentes versiones, el propio autor
resulta protagonista de una aventura amorosa por la
que abandona el puesto de centinela, siendo
castigado y el gauchito soldado se lamenta de su
mala suerte, quejándose así en sus estrofas: "Estando.de
centinela/ me vienen a relevar/ veinticinco
granaderos/ un cabo y un oficial./! Estando de
centinela/ me acordéde tus amores/ y salí
desesperado/ al campo por unas flores.!/ Un sargento
granadero/ me tiene aquí arrestado/ ser gaucho dicen
es fiero/ ser gaucho y enamorado"
A través de estas letras y de muchas otras se
advierte el sentimiento
noble y nacionalista del. gaucho, amante de la
libertad, pero también su falta de adaptación a la
vida disciplinada de cuartel, sobre todo el doloroso
trance le estar enamorado: "Ser gaucho
ser buen soldado/ ser gaucho :pucha que es fiero!/
ser gaucho y disciplinado/ si hay amor pucha que es
fiero!".
Alberto Rodríguez,
folklorista
e investigador que
trabajó compilando las canciones y
las danzas populares cuyanas para
rescatarlas del olvido, reviviéndolas en
su piano.
RECUERDOS VISTOS Y OIDOS
Doña Felipa de Barros, hija del general J.M.
Gallardo, guerrero de la independencia que
falIeció en 1864, decía a sus hijos cuando
conversaban de danzas antiguas: "La he visto
bailar entre otras danzas nacionales en la
casa del coronel Morán". según ella, en
algunas de sus figuras, tenía mudanzas
parecidas al Minué Federal, aunque se
bailaba con pañuelos y en algunas de su
secuencias era lentamente zapateado. Algunos
antiguos vecinos de la Cañada del Moyano,
hoy Villa del Junín, también recuerdan
haberlo visto bailar en el campamento de Los
Barriales, cuando las tropas del coronel
Moyano ocuparon esa zona. Lo mismo asegura
doña T. de OIivares, quien manifiesta que lo
de bailar encadenado, entre ocho parejas, en
la casa de don Francisco Moyano, vecino de
tradicional arraigo en Junín.
Afirma Alberto Rodríguez que Don Jacinto
Arce Quinteros, nacido en Mendoza en 1861,
le dio a versión y los detalles
coreográficos que había aprendido a bailar
en Guaymallén, viendo a su tío materno don
Gregorio Quinteros, que fue un conocido
músico y cantor de Mendoza, en su juventud.
"Como la chistosa media caña, el
picaresco caramba, o la plebeya
resbalosa del repertorio de danzas
nacionales argentinas, el gauchito
fue una danza cultivada por la clase
popular hasta mediados del siglo XIX." "El
baile se compone como la cueca o el gato de
dos pies, viendo en todas sus figuras,
repetición del primero". .
Julio Fernández Peláez, historiador
mendocino, expresa: "Es desconsolador
confesar que los poetas de Mendoza hasta
1850, no contaron ninguna de las glorias
del Paso de los Andes. "Pero el pueblo sí
contaba sencillamente la tradición patria en
sus expresiones folklóricas. "De la forma
simple de los poetas intuitivos hay más
cuartetas y décimas que conservaban en sus
memorias o en hojas amarillentas y borrosas.
"Todo lo que nos pidió! generoso lo dimos!
los aperos, los cabalIos! las campanas y los
hijos"./! Pero todo es poca cosa! por lo que
en cambio él nos da! la gloria de ser
Mendoza! fragua de la libertad" .
Como era costumbre, las fogatas atraían a
los guitarristas y cantores que acompañaban
con sus tonadas esperanzadas, los últimos
pasos de las tropas que iban a enfrentarse
con gloria. "Adiós prenda idolatrada! vaya
dejar de existir! me es forzoso el partir!
para mi eterna morada./! De mi vida
infortunada! al mundo dejo un ejemplo./!
Sólo al dejarte contemplo! con el dolor más
amargo! y te dejo como encargo! no me
olvides con el tiempo".
Esta tonada -afirma Alberto Rodríguez- fue
dictada por Don Javier Molino, nacido en
1852. Se domicilió en Godoy Cruz en la
década del '30. Vivió en Chile y en San
Juan. Rodríguez en su cancionero cuyano le
reconoce el mérito: "Contribuyó ampliamente
a mi obra recopilatoria y gracias a su
memoria prodigiosa, se han salvado del
olvido letras, músicas y danzas de gran
valor folklórico", y continúa: "Me aseguró
que su padre le contó que se cantaban en los
fogones del Plumeri110"
"Quién pudiera echar atrás/ los años que han
pasado/ estrechar su bien amado/ y no
olvidarlo jamás.! Pero el tiempo es tan
fugaz,! en la vida transitoria/ que apenas
deja una historial de lágrimas siempre
llena,! cuyo epílogo es la penal y el
prólogo la memoria"
Este tipo de tonadas líricas y amatorias,
que le cantaban al amor y a la mujer, fueron
muy populares a principios del siglo XIX y
tienen la influencia de la literatura de la
época. También eran populares las tonadas
satíricas, las épicas y las narrativas.
Estos mismos datos coinciden con los de don
Ernesto Quinteros, también mendocino.
La región de Cuyo tiene un pasado que
registra la historia escrita. La veracidad
de estos hechos descansa en la autenticidad
de los documentos que los certifican. Sin
documentos escritos pareciera que no hay
historia, pero Cuyo tiene otra historia que
no está registrada en textos bibliográficos.
Está grabada en el alma misma del pueblo;
pues desaparecen con él, si no hay quien se
ocupe de investigar, recoger y conservar
todo lo que a
ella se refiere. Esta es la otra historia
del Ejército de los Andes.
Notas
1. Alberto Rodríguez (1900-1997).
Precursor de la investigación de campo en el
folklore musical presidió la delegación
argentina de artistas que asistieron en
España a la Semana de Mayo, con motivo de la
inauguración del Monumento al General San
Martín, en la Plaza Mayor de Madrid,
designado por el Ministerio de Educación y
Justicia de la Nación (1961). Allí, junto a
la delegación de cantantes y bailarines,
interpretaron este repertorio en el Cuarto
Festival Hispanoamericano de Cáceres. En
1964 fundó el Instituto de Investigación y
Divulgación del Folclore Cuyano. Falleció
el18 de agosto de 1997.
Bibliografía y fuentes:
ALBERTO RODRIGUEZ, Cancionero Cuyano,
Buenos Aires, Numen, 1938. JULIO FERNÁNDEZ
PELÁEZ, Tradiciones Cuyanas, Mendoza,
Edición La Argentina, 1946.
ALBERTO RODRIGUEZ, Manual del Folklore
Cuyano, Mendoza, Ediciones Culturales de
Mendoza,1990.
Archivo del Instituto de Investigación y
Divulgación del Folklore Cuyano.
Ilustración que representa un baile popular en
el campo. (De la revista
Alma de Nogal de Mendoza).
Fuente:
Marina Carrara (Nieta
del Investigador y Folklorista Alberto Rodriguez