El
cuchillo, en nuestro hombre de campo, es herencia cultural
europea llegada con los primeros conquistadores del Plata.
Más
que hispánica, flamenca, si nos atenemos a las características
del arma y modo de portarla: en la bota, en la cintura, sobre
los riñones, con el mango asomado hacia el flanco derecho.
Objeto, prenda, instrumento,
útil o arma, que todo esto lo fue simultáneamente, que quizás
y sin quizás, como ningún otro de su ajuar, representó mejor
al gaucho y fue su más valioso complemento, parte casi de su
propio ser, bajo cualquiera de las formas, variedades o tipos:
daga, facón, verdadero
cuchillo, caronero, verijero, que constituyeron su rica gama
de manifestaciones y formas a través de los tiempos.
Imaginar a un gaucho sin su cuchillo es más difícil, si cabe,
que imaginarlo sin su caballo. Para él, como va dicho, lo fue
todo: cuchillo y tenedor para comer, mondadientes, instrumento
para matar los vacunos, cuerearlos, carnearlos y sebear; para
tusar el caballo o desvasarlo; útil de toda su artesanía
(tientos, trenzas, lonjeado, repujado, etc.); con él se cortan
los panes de tierra o los haces de paja para construir el
rancho y una larga lista de etcéteras casi imposible de
enumerar en detalle. |