La
bota de potro es un tubo de cuero crudo enterizo, sin
costuras, que ajusta pierna y pie, fue usado como calzado
rural. Se obtiene de las extremidades posteriores de burras,
potros, terneras, vacas y yeguas; hechas con cuero de gato
montés, o con las patas traseras del puma o yaguareté. De
todas estas la preferida por los gauchos era la de potro.
La "bota de potro" fue usada por
nuestra gente rural desde el siglo XVII. Este calzado, rústico
y funcional, fue muy usado entre los arrieros, vaqueros,
sebeadores.
Con el enorme desarrollo del vacuno, sustituyeron los potros
por las terneras y vacas, sacrificadas para la sebeada, cuyos
cueros pequeños y de poco peso, no tenían el interés comercial
que el de los toros y novillos. Luego, por razones económicas
se vuelve a la bota de caballar, no a la de potro, sino a la
de yegua, animal de muy poco valor en el campo en aquellos
tiempos.
La bota de potro desapareció por los altos precios de los
cueros del ganado caballar y vacuno y, con el desarrollo de
los calzados industriales de uso rural, de bajo costo y fácil
obtención: la alpargata.
Para hacer las "botas de potro"
se sacaba entero el cuero de las patas traseras de un equino,
se limpiaba de todo pellejo y se sobaba. Este tubo de cuero,
se amoldaba a la pierna y al pie del hombre; la curva del
garrón formaba el talón; la punta se dejaba abierta para
permitir al jinete dejar los dedos desnudos y así estribar en
los famosos estribos "de botón".
Una bota similar, mucho más suave y considerada artículo de
lujo, se confeccionaba con cuero de gato montés o de tigre,
dejándole el pelo con todo su colorido.