Esta antigua
leyenda sanjuanina cuenta que Mariana era un hermosa india
que de vez en cuando aparecía por el pueblo, pero que nadie
sabia adonde vivía. Ella no hablaba con nadie, llegaba al
poblado y vendía unas pepitas de oro que traía en una bolsa.
Luego se marchaba silenciosa.
Esta actitud
sumada a que en el pueblo desconocían de donde venia y hacia
donde iba, hicieron que fuese creándose un misterio en torno
a ella. Unas mujeres dijeron que la habían visto hablando
con los animales, pero los hombres no les creyeron.
Inclusive, dicen que un campesino se atrevió a preguntarle
de dónde sacaba las pepitas de oro y que ella respondió.
- de un
pocito . y apuró su paso.
Para
descansar, se recostaba a la sombra de un árbol que parecía
haber elegido con ese fin, porque era siempre el mismo. Se
alimentaba de frutas silvestres.
Una noche,
unos bandidos que la habían estado vigilando con el
propósito de robarle el oro, la sorprendieron dormida debajo
del árbol e intentaron tomarla por asalto pero, de la nada,
un enorme perro con ojos que lanzaban fuego, se abalanzó
sobre el grupo hasta espantarlos.
Dicen que el
mismo grupo, tomando más precauciones, decidió seguirla para
descubrir de dónde provenía el oro. La leyenda cuenta
que se internaron en el cerro y que nunca más aparecieron.
El nombre del
departamento de Pocitos (San Juan) tiene su origen en esta
leyenda. Al parecer, fue allí que la india habló con el
campesino y le dijo de dónde sacaba el oro.