El hombre viejo avisó
a sus dos hijas que le quedaban pocos días de vida. Les
solicitó ser enterrado con los hombros y la cabeza fuera de
la tierra. Les recordó que ellas deberían hacer el rito del
duelo. Asimismo, las previno de la llegada de un hombre.
Cuando estuvieran alejándose del lugar y lamentándose con
cantos, ese hombre, muy parecido a él, se acercaría y les
pediría hacerles el amor...
Una vez fallecido,
ellas procedieron a enterrarlo como lo había pedido. Al
alejarse, el padre saltó fuera de la fosa, olfateó sus
huellas y alcanzándolas, les dijo que era el hombre del cual
había hablado y las abrazó. Una logró escapar, pero como el
difunto le había hecho el amor a la otra, ambas se
convirtieron en guanaco por haber transgredido la
prohibición.