Fue en el tiempo en
que el Imperio. del Sol
agonizaba bajo el imprevisto eclipsamiento
de su astro.
Los Conquistadores
habían.. invadido la Ciudad Sagrada, y tras simuladas muestras
de amistad, se lanzaron sobre las
huestes desprevenidas del
Inca, derrotándolas y tomando
prisionero al Hijo del Sol...
Los días de angustia y dolor que
siguieron después para los súbditos
del Inca, no
encuentran expresión en las palabras. ,Era.demasiado
dolor y demasiado drama. Caer asi sin luchar. Oscurecerse el
Sol tan
de pronto.
Lo cierto es que los fieles' del
Inca cautivo
pensaron en el rescate. .Y los conquistadores,
sedientos de oro,. no' vacilaron
entrar en tratativas.
-Aceptamos, pero
queremos oro...
mucho oro.....
-Os llenar~ de oro esta
habitación que me sirve de celda.. .
-Es poco...
Entonces el Inca estiró
los brazos hacia arriba; se puso en
punta de pies y haciendo una señal en la pared exclamó:
-Hasta aquí...
. Los extranjeros
aceptaron. Cabían allí millares de lingotes de oro. j
MILLARES!. . . Portento que jamás
habían soñado y que deslumbraba
sus ojos y nublaba sus corazones. . .
Puesta la noticia en
conocimiento de los tributarios del Reino por varios
chasquis que llevaron la noticia a todas las provincias con
pasmosa celeridad, comenzaron a desfilar
por todas las sendas guanacos cargados' con
talegas de oro que pendían a ambos lados de la cabalgadura,
rumbo al Cuzco...
Pero he aquí que llega
nuevamente un chasqui con la triste noticia que el Inca
había muerto en la hoguera. El rescate, pues,
era imposible. Atahualpa, el
Hijo del Sol, , había sido sacrificado.
Desorientados en un
principio, los portadores de la
preciosa carga resolvieron reunirse
en un cruce central de los caminos, al pie del Cerro
Pachamama. Y ahí la resolución fue
unánime: ocultar el tesoro del :rescate.
La caravana desfiló
días y noches por senderos abruptos y desconocidos, donde
jamás el hombre había puesto sus
plantas. El amanecer, el crepúsculo y
la noche, vieron desfilar sin descanso a esa caravana
doliente rumbo a lo desconocido, como empujadas por las alas
del viento a cumplir su designio...
y por fin -en un sitio
que jamás nadie podría revelar-, ocultaron el tesoro
cuiadosamente y rogaron fervorosamente a Paehamama que lo
guardara por siempre en
- seno, y que jamás permitiera
cayera en manos de los invasores que
habían ultimado al Inca, ni a sus
hermanos de raza. Pachamama recogió
el ruego y absorbió en sus entrañas la áurea
carga....
Luego los fieles servidores del
Inca emprendieron el
regreso, guiados por Huiracacha,
por. sendas que nadie conocía, y
nuevamente el Sol y la Luna vieron desfilar por todos los
senderos de la montaña aquel ejército derrotado y triste,
para el cual ya no existía Dios ni
Rey. Pero a sus espaldas quedaba sepultado para siempre el
tesoro que no alcanzó a rescatar la
vida del Inca, que era la vida de la raza, pero que jamás
encontrarían los blancos, porque era la única venganza de un
pueblo que vio oscurecer el Sol en
la plenitud de su apogeo.. .