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SUPERSTICIONES Y LEYENDAS - EL ÑEPIRÚ TTATA AVA
INFANCIA DE LA HUMANIDAD


Tiempo hubo en que el hombre no tenía noción de lo que hacía. No sentía alegría ni pena; no se extasiaba ante el esplendor de las auroras ni la magnificencia de los crepúsculos. No sentía emoción al contemplar las estrellas rutilando en el cielo sereno, ni ternura en el silencio sublime de la noche. No lloraba ni reía. No cantaba ni gritaba. No sabía del Amor ni del Odio. Era, en suma, un ente mecánico rodando sobre la Tierra, sin sentimientos ni pasiones.

Pero un día brilló una lucecilla en su alma. y el hombre sintió deseos de cantar, de amar...

Ebhuá (Dios), que había encendido esa lucecilla en su alma, escuchó ese deseo vehemente del hombre y le di6 lo que pedía.

Desde entonces el hombre sintió la Alegría, mas también el Dolor y la Tristeza. Sintió la emoción y la ternura, pero con ellas la pena, el desaliento, la angustia. Aprendió a cantar y a llorar, a reír y a gemir. Sintió en su alma la noche y la aurora. Sintió ansiedad por la belleza, la luz, el sonido. .. Levantó los ojos al cielo y aprendió a meditar mirando la luz de los mundos insondables. Escuchó el murmullo de la fronda y aprendió a cantar. Se extasió ante el paisaje y tembló de emoción. ante la mujer. Aprendió a amar, a amar intensamente. y aunque tras de cada pasión asomaba avieso el odio, instigado por el Demonio, amó y se sublimizó. Pero con cada amor venía inseparable una pena. Era el equilibrio lógico con que Ebhuá contrabalanceó los deleites inefables del Amor.

Y desde aquel entonces, por los siglos de los siglos, el hombre ama y sufre...

 

 

 

 

 


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