Guayrá era un indio
bueno. Tenía especial predilección por las" igás" (canoas) y
dedicaba todo su tiempo a la fabricación de esas
embarcaciones. De sus manos salían
canoas admirables que' despertaban la admiración y envidia
de los demás.
Un día concluyó la que
él consideraba más perfecta de su ingenio inquieto y
creador.
Ufano, decidióse dar
con ella un paseo por el Paraná. Y así, gallardamente se
deslizó por las mansas aguas del río dejando vagar sus
pensamientos al azar. Anduvo extasiándose varias horas con
el pintoresco paisaje que le ofrecían las orillas que
encerraban todas las gamas del encantamiento que la
Naturaleza y Dios pueden ofrecer al hombre, y cuando estaba
próximo a hacerse la noche, quiso volver río arriba para
regresar a su choza. A pesar de la aparente
mansedumbre de las aguas, notó que la corriente le
impedía remontar el trayecto recorrido.
Comenzó a inquietarse, y duplicando su esfuerzo y su habilidad,
intentó vencer la resistencia del agua. Inútilmente. No
conseguía avanzar ni un palmo. Presintió algo fatal y tornó
a hacer supremos esfuerzos por zafarse de aquella dramática
situación. Entonces comenzó a anochecer súbitamente y una
tormenta furiosa atronó el espacio. Taú, el genio de las
tormentas y acólito de Añang lo. había atrapado.
Mientras oía las
palabras de Taú, Guayrá luchaba desesperadamente gastando
sus últimas energías.
Se embravecieron los
vientos y las lluvias, y abatido Guayrá se dejó llevar por
la corriente. La gallarda embarcación no resistió la furia
de las aguas y bajo un relámpago cegador se abatió en ellas.
Guayrá luchó un instante solo, pero de pronto, dando un
salto espectacular, se hundió para siempre en aquel mar
proceloso. . .
Consumada su obra, Taú
se rió estrepitosamente, y su risa diabólica
se prolongó largo tiempo en la noche.
Volvieron las
aguas a tranquilizarse y se despejó
el cielo. Pero en aquel lugar las aguas formaron un salto
turbio, símbolo de la tragedia, y que
los guara des conocen con el nombre
de Salto d: Guayrá.