Antes de la
llegada de los españoles, los diaguitas realizaban ofrendas a la
Pachamama y al Viento Zonda, pues contaban con su protección
para ser liberados del peligro.
La Pachamama, madre Tierra, y el viento Zonda que proviene del
norte, es característico de la zona y corre a gran velocidad,
cargado de arena y calor, de abril a agosto, eran las
divinidades de la naturaleza con las que contaban para ser
protegidos de dos "gigantes" que venían dispuestos a matar a
todas las tribus de la nación Diaguita.
El viento Zonda, con su furia dejó ciego al "gigante" que hacia
estragos en la quebrada de la Troya, paraje denominado así por
los españoles, que asemejaban la guerra con el indio, a la
guerra protagonizada por los troyanos en la antigüedad, y al no
poder caminar, se dejó caer en el mismo lecho del río.
Los diaguitas
sabiendo que muy pronto el "gigante" podría volver a ver,
pidieron a la Pachamama que hiciera soplar el viento Zonda en
Tinogasta.
La Pachamama escuchó la súplica de los diaguitas y mandó a
soplar desde las profundidades de la Tierra el viento Zonda,
durante todo el invierno hasta que llegara el verano.
El "gigante" castigado y ciego por el Zonda esperó al verano,
pero, cuando llegó la Estación, el Río La Troya creció tan
enfurecido que sorprendió al "gigante" en su lecho. Hundieron
totalmente su cuerpo y lo convirtió en piedra.
Es así que desde
Guatungasta, ciudad diaguita, siguiendo el lecho del río, a
pocos kilómetros, encontramos una tremenda roca que es la cabeza
del "gigante" y es que sorprendentemente posee el perfil de un
hombre.
Basada en un
artículo de la Revista Catamarqueña