En las sierras de Neuquén, en la
zona del Portezuelo, cuentan que un jinete montado en un
caballo negro galopa desde la cumbre hasta la ladera del
cerro. Hace esto repetidas veces y mientras cabalga grita y
pronuncia palabras indescifrables.
Algunos lugareños dicen que el
sonido que emite es parecido al gruñido de un cerro. Su
presencia coincide con la llegada de los vientos más fuertes
del invierno y se lo considera augurio de mal tiempo.
También se asocia su presencia
con una de las formas que adopta el diablo.