Esta historia también trata sobre dos hermanos... Dicen que
vivían en medio del campo y que trabajaban haciendo tareas
rurales; que se dedicaban, especialmente, a la agricultura.
Las vainas dulzonas y pintorescas del algarrobo maduran en
el mes de febrero, tiempo en que las juntaban en gran
cantidad para luego producir patay con ellas. El trabajo era
un poco tedioso pero muy productivo: machacaban en el monero
el contenido de las vainas para sacarles todo su sabor y con
esa especie de harina preparaban el codiciado patay que no
es otra cosa que un quesito dulce. También solían hacer unas
excelentes bebidas: con algarroba blanca, quebrándola y
poniéndola a fermentar, obtenían la añapa, bebida fresca
pero turbia. Con la algarroba negra, en la misma forma
lograban la aloja: bebida fuerte, amarilla y transparente.
Antenor y Francisco en esos tiempos de abundancia se daban
aquellos pequeños lujos que en épocas de carestía no podían
permitirse: iban a bailar, invitaban a alguna bonita joven,
tomaban alguna copa.
Uno de esos días la algarabía del festejo se convirtió en
tragedia. Después de bailar un rato, por aburrimiento, se
pusieron a tomar y a tomar y a....
Antenor pasó el límite que su cuerpo le permitía y terminó
emborrachándose.
Por esas cosas que tiene el alcohol, de la nada, comenzó a
buscar pleito sin razón alguna con Francisco. De la agresión
verbal pasaron a las manos y antes de que pudieran
separarlos, ciego por la embriaguez, Antenor mató a su
hermano.
Al sentir el peso muerto de quien había sido su compañero
desde pequeño, la lucidez volvió abruptamente a su mente y
comprendió lo terrible de su acción, entonces huyó al monte.
La culpa se le hizo intolerable, era tal el peso que sentía
que tuvo que bajar la cabeza más y más, y poco a poco, se
fue hundiendo en la tierra y se convirtió en coyuyo. Y como
su angustia no lo deja, anta, para ocultar su tristeza. Solo
cuando la algarroba madura, se da un respiro y salta a la
superficie de la tierra.