Según los
indios de las misiones jesuíticas de Jesús y Trinidad que
florecieron en el Paraguay el Ahó Ahó era un animal terrible
parecido a la oveja, con grandes garras, y que devoraba sin
piedad a las personas que encontraba en el monte.
La única
salvación que había contra este terrible monstruo era el
subirse sobre una palmera, pues era árbol sagrado del
Calvario. Cualquier otro árbol era cavado por el Ahó Ahó con
sus potentes uñas, y el que había trepado sobre él era
devorado inmediatamente.
No hay para
qué decir que esta leyenda es de origen jesuítico y que
tenía por objeto impedir que los indios salieran fuera del
radio que tenían marcado en las reducciones respectivas, a
fin de que no desertasen, se perdieran en el monte, se los
comiera algún tigre, que entonces eran abundantes, o fuesen
víctimas de los otros indios salvajes, que no dejaban de
merodear por los alrededores de las misiones.
En cuanto a
lo de la palmera, también tiene su razón, pues son árboles
muy delgados, muy altos y difíciles de trepar, de modo que
los indios no debían tener mucha fe en esta ancla de
salvación.