El Payé es un
amuleto que puede ser hecho de las cosas más variadas;
muchas veces debe serlo en determinados días, horas y
circunstancias.
El Payé es
casi siempre personal, fabricado "ad-Hoc" y especialmente
dedicado a una determinada misión; no he conocido payés de
uso general como nuestras mascotas, por ejemplo; en la
región visitada por mí todos los datos recogidos están de
acuerdo con esto.
Este amuleto hay que cuidarlo y cuando en su composición
entra la piedra imán, es necesario darle de comer de tiempo
en tiempo, es decir, agregarle pedacitos de agujas, que es
creencia que son devorados paulatinamente por la piedra.
En otros
intervienen el agua bendita y se supone por este solo hecho
que el Payé está bautizado, lo que hace que el que lo posea
se abstenga de relaciones sexuales, llevándolo consigo; este
el el caso de la moneda de plata (Payé de la amistad)
colocada en la pila de agua bendita a la entrada de la
iglesia, con la intención de que todo el que entra y moje se
mano en la misma agua quede de amigo.
Igual
precaución hay que tener con el Payé fabricado con hueso de
muerto, preferentemente de criaturas infieles, es decir, sin
bautizar, pulverizado, mezclado con cera y colocado
furtivamente debajo del mantel del altar para que quede
consagrado durante una misa.
Lo mismo pasa
con los Payés fabricados con el paño blanco y angosto que
colocan en las cruces de los cementerios o caminos señalando
el lugar de una muerte repentina, asesinato, etc, llamado
Curuzú Yegüá, que es muy recomendado contra las heridas de
bala.
Muy castos
son también los Payés que representan un santo; éstos se
ponen bravos porque son muy delicados, y es necesario
hacerlos dormir afuera, sobre todo los trabajados en viernes
santo, antes de salir el sol, porque los tienen por
bendecidos; éstos son hechos con la madera de la raíz de
laurel. San Felipe y Santiago, excelente para poder
domar caballos; San Marcos, para tener coraje, por
representarlo allí con un toro; San Antonio, cuyas virtudes
de taumaturgo en general son harto conocidas y su
tratamiento nunca es de lo mejor porque es santo de rigor:
se le emplea colgándose del pescuezo para que señale la
dirección donde se hallan las cosas perdidas, o presta otros
servicios más o menos reñidos con su carácter.
Pero los dos
santos más curiosos aunque fabricados con diversas materias
y de creación netamente popular son: San Son, hecho con la
punta de un cuerno de toro, como animal de fuerza,
para conseguirla, pues creen que Sansón, el héroe hebraico,
es un santo, descomponiendo la palabra.
El otro es un santo más serio: San La Muerte, que suele
hacerse con plomo, flaco y cabezón, con apariencia de
esqueleto, fabricado también en viernes santo, excelente
contra la baja y el cuchillo, es también muy delicado: hay
que hacerlo dormir afuera y no pelear con él sino en los
casos graves, pues la muerte del contrario es infalible.
Uno de los
más fastidiosos o traicioneros, es San Antonio, usado para
no cansarse y ser guapo en el trabajo, fabricado en este
caso en viernes santo, de un guacho o retoño cerca de la
raíz de un árbol de yerba mate, hay que velarlo el día de su
santo y no dejarlo solo, porque sino incendia la casa donde
se queda.