"Tupá" necesitaba un mensajero para traer a su lado los
espíritus de los muertos de su pueblo. Los espíritus no
sabían el camino hacia Tupá, y el les iba a dar a alguien a
quien seguir. Tupá pensaba ... y mientras pensaba jugaba con
una espina de coquero.
Un moscardón verde parecía detenido en el aire. El sol se
reflejaba en el y ponía una nota policroma cada ves que
efectuaba un pequeño movimiento de traslación, moviendo sus
alas y zumbando continuamente.
Tupá, como al descuido, fue acercando al moscardón la base
de la espina del coquero, y con un leve movimiento lo toco
con ella en la cabeza... ¡y rió mucho! ¡Ya tenia al
mensajero! Solo faltaba ahora hacer que cada espíritu
tuviera un sitio adecuado para esperarlo. Y como los
espíritus son bellos para Tupá decidió que residieran
después de muerto el cuerpo, en la flores del bosque, donde
Mainumbí - Picaflor - los iría a despertar tocándolos
levemente con su pico...
Mainumbí entonces dejo el país de tupa y vino a la tierra
donde comenzó a despertar los espíritus dormidos en las
flores rozándolos con su piquito salido de una espina de
coquero... y luego de despertarlos los lleva velozmente
hacia el cielo donde reside Tupá.