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El
joyero que me hizo |
Eres
chiquita y bonita, |
fue mi madre, y con
esmero, |
eres como yo te
quiero, |
y antes de que tú me
quieras, |
eres como una alhajita
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yo te juro que me
muero.
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hecha por un joyero. |
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Corazón
mío, no llores, |
Padezco y
voy padeciendo |
no llores
ni tengas penas, |
para que
no padezcas vos, |
que si vos
pasas trabajos, |
que sería
más tormento |
otros
arrastran cadenas. |
que
padezcamos los dos. |
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Mi casa
está muy distante, |
Quieran
los cielos que pronto |
junto a un
jardín florido, |
se vea mi
afán colmado, |
vaya
cuando guste, joven, |
de hacerte
mi dulce esposa |
que será
bien atendido. |
y vivir
siempre a tu lado. |
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Los
hombres son angelitos |
No me fío
de los hombres |
niñitos de
San Antonio, |
ni aunque
los vea llorar, |
las
mujeres son el diablo |
que son
como el cocodrilo |
parientas
del gran demonio. |
que llora
para matar. |
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Todas las
cosas son buenas |
La mujer
que quiere a un viejo, |
antes de
echarse a perder, |
¿qué será
su pensamiento? |
la leche
antes de agriarse, |
Haga de
cuenta que abraza |
y lo mismo
la mujer. |
un
quebracho cascariento. |
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Cuando me
velen a mí, |
La mujer
que quiere a dos, |
penas
penando |
no es
zonza, es bien prevenida; |
no será
cuando me muera, |
si una vela
se le apaga, |
será al
estarme casando. |
le queda
la otra encendida. |
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De esos
hermosos ojos |
Mi madre
me dió un consejo: |
tengo
grandes quejas |
que no me
quiera casar |
si ellos
me quieren mirar |
con mujer
de ojos alegres, |
¿porqué tú
no los dejas? |
porque
ellos me han de engañar. |
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Ojos
negros matadores |
Tú sabes,
almita mía, |
¿porqué no
confesás |
que el
amor ha de ser uno; |
las
muertes que tenés hechas, |
la mujer
que quiere a dos |
y
corazones que robás? |
no tiene
amor a ninguno. |
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Las
solteras valen oro, |
No tapes
con la pintura |
las
viuditas valen plata, |
los
colores de tu cara, |
las
casadas valen cobre, |
que sólo
en las casas viejas |
y las
viejas hoja'e lata. |
se retoca
la fachada. |
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Una vieja
de cien años |
El hombre
que llega a viejo |
y un viejo
de ciento dos, |
es igual
que si muriera, |
se daban
de barrigazos |
porque en
cuanto al amor |
y daban
gracias a Dios. |
no habrá
mujer que lo quiera. |
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Yo te
quisiera querer |
Qué
desgraciada mujer |
pero tu
mama no me deja |
la que se
casa sin saber, |
en todo se
ha de meter |
con
hombres que no conoce |
el demonio
de esa vieja. |
ni los ha
visto nacer. |
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Quisiera
verte en el año |
Cuando la
mujer es buena |
treinta
días en el mes, |
no hay
plata con qué pagarle, |
cada
semana seis días, |
pero
cuando sale mala |
y cada día
una vez. |
no hay
palo con qué pegarle. |
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Querer
una, no es ninguna, |
No te
cases compañero, |
querer dos
es vanidad; |
con mujer
menor de edad; |
el querer
a tres o cuatro |
cuando no
le falte el juicio, |
es gracia
y habilidad. |
le ha de
faltar voluntad. |
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Nunca es
valorado el bien |
Prometer
tanto es simpleza |
de mujer
que te ha querido; |
cuando el
amor es fingido, |
ya cuando
remedio no halles, |
mañana se
olvidará |
llorarás
lo que has perdido. |
lo que hoy
se ha prometido. |
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Si quieres
que yo te quiera |
Es la flor
de la inocencia, |
tres cosas
has de tener, |
tan bella
y tan delicada, |
platos, ollas
y cuchara |
que a
veces con un suspiro |
para darme de
comer. |
suele
quedar deshojada. |
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Mi china
anda llorando, |
Escribistes en la arena |
porque me
hago el bandido, |
y
firmastes en el mar, |
mi china
me pide un beso, |
el viento
fue tu correo, |
y yo me
hago el dormido. |
¡vaya una
seguridad! |
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Miren con
la gracia |
No te
cases con viuda, |
con que
mira el tuerto, |
porque es
desacierto, |
con un ojo
cerrado |
debajo de
la almohada |
y con el
otro abierto. |
seguro te
suspira el muerto. |
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En ningún
hombre casado |
La piedra
que rueda lejos |
pongas
nunca tu querer, |
no sirve
para cimiento, |
porque al
fin de la partida |
a la mujer
querendona |
te lo
lleva su mujer. |
no le
pidas casamiento. |
|
Los
demonios son los hombres |
A la mujer
bonita, querela, |
según
dicen las mujeres, |
pero no le
dés de comer, |
sin
embargo están deseando |
porque
comiendo se olvida |
que el
demonio se las lleve. |
y con
hambre quiere bien. |
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Apenas el
hombre nace |
El amor es
altanero |
ya
principia a padecer, |
sólo
cuando va triunfando, |
cuando es
chico por la leche |
antes anda
el pobrecito, |
cuando es
grande por querer. |
limosnero,
suplicando. |
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Ojitos de
terciopelo, |
Cuando yo
esté en agonía, |
boquita de
clavel punzó, |
sentate en
la cabecera, |
si no
estás comprometida |
fijá tu
vista en la mía |
mandame
contestación. |
y es
posible que no me muera. |
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Cinco
sentidos tenemos, |
Salí
negrita, salí, |
los cinco
los precisamos, |
salí que
te quiero ver, |
y los
cinco los perdemos, |
aunque las
nubes te tapen |
cuando nos
enamoramos. |
salí si
sabes querer. |
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Tan arriba
querés subir |
No hay
cosa como el peligro |
que al
cielo querés llegar, |
pa'
refrescar a un mamao; |
las
estrellas se han de reír |
hasta la
vista se aclara, |
del golpe
que te has de dar. |
por mucho
que haya chupao. |
|
Ya te vas
prenda querida. |
Veinte
novias he tenido |
¿Yo con
quién me quedaré...? |
y con vos
serán veintiuna, |
¡Qué
noches serán las mías! |
si no me
caso con vos |
¡Qué
desvelos pasaré! |
no me caso
con ninguna. |
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Buscá, que no
has de encontrar |
Crece el
cardo en la t apera |
el nido que
te interesa |
la flor
morada en la loma |
Uno más zorro
que vos |
¿en qué
rincón de este pago |
lo escondió
entre las malezas |
tenés tu
nido, paloma? |
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Si yo fuera
picaflor |
Si Ud. fuese
picaflor |
y Ud. me
viese volar |
y yo la viese
volar |
con esa cara
de zonzo |
por seguirla
correría |
velay, que me
iba a agarrar |
por la
tierra, cielo y mar |
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No creas
vidita mía |
Tengo un
pañuelo verde |
que mi amor
es lisonjero |
marcado en
las cuatro puntas |
con todos
parlo y me río |
cuando no la
puedo ver |
a vos solito
te quiero |
tierra y
cielo se me juntan |