Siempre cuando tenemos que hacer la presentación de algo ó de
alguien, nos hallamos en un camino difícil. En ésta ocasión
se trataba de reunir a la “gente”, para hacer la
presentación de un libro muy importante llamado: “PERSONAJES DE
LA QUEBRADA DE HUMAHUACA”, cuyo autor es el Maestro, músico y
escritor Fortunato Ramos; quién con “sala llena”, en la Casa de
Jujuy de Buenos Aires presentó su quinto libro, denominado así.
Lo acompañaron figuras de la talla de Beatriz “Negrita”, Cabana y
el músico Tomás Lipán. El maestro, comenzó su relato
de la siguiente manera:
Los
contrastes tienen algo que ver en eso de ponerle nombres a las
diferencias. La línea infinita que separa la tarde de una noche
agobiada como es la que recae en Buenos Aires cualquier día de la
semana, se va deshilando con el correr del tráfico. La Casa
de Jujuy ubicada en Buenos Aires, en algo se parece, en el
contraste en que el “silencio” se escucha, separado por la puerta
de vidrio donde el ruido de una ciudad que vuelve apurada, no se
deja oír a pesar de su tenacidad. El silencio reina en cada uno
de los asistentes. El silencio es espera, calma, es una imagen de
la Quebrada de Humahuaca en algún afiche, un cerro de siete
colores en otro cuadro, acompañado de una música suave que
asemeja al viento. El silencio habla respetuoso, esperando al
“maestro”, como si fuera un alumno más de cualquier escuela rural
, de esas que Fortunato Ramos cuenta en su caudalosa historia de
vida.
Con
una voz castigada, tal vez por algunos de los males de la
llanura, envuelto en la humildad de siempre, con su “erke”, a
cuestas, disculpándose de un tráfico que dilataba la hora
de inicio, se dispuso a escuchar la introducción a la obra , y
bien podría decirse al mismo Fortunato, que Beatriz Cabana,
expuso.
Bien se sabe que Fortunato Ramos es maestro por naturaleza . Un
hombre que en su niñez , tal como lo cuenta casi como si
estuviera en rueda de amigos, conoció el duro trabajo del cerro,
los caminos a las minas del Aguilar, las veinte horas que tenía
que recorrer para entregar los vinos junto a su padre cuando
apenas era un niño y tal vez encontrarse con la
noche en el medio del camino y buscar algún reparo al pie de los
cerros para “ dormir”, no sin antes cuidar de los animales
para que no se vuelvan, como el mismo, dice.
Supo hacer las tareas de faena, limpiar tripas y cobrar su
pago con la sangre que sacaba del animal, para llevar a las
casas, para que su madre haga por ejemplo “chanfainas” ,
ó morcillas, y así tener comida de esos días.
Pero a pesar de sus catorce años, pudo seguir estudiando y
recibirse de “maestro”. Empezar a trabajar en Santa Ana,
allá al norte de su Humahuaca. Y supo explicar . Supo hacer
entender lo que es ser “colla” a aquellos desconocedores
del “ indio”- Supo escribir y defender la identidad a través de
sus libros y de sus actos. También manifestó que para escribir
hay que ser consecuente y no obsecuente..De alli sus tantos
poemas revalorando al colla, al norteño.
De
allí sus libros y su música. De allí su nuevo libro, esta marca
indeleble que como dijo Tomás Lipan, sentado a su lado: “Hay que
dar gracias porque los libros quedan, porque pasan por encima
del hombre.
Ese
es Fortunato Ramos: El hombre y sus actos. El hombre y sus
amigos, como su fiel compañero Tomás Lipan que lo acompaña como
un hermano. El hombre y sus proyectos. Una réplica en escala
natural un centro de cultura que soñó y que hace un año que está
funcionando gracias a él.
ENRIQUE WEISSENBOCK |