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Detenerse en el camino para descargar las penas, para abandonar
el cansancio, para recobrar fuerzas, para charlas con Dios y la
Pachamama allá….en el cruce de un cerro a otro, en el abra,
donde pareciera que nos topamos con el altísimo ó con el diablo,
donde nos proponemos entablar un diálogo con el “Coqueta”. Allá
en la APACHETA
• Montículo inerte de piedra, allí donde nos hace retemblar el
alma, el silbido del viento…,donde el “Tac –Tac”, alterado de
las venas bullen en nuestro ser como el ruido encantador de una
caja en el “Huanacar”.
• Allá, te conozco “Apacheta”, dormida, que recoges el acullico
verdoso del viajero, que creces con la sencilla aportación del
caminante, que lleva su piedra pesada, edificante, levantada con
sus manos, a pocos pasos de alcanzarte.
Tu detienes al andante, enfermo, suplicante de salud, arrastrado
de rodillas, cual devoto promesante a su imagen venerada.
Estación obligada, para renovar fuerzas, para desatar la talega
de carne hervida con “mote”, masticando la tierra de piedra
granulada, saboreando la “tola” y “chachacoma”. Morada del zorro
flaco, que husmea los huesos para limpiar las pocas hilachas de
carne que le quedan.
Amiga de aquel que en las noches estrelladas, te acompaña a
contemplar el silencio, el azul cielo norteño y el recortado
rojizo color de los cerros.
Descanso de vírgenes y santos, posa de cornetas, erquenchos y
bombos, sosiego del quejido jadeante, del viento sentado en tus
piedras, tembleque, dormido con cara de “charque”.
Tu bebes
alcohol, el vino ó la chuya, con que te chaya el viajero, sos un
poco huraña, recelosa para el de afuera. Te embriagas un poco, y
no te conocen, te creen “Coqueta”, Diablo, Pachamama….en fin,
sos de los tres entreverados, sos el camino renovado, donde el
Colla entrega su corazón latente y duerme en la inmensidad del
tiempo, comprendiendo la grandeza de su alma doliente, de su
vida sufrida, áspera y rajado como el tiento reseco de su ojota,
como la piel cascada de sus manos.
Bastonera del churque enflorado de la bandera blanca, de señal ó
carnaval, agujero humeante de orejas chasqueadas, que te
entrega, el dueño de alguna majada. Coquera, borracha y cansada,
guanero de llamas, vicuñas, vizcachas… estás esperando que venga
el viajero, que aporte su piedra pa`, seguir andando.
Fuente: del
libro
Costumbres, Poemas y Regionalismos
de Fortunato Ramo
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