JUANA AZURDUY
Capítulo XXVIII
Papa los realistas eliminar a Güemes es una necesidad de
primerísimo nivel, y no están dispuestos a desaprovechar el
debilitamiento que la ceguera de muchos argentinos que lo
combaten por razones viles produce en el jefe de
los gauchos.
El general español Olañeta dispone que su lugarteniente "el
Barbarucho", que acampaba en Yavi con 300 hombres, marche
hacia el Sur en maniobra oculta y sigilosa, con el propósito
de alcanzar en el menor tiempo posible la ciudad de Salta,
sorprender a los patriotas y cumplir con el objetivo
principal: asesinar a Martín Güemes, verdadera pesadilla para
los godos.
Una vez más, la tragedia planea sobre Juana Azurduy.
Entre
las medidas que adopta para encubrir esta operación, Olañeta
levanta su propio campamento de Mojos sin dejar ninguna tropa,
fingiendo retirarse en forma ostensible hacia Oruro, pero con
la idea de, en cuanto esta marcha hubiese engañado a los
patriotas, retornar velozmente para apoyar la "operación
comando" del coronel Valdez, "el Bárbarucho".
Todo se ejecuta según lo previsto, y en su marcha hacia el
Sur, Valdez, en lugar de avanzar por la Quebrada lo hace
inadvertidamente por el camino del Despoblado (actual Ruta
Nacional N° 40, que parte de la localidad de Abra
Pampa, sigue por San Antonio de
los Cobres para alcanzar el Valle de Lerma al oeste de Salta),
que como su nombre lo indica es desolado y deshabitado,
también áspero y lleno de dificultades por la falta de agua y
víveres.
"El Barbarucho" era un español que, como Olañeta, de
comerciante que había sido en el tráfico de mulas y
mercaderías con el Perú había pasado a ser un bravo oficial en
el ejército del rey, para sostener la autoridad española
contra la revolución.
Según era fama, se había hecho experto en contrabando durante
su vida de comerciante, practicándolo ventajosamente por los
senderos extraviados de las serranías que corren por el
poniente de las provincias de Salta y Jujuy. Este ejercicio lo
había convertido en un baqueano experto, ladino y audaz, lo
que sumado a sus prendas de militar corajudo y disciplinado
parecía como venido a pelo para llevar a buen puerto la
riesgosa y desde todo punto de vista trascendental operación
que se le había confiado.
"Tan brusco era, tan fogoso y tan bárbaro, que muchas veces,
después de cometidas sus torpezas, se arrepentía de ellas; y
se lo oía exclamar entonces, con la misma dura franqueza que
correspondía a sus ímpetus mal educados. ‘;Qué barbarucbo
soy!’, quedándole así para siempre esta calificación
apropiadísima, que él mismo se la daba" (E. Frías).
Valdez, ayudado por indios baqueanos y algunos salteños
enemistados con el jefe gaucho, cruza la altoplanicie del
Despoblado y se embosca, el 7 de junio de 1821, en la serranía
de los Yacones, con unos 400 hombres de infantería.
Aquí dividió sus fuerzas en partidas a cargo de buenos
conocedores de la ciudad y ordenó que las mismas se dirigieran
a rodear la manzana de la casa
de Güemes, lo
que se realiza sin mayores tropiezos. Uno de los colaboradores del jefe
patriota, que ha estado reunido en su casa y atraviesa la
plaza, se topa con una de las patrullas del Barbarucho y es
muerto de un disparo. Güemes escucha la detonación y sale solo
a la oscuridad cerrada de la noche, convencido de que se trata
de un disturbio sin importancia promovido por algún opositor,
quizá borracho, sin imaginarse que eran los realistas quienes
se habían desplegado por toda la ciudad.
Al darse cuenta de lo que realmente sucedía, lamentando
haberse aventurado sin escolta, pretende huir a la carrera por
una calle lateral, pero cae en una encerrona y él también es
herido, según es tradición, por una descarga en el trasero.
Batiéndose con su proverbial bravura logra subir a un caballo
y se dirige al río Arias, donde es transportado en camilla
hasta la hacienda de la Cruz, para desde allí continuar su
fuga hasta el El Chamical, donde fallece, después de
desangrarse durante diez días y pese a los cuidados de su
médico, el 17 de junio de 1821.
Muerte que parece confirmar la hipótesis de que Güemes padecía
de hemofilia, razón por la cual no participaba, y sus gauchos
lo comprendían, en entreveros y escaramuzas. |