Lugar: provincia de Chubut, Argentina.
Época: Al comenzar la primera luna de primavera, cada dos
años, durando de uno a tres días.
Debió ser - antiguamente - una fiesta religiosa cuyo fin primordial
era dar y pedir gracias a los espíritus del cielo y de la tierra.
Entre los araucanos existe la
tradición de que el primer Camaruco fue ordenado por Mapú
(espíritu terrestre) y Antú (el Sol, que personificaba al
espíritu celestial). En la actualidad el Camaruco se realiza
para pedir a los espíritus del Bien (Nguenachén) que den
buenas cosechas, traigan la lluvia, se lleven la peste que diezma a
la tribu, etc. El campo en que tiene lugar es siempre el mismo y a
él acuden convocados por la tribu que va a revivir el Camaruco,
indígenas de todos los alrededores. El día que comienza, antes de
que amanezca los participantes ya están montados en sus caballos,
de cara al sol naciente. Cuando sale el sol, se le recibe
jubilosamente y en torno del toldo del Presidente - quien convocó a
la ceremonia - dan cuatro vueltas y otras tantas en torno del
campo.
Poco después se efectúan las rogativas que duran horas. A éstas le
siguen grandes libaciones y se inicia el baile, que se generaliza
con los compases que marcan la trutruca, la pifilca y el cornetón.
Los participantes visten collar de cascabeles a la cintura,
pantalones cortos de colores (predominan el rojo y el verde) y
tienen dibujos geométricos en el rostro.
Los caballos, uno blanco y otro alazán, se pintan con rayas azules
o blancas respectivamente. Cada animal lleva una vincha tejida en
la cabeza y otra con borlas de colores en la cola. Bibliografía
Adolfo Colombres: Seres sobrenaturales de la cultura popular
argentina, Edic. Del Sol, Bs. As., 1999.
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