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Página declarada de Interés Cultural por la
Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires por
Resolución Nº 374/07 del 15/11/2007
Adherida a la Federación Argentina de Instituciones
Folklóricas F.A.I.F.
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COSTUMBRES - EL PATO |
Deporte
para gente de a caballo, audaz y valiente, EL PATO
se practica en Argentina desde principios del siglo
XVII, tal como lo muestra una crónica de Félix De
Azar en la que relata una "corrida" realizada en
Buenos Aires en 1610 con motivos de las fiestas de
beatificación de San Ignacio de Loyola. Dice el
naturalista "... juntan para esto dos cuadrillas de
hombres de a caballo y señalan dos sitios apartados
como de una legua (cinco kilómetros aprox.), luego
cosen un cuero en el que se ha introducido un pato
que deja la cabeza afuera, teniendo el referido
cuero do o más manijas o asas, de las que se toman
los dos más fuertes de cada cuadrilla en la mitad de
la distancia de los puntos asignados y metiendo
espuelas tiran fuertemente hasta que el más poderoso
se lleva EL PATO, cayendo su rival al suelo si no lo
abandona; el vencedor echa a correr y los del bando
contrario lo siguen y lo rodean hasta tomarlo de
alguna de las manijas, tiran del mismo modo,
quedando al fin vencedora la cuadrilla que llegó con
EL PATO al punto señalado".
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En distintos escritos
del siglo XVIII también aparecen varias referencias
a estas corridas que, por su peligrosidad y trágicos
resultados dieron lugar a que, en primer término las
autoridades religiosas y luego las civiles, trataran
de ponerle fin en 1796; un auto eclesiástico dice
que se excomulgará y excluirá del templo como
miembros corrompidos a quienes participen en
corridas de PATO y se negará sepultura eclesiástica
a aquellos que mueran en el tan bárbaro juego del
PATO; Guillermo Hudson, en su libro "El Ombú", tiene
un capítulo titulado, "Las Invasiones Inglesas y el
juego de PATO", donde hace referencia a la
peligrosidad que lo caracterizaba.
En 1822 el gobernador de Buenos Aires, General
Martín Rodríguez, en decreto refrendado por su
ministro de gobierno, don Bernardino Rivadavia,
prohíbe en forma absoluta el juego del PATO, aunque
no logre impedir su práctica. Es don Juan Manuel de Rosas, quien durante su
gobierno consigue suprimirlo, pero en 1852 se vuelve
a tener conocimiento de que se está jugando
nuevamente a través de una magnífica descripción
hecha por el General José Ignacio Garmendia, en su
libro "Cartera de un soldado".
En esta forma se llegó a 1937 cuando un cultor de
nuestras tradiciones don Alberto de Castillo Posse,
se dedicó a revivir el antiguo juego transformándolo
en el deporte organizado para lo cual redactó el
primer reglamento, creó la silla, ideó la pelota de
4 asas y luego de seis que se usa en la actualidad.
En 1938, el gobernador de Buenos Aires, don Manuel
A. Fresco derogó la prohibición comenzando una nueva
etapa.
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Es así como en 1941, se funda la Federación
Argentina de Pato; asociación integrada por los
campos en que se practica este deporte y que tiene
por finalidad fomentar, dirigir, y difundir el juego
del Pato; organizar los torneos y velar por la
aplicación de los reglamentos, a la vez que orientar
y promover la crianza del tipo de caballo más apto
para este propósito.
En el año 1953, en mérito y arraigo de sus
tradiciones, se lo declaró Deporte Nacional, por
decreto del Poder Ejecutivo Nacional."El Pato" – Deporte Nacional
Por Víctor F. Lupo Deporte viril, para
gente de a caballo, audaz y valiente, "El
Pato" se practica en Argentina
desde principios del siglo XVII, tal como
lo muestra una crónica de Felix de Azara
en la que relata una "corrida" realizada en
Buenos Aires en el año1610 (30 años después de la
Segunda Fundación de Buenos Aires, por Juan de
Garay) con motivo de las fiestas de beatificación
de San Ignacio de Loyola. Dice el naturista: "se juntan para esto dos cuadrillas de hombres de
a caballo y se señalan dos sitios apartados como
de una legua (cinco kilómetros aproximadamente).
Luego cosen un cuero en el que se ha introducido
un pato vivo que deja la cabeza afuera, teniendo
el referido cuero dos o mas asas o manijas, de
las que se toman los dos mis fuertes de cada
cuadrilla en la mitad de la distancia de los
puntos asignados y metiendo espuelas tiran
fuertemente hasta que el mas poderoso se lleva el
pato, cayendo su rival al suelo si no lo
abandona. El vencedor echa a correr y los del bando
contrario lo siguen y lo rodean hasta tomarlo de
alguna de las manijas, tiran del mismo modo,
quedando al fin vencedora la cuadrilla que llego
con el pato al punto señalado".
El jesuita Diego de Torres Bello S.J.
escribía una primera misiva a sus Superiores, el
16 de junio de 1610 contando que, en todas las
ciudades del Río de la Plata, se había celebrado
con actos religiosos, sociales y culturales la
beatificación del fundador de la Compañía de
Jesús, San Ignacio de Loyola. Y que en Buenos
Aires, "hizo su oficio la artillería y
mosquetería, y salieron algunos con intenciones
de regocijo a correr patos delante de nuestra
iglesia". "Dos grupos de jinetes corrieron
patos delante de nuestra Iglesia (fue en medio de
lo que hoy es la Plaza de Mayo). A todos causo
admiración verlos así a ellos, como a los
caballos que parecían incansables corriendo con
tanta incomodidad
La segunda misiva enviada, del 4 de Abril de
1611, llama mucho la atención, como que los
participantes fueron dos tribus indias y por
cierto que los españoles, con toda lógica, no les
facilitaban caballos ni les permitían montar dado
que eran unas de sus principales armas de
conquista y guerra. Sin embargo, consigna que "
Padres procedentes de Córdoba estimularon con
premios a indios del valle calchaquí para que
tiraran flechas a la sortija y corrieran patos".
Los locales, calchaquíes, vencieron a los
visitantes, Huachipas. No se refiere en nada en
lo que hace al juego y su desarrollo. Su lectura
hace suponer que perseguían patos vivos que
disparaban por las calles de Bs. As. y por los
valles. (Hay copias de las cartas en el colegio
Del Salvador).
Ni los españoles introdujeron este bravío
deporte, ni lo hallaron practicado entre los
indígenas. Lo primero es evidente, pues era un
deporte desconocido entonces, y aun ahora, en
España, y no pudo provenir de los naturales, pues
éstos no conocieron el caballo, el que fue
importado por los españoles en la primera mitad
del siglo XVI. Parecería que se trata de un
juego criollo, elaborado y planeado por los
conquistadores mismos, o por sus inmediatos
descendientes.
Don Pedro de Mendoza fue el introductor del
caballo en el año 1536 por estas tierras, aunque
su descendencia (las manadas) fueron producto de
los pocos que abandonó (hablan de cinco yeguas y
siete padrillos) en 1541, Don Irala al abandonar
Buenos Aires. Estos se acrecentaron hasta el
infinito junto con los que trajo el increíble
Cabeza de Vaca (ahora por estos pagos del Sur) en
su marcha desde la costa brasileña hasta el
Paraguay. Y en ese mismo año de 1542, por Diego
de Rojas y en 1550, por Nuñez del Prado, ambos en
sus incursiones por el norte de nuestro país.
Juan de Garay, hacia 1581, estimaba en 80.000
animales los caballos que vagaban salvajes
(cimarrones) en un perímetro de 30 leguas de
Buenos Aires. Catorce años después, 1595, cuando
el rey solicitó al gobernador del Río de la
Plata, Valdés de la Banda, un informe sobre la
caballada que habitaba "la pampa", este contesta
así: "Digo que D. Pedro Mendoza que fue el primer
poblador de esta ciudad y puerto, trajo aquí
caballos y yeguas que se quedaron en la campaña
de esta tierra que es muy ancha y larga y en mas
de 80 leguas no se halla una tan sola piedra,
teniendo en mas de 100 leguas a la redonda tanta
cantidad de yeguas y caballos que parecen montes
cuando se ven de lejos y son tantos en numero que
exceden a aquel gran numero que dicen los
historias que había en las dehesas de la
provincia de Media que se servían los reyes de
Persia..." Bueno, bueno, algo exagerado, sin
duda. Pero esto es el origen de sus millones de
descendientes y promotores de la gran revolución
del modo de vivir de todos los habitantes
autóctonos y de quienes les siguieron. Y donde
había y hay caballos existen estos juegos, estas
destrezas, los deportes hípicos.
Una descripción mas detalladas, es la de
Amadeo Frezier (Francés, 1682 – 1773) , un
militar ingeniero especializado en
fortificaciones, que durante algo mas de 2 años
navegó " los mares del Sur". Corría 1712 y
escribe en su libro, editado en 1716: " Fui
testigo de una fiesta que los encomenderos de dos
españoles que se llamaban Pedro se dieron el día
del santo de sus amos en una aldea de Talcahuano,
cerca de la cual estábamos anclados. Después de
oír misa montaron a caballo para correr la
gallina, como se corre la oca en Francia, con
unas diferencias: que todos se arrojaban sobre el
que ha obtenido la cabeza para quitársela y
llevársela ante aquel en honor del cual hacen la
fiesta; corriendo a todo galope se topaban para
quitársela y a la carrera recogía del suelo todo
lo que derribaban por tierra. Después de esta
carrera se apearon para la comida".
El novelista argentino William Henry Hudson
(1841 – 1922) en su difundido libro "EL Ombú"
expresa que "El Pato era el entretenimiento
más popular practicado al aire libre en la
Argentina".
Con el transcurso de los años, "El
Pato", fue practicado y también prohibido
por la autoridades religiosas y civiles por el
alto nivel de peligrosidad y las consecuencias
fatales que traía aparejado el hecho de querer
llegar a cualquier precio con el pato al punto
señalado.
La primera prohibición al juego que se tiene
noticia, es del 23 de febrero de 1739, cuando así
se dispuso en Santiago del Estero con el
siguiente texto:
"pues es demasía y
atropello jugar pato en medio de la ciudad".
El RP. Salbaire, que escribió la
"Historia de Nuestra Señora de Luján", consigna
un documento de 1796, del Sacristán mayor de la
Parroquia, Gabriel José Maqueda, que
amonesta y ordena a los feligreses que se
abstengan del juego del pato, "combinándolos con
la excomunión" si no lo hicieren.
Pero su prohibición real y concreta fue por el
decreto del 21 de Junio de 1822 del
gobernador de Bs. As. D. Martín Rodríguez,
refrendado por su ministro secretario de
relaciones Exteriores y Gobierno, D.
Bernardino Rivadavia y que expresaba: "Todo
el que se encuentre en este juego, por la primera
vez será destinado por un mes a los trabajos
públicos; por dos meses en la segunda, y por seis
en la tercera". Además, " quedaran sujetos a la
indemnización de los daños que causaren". La
policía, los alcaldes y los jueces de campaña
eran los encargados de hacer cumplir la
prohibición.
Dicen que Rosas lo ratificó, pero todo
parece indicar tan que solo se limitó a hacerlo
cumplir y a su estricta manera. Luego estuvo la
ordenanza policial mencionada.
Pero ya en la época de Juan Manuel de
Rosas el Pato era casi inexistente.
Mitre escribió
"sus Odas"
durante el sitio de Montevideo, cuando tenia
entre 18 y 20 años y recién las editó a los 33
años, en 1854. Y en su composición denominada
"El
Pato"
dice en una nota: " El juego del pato no existe
ya en nuestras costumbres, es ya una
reminiscencia lejana. Prohibido severamente por
las desgracias personales a que daba motivo, el
pueblo lo ha dejado poco a poco, sin olvidarlo
del todo".
Pese a la prohibición algunos personajes de la
época resaltaban sus cualidades por requerir
ciertamente varones fuertes y vigoroso, capaces
de tolerar los más terribles empujones y las más
extremosas tensiones musculares. Mitre lo
indicó en una de sus Rimas:
¡El pato! juego fuerte del hombre de la pampa que marca las costumbres de un pueblo varonil! Para avispar los nervios para tender los músculos como el convulso joven en el dolor febril.
Sin duda "El Pato" fue el
entretenimiento más popular practicado al aire
libre en la República Argentina. r>
nter>Refiriéndose a un relato del juego y a los
guasos u hombres del campo, el escritor José
de Espinoza, nos informa que para jugar una
partida de Pato "se junta una
cuadrilla de estos guasos, que todos son jinetes
más allá de lo creíble; uno de ellos lleva un
cuero con argollas, y el brazo levantado; parte
como un rayo llevando 150 varas de ventaja, y a
una seña, él y todos corren a mata-caballo,
formando grita como los moros: todos persiguen al
pato y pugnan por quitarle la presa; son
diestrísimas las evoluciones que éste hace para
que no lo logren, ya siguiendo una carrera recta,
ya volviendo a la izquierda, ya rompiendo por
medio de los que siguen, hasta que alguno, o más
diestro o más feliz, lo despoja del pato, para lo
que no es permitido que lo tomen del brazo. En
este momento todos vitorean y le llevan entre los
aplausos, alaridos y zamba al rancho suyo, al que
frecuenta, o bien al de la dama que pretende.
Reinan todavía entre estas gentes muchos restos
de la antigua gallardía española".
Roberto Torreiro ha escrito en
Pampa
Argentina que, "cuando en pleno siglo
veinte ya nadie se acordaba de la antigua
existencia del juego del Pato, el 16 de abril de
1937, por iniciativa del entonces jefe de guardia
de seguridad de la ciudad de La Plata, don
Alberto del Castillo Pose, secundado en su acción
por un calificado grupo de deportistas, se
llevaba a cabo una exhibición del referido
deporte, cuyo término y debido al entusiasmo
despertado entre los presentes, se decidió
auspiciar la difusión práctica del Pato,
propendiendo a la formación de equipos dentro de
las entidades afines a los deportes hípicos, e
incitando a la constitución de instituciones que
originariamente se dediquen a la práctica del
deporte. Ese paso inicial, se constituía en el
primer éxito logrado por el más criollo de
nuestro juegos". Alberto Castillo Posse, reglamentó el
deporte (se utilizó una pelota de cuero con
cuatro manijas), cuya obra culminó oficialmente
cuando e1 31 de marzo de 1938 tras los ensayos
producidos se solicito al ministro de Gobierno de
la provincia de Buenos Aires, Don Roberto
Noble, que se derogara el articulo Nº l043
del reglamento de Policía de la Provincia de
Buenos Aires (de 1889), que prohibía la practica
del juego.El entonces gobernador, Manuel Fresco
accedió a ello y lo concreto mediante un decreto
del 28 de abril de 1938 y dice entre sus
considerandos: "En la actualidad los deportes
están sujetos a las disciplinas que imponen sus
reglamentaciones y dicho juego, en la forma en
que se practica en la actualidad, es un deporte
sano y vigoroso, similar al polo" ¿Qué quiere decir eso de sujeto a disciplinas,
reglamentaciones?. Precisamente eso, expresado
literalmente, como que antes de 1937 no había
reglamentación alguna, aunque si modalidades.
Todo era valido, tan valido, bárbaro desordenado,
brutal y peligroso que debió ser prohibido mas de
una vez hasta que ya antes de promediar el siglo
último paso prácticamente a olvido, a ser solo un
recuerdo de tradiciones transmitidas de boca en
boca en los fogones, entre los paisanos.El 23 de agosto de 1938, el diario La Nación
comentó la primera exhibición pública del Pato, efectuada el día anterior en la
cancha de la Asociación Ameghino, en las
proximidades del puente Cabildante Léxica, en la
ciudad de Luján. Asistieron el Gobernador de la
provincia de Buenos Aires, Manuel Fresco; el
Presidente de la Cámara de Diputados de la
Nación, Juan G. Kaiser y el Ministro de Obras
Públicas de la provincia, José María Bustillo,
además de muchos otros invitados especiales.
En el año 1941 se crea la Federación
Argentina de Pato (FAP). Asociación integrada
por los campos en que se practica este deporte y
tiene por finalidad fomentar, dirigir, y difundir
el juego de "El Pato", organizar
los torneos y velar por la aplicación de los
reglamentos, a la vez que orientar y promover la
crianza del tipo de caballo mas apto para este
propósito.En agosto de 1943, llegó a General Las Heras
un comisario - Sigfrido J. Imaz
- a quien los pateros de ese entonces y de la
actualidad le deben un profundo recuerdo.
Montando un caballo colorado y con una pelota de
fútbol con manijas atada con tientos a la
montura, la gente trataba de descifrar de que se
trataba.Imaz, haciendo una exhibición en la playa de
la estación de tren, la tiró al suelo y
levantándola empezó a entusiasmar a toda la gente
hasta lograr su cometido.El 28 de noviembre de 1943, se funda en este
partido, con la Presidencia del Comisario Imaz,
la Institución denominada "Campo de Pato de
General Las Heras", cuyos fines "fueron, son y
serán los de fomentar el criollo juego del pato y
cultivar los sentimientos tradicionalistas de
nuestra Patria".En el año 1944, el
"Campo de Pato de
General Las Heras", se afilia a la
Federación Argentina de Pato y siendo los
primeros equipos herenses "General Las Heras A" y
"General Las Heras B".En el año 1953, en mérito a sus tradiciones y
arraigo, se lo declaró "Deporte Nacional"
(Decreto Nº 17.468, del 16 de septiembre de
1953, firmado por el Presidente de la Nación,
Gral. Juan Domingo Perón). Y a fines del
siglo pasado se nombra a General Las Heras
"Capital del Pato", el deporte
más criollo de todos los tiempos.Recio y veloz, este juego que exige a quienes
lo practican un alto grado de cultura deportiva y
el cumplimiento estricto de sus reglas, se
desarrolla entre equipos compuestos por cuatro
jugadores cada uno que, mediante pases y
combinaciones con las que eluden la acción de sus
adversarios, tratan de introducir "El Pato" a
través de un aro de un metro de diámetro ubicado,
perpendicularmente sobre un poste de 2,40 metros
de altura, enclavado en el centro de cada una de
las dos cabeceras de la cancha, que mide entre
180 y 220 metros de largo por entre 80 y 90
metros de ancho. "El Pato" consiste en una pelota de cuero con
cámara de goma circundada por tres lonjas de
cuero crudo cruzadas transversalmente, en cada
una de las cuales van cosidas dos manijas o asas
colocadas simétricamente. Es obligatorio que el
jugador que tiene "El Pato"
lo
ofrezca a los adversarios con el brazo derecho
extendido perpendicularmente a su cuerpo.Cualquier movimiento que el jugador haga para
impedir que el adversario tome una de las manijas
constituye una "negada", acto que el reglamento
prohíbe y sanciona, salvo que tenga por fin
efectuar pase o tratar de convertir un tanto. Si
un adversario logra tomar "El Pato"
se origina una "cinchada", que debe efectuarse
sin que ninguno de los dos jinetes se apoye en la
silla o en su cabalgadura, es decir, "a pura
rienda".La Federación posee el "Campo Argentino de
Pato", en Campo de Mayo, a 30 km. de la Capital
Federal, sobre la ruta nacional Nº 8, en el que
se realizan importantes torneos de baja, media y
alta ventaja que culminan con el Campeonato
Argentino Abierto, máximo acontecimiento de este
deporte que tiene lugar en el "Campo Argentino de
Polo", en Palermo, magnífico escenario reconocido
como el mejor del mundo. El Campo Argentino de Pato cuenta con una
superficie de 20 hectáreas y posee dos canchas
reglamentarias - una de ellas con tribuna techada
- provista de sistema de riego por aspersión y
ubicadas en medio de una añosa arboleda. Tiene instalaciones complementarias suficientes
tanto para albergar en forma simultánea 100
caballos aproximadamente, con sus
correspondientes corrales, bañaderos,
embarcaderos. palenques, etc., como para la
atención de jugadores y público.Rubén Liborio Cosentino jugador de Pato desde
los 16 años, dice: "Debemos hacer olvidar el
aspecto folclórico del Pato. Nunca repudiar sus
orígenes gauchos, camperos, totalmente
argentinos. Pero no hace falta vestirse de tales
para jugarlo. Hoy es un deporte como otros. Para
jugar al polo no es necesario ponerse ropa de
mandarin " si es que se origino China, o de rajah
indio, si es que nació allí. Para jugar pato no
hace falta vestirse de gaucho".
Fuente:http://www.fedpato.com.ar/origenes.html
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