De
procedencia Inca, las apachetas tuvieron gran difusión
en los territorios diaguitas. Indican el término de un
espacio y el inicio de otro.
Son montículos de piedras, levantados en honor a la
Pachamama. Su forma es cónica, van desde monumentos de
pocos centímetros de altura, hasta enormes volúmenes
rocosos cuya base puede llegar a tener un diámetro
aproximado de 10 metros y una altura de tres. Poseen una
base amplia debido a los permanentes derrumbes y a que
no es costumbre reconstruirlas.
Se encuentran ubicadas a los costados de las sendas y
caminos de la cordillera, generalmente en las abras,
portezuelos, partes altas de una cuesta y escasamente en
lugares llanos.
Cada vez que se llega a un Apacheta se deposita una o
más piedras junto con una ofrenda, que puede ser hojas
de coca, en señal de respeto al espíritu que allí
habita. El caminante pide entonces permiso para ingresar
a un lugar nuevo, y protección y salud para continuar su
viaje.
Hoy encontramos que algunos de los montículos de
piedra se han cristianizado, presentando cruces, velas,
fotos y estampitas.