Imposible no
tenerlas. Algunas muy lindas, Me acuerdo de la primera desde
el punto de vista artístico. Nosotros nos invitábamos a
salir – parecíamos dos novios- íbamos a buscarnos, nos
vestíamos bien como si fuéramos a una fiesta. Era porque
queríamos arreglar esa estructura que se había roto.
Había que unirla de nuevo, no era fácil porque podía suceder
que uno cediera o mintiera un estado anímico, pero en
nuestro caso no fue así, las cosas eran o no eran.
Entre el arquitecto y la realidad: la
copla
-¿Cómo se crea un puente entre la
arquitectura y la música?
-Cuando fui a estudiar arquitectura lo
hice sin saber bien que era. Mi viejo era constructor
y yo pensaba que podía ser la continuación de eso.
Pero no tiene nada que ver. La arquitectura juega con
elementos fundamentales, en los cuales lo más
importante es el espacio. ¿Como conseguir ese espacio?
Parece mentira pero es lo mismo que la quena, lo que
interesa es el agujero. Hay un muchacho en Tucumán, Julio
Palacios que cuando me habla por teléfono, le digo”- Julito,
no te vas a olvidar de traer los agujeros en la caña-“…Ese
es el espacio. Lo que no se ve pero se siente”, lo más
importante es el espacio que lo haga sentir al hombre
humano, que esté cómodo, todo eso se llena con elementos
volumétricos, con composiciones, con combinaciones de
materiales, en donde el arquitecto tiene que saber el
contenido de lo que va a hacer, como el poeta o el músico
tiene que saber meterse bien en lo que va a hacer y recién
largarse.
-¿Cómo se llama en arquitectura?
- Se llama programa de necesidad. Si
usted me va a encargar una casa cuando saque el
Quini 6 en Raco, me tienen que contar, llevar a ver el
lugar, y yo tengo la obligación de crearles el espacio.
Esto une la arquitectura con la música, el inicio de la
parte creativa es muy parecido, el comienzo de las
elaboraciones creativas en lo que hace a poesía y dibujo,
arquitectura y música. Siempre se parte del momento
creador muy semejante, porque uno tiene los elementos en la
mano para crear. A lo mejor por ahí viene un chispazo
y diga” -¡Uy! Voy a escribir una música sobre las Cataratas
del Niágara-”De cualquier manera tiene que saber que existen
las Cataratas del Niágara, hay que tener todo, ahí es donde
comienza la elaboración de ambas, ahí entran a jugar los
distintos elementos: La cultura, las emociones, las
vivencias. Todo entra a jugar en lo que hace el arte y lo
referente a arquitectura son los dueños, ¿Cuántos son?,
¿Cuántos varones y mujeres?, así llega el momento en que uno
está en condiciones de decir “-Bueno, ya tengo a la obra ,
tengo el esquema-” después viene la transpiración porque
muchas veces, hasta ahí son parecidas. De aquí saldrá
música, de aquí saldrá arquitectura, pero en el arte se
tiene muchísima libertad…la libertad del talento, de irse
ilimitadamente, aunque en la arquitectura igual pueda irse
llevado por el talento, pero está contenida porque es
socialmente definido “hay un cliente que paga”, me refiero
no al arquitecto sino a la obra. Puede haber plata
para hacer las torres gemelas o una casa chiquita que va a
hacer en Raco. Ese es el límite. De ahí no se
puede pasar, después uno piensa quedaría muy lindo con
paredes redondas, escaleras de mármol . Pero ¿Y el dinero?
En cambio en la música uno puede seguir hasta situaciones
ilimitadas en el talento...
-¿Ese es el punto de encuentro?
-Sí. Para mí ahí se encuentran la música
y la arquitectura. Son mis dos novias. Nunca se
pelean pero se distraen entre ellas, y hasta me hacen
confundir.
-¿Tiene algún libro editado?
-Sí, me lo editó la Facultad de
Arquitectura y se llama “Entre el arquitecto y la realidad:
La copla”, en donde voy hablando del arquitecto proyectista,
le doy con todo porque está muy defenestrado, medio tirado
en un rincón. Me ocupo de lo que para mí significa la
arquitectura muy severamente con la diferencia que a
mí me van acompañando los distintos poetas. La obra
comienza con un poema de Jaime Dávalos “La obra” que
dice”-Y va creciendo el hormigón armado piso a piso como un
cáncer reacio, vertical conventillo, comiéndose el espacio
vital del vecindario-” ¡Bellísimo! Cuando yo lo leí pensé
¿Qué arquitecto habría sido quien lo escribió? Y después leo
el nombre de su autor, de ahí me viene la idea de
involucrarlas y puse obras de Miguel Ángel Pérez, Castilla y
Dávalos. Cuando hablo que al arquitecto se lo trata,
hay una copla que dice”Se va un cacique y viene otro, sigue
el corso en contramano, disfrazao soy diablo pobre, y sin
disfraz…pobre diablo” de Miguel Ángel Pérez.
Los pájaros de la memoria
-¿Como se inicia la dupla con Miguel
Ángel Pérez?
-Cuando estaba en Salta, en la
carpintería de Viruta, nos encontrábamos con Pérez o con el
Teuco Castilla, dos entrañables amigos míos, queridos como
hermanos de tanto admirarlos. Conversábamos continuamente y
ellos en cualquier momento agarraban cualquier papel o
una servilleta para escribir, porque ninguno de los dos es
capaz de tener una libreta o un cuaderno para escribir como
la gente (risas), siempre escriben como poetas, y yo
los tengo que estar corrigiendo. Ellos creen que hacen
las coplas, pero no es así, yo miro de reojo y sin que se
den cuenta los voy corrigiendo. Bueno, ellos no se dan
cuenta porque no tienen tierra, y desde la zamba
“Virutaivino” que hicimos traveseando, mejor dicho en broma,
hemos seguido la amistad permanente. Cada vez que nos
encontramos ha salido un tema. Ya tenemos como 20
temas con Miguelito, que intentamos llevar a un disco que
espero poder reeditar. En ese ínterin muere otro entrañable
amigo el Icho Vaca. Entonces a mí se me ocurre hacer
un grupo, no un conjunto sino un grupo con gente de
trayectoria como Miguel Ángel Pérez, Melania Pérez,
Miguelito Ruiz, Mario Burgos de la provincia de Córdoba y
yo. Cada uno aportaba su oficio e hicimos una obra que
se llamaba “Los pájaros de la memoria”. Allí pusimos
la mayoría de los temas de Pérez o la mayoría de los
que hizo en Viruta. Ahí canta la Melania por primera
vez “Virutaivino”y antes de que la grabe se cantó “Es otoño
Manuel”, una carta que le manda Miguel Ángel Pérez a Manuel
Castilla y también alguna guajira. Aparecieron un montón de
temas, porque por supuesto viene la idea y después uno la
desarrolla.
-¿Que pasó con ese grupo?
-Estuvimos 3 o 4 años con esto y después
cada uno siguió su rumbo. Llegamos a todo el Norte hasta
Córdoba pero no logramos venir con él a Buenos Aires.
-¿Como llegó Arana a la vida de los
Núñez?
-Arana ha sido una aparición muy fugaz
sobre todo para mí. Yo lo vi 1 o 2 veces en mi vida,
vivía por la zona del Ingenio San Pablo. Era más amigo
o conocido de Pepe. Un hombre fortachón, sin edad, hablaba
lo justo, lo correcto, en forma muy sencilla pero era muy
sabio. Era un joven viejo. Yo le decía a Pepe
por ahí en algún espectáculo que el diablo sabe por
diablo, pero más sabe por viejo. Arana sabía por viejo
pero más sabía por sabio. Vino, apareció en la vida de Pepe
y desapareció. Era un obrero golondrina, no sé donde
se habrá ido, no le he visto nunca más, tampoco supimos
porque le faltaba un brazo, por eso cuando Pepe dice (se
pone a cantar)… “con el hambre en los talones, no lo perdió
saludando”…
-¿Cree que
hay una nueva generación de tucumanos, digo así porque
siendo usted salteño, crea un puente perpetuo viviendo en
Tucumán, con la fuerza de la tierra que tuvo la de ustedes?
-Sacando los creadores que ya conocemos
como Gentilini o Valladares, hay jóvenes de 48 años para
abajo muy valederos como Rubén Cruz, Néstor Soria, Lucho
Hoyos, el Topo Encinar. En Tafí Viejo se está dando
una linda movida. No solo estoy hablando de autores y
compositores, sino de la movida de folklore donde están más
que nada en la búsqueda de la expresión. Por ahí caen
en buscar mucho acorde sacado de aquí o allá, pero no
importa, están en la búsqueda. Yo creo que en Tucumán
se está encontrando una nueva forma de hacer folklore, en
Santiago no van a encontrar nada, aparte de la que ya
encontraron hace rato los Hermanos Díaz, los Hermanos
Abalos, Chazarreta y no se modificó hasta hoy… Salvo
meter instrumentos, pero renovaciones y formas nuevas
no. En Salta también hay gente que está trabajando mucho.
El hijo de Botelli, pianista. Aníbal Alfaro, al que le
dicen vincha doble ¡porque tiene una cabeza así!!!!(Y hace
graciosamente el ademán) y con una sola no le alcanza,
Sandra Aguirre o Julio Reinaga.
-¿Hay una apertura tuya hacia ellos, que
tal vez sus mayores no tuvieron para con ustedes?
-Totalmente. Yo hice espectáculos
con estos changos jóvenes. Cuando sale algo que trata de
distintas generaciones me encanta que los sean los primeros
convocados junto a los dos que me acompañan. A “Los pájaros
de la memoria” no podemos repetirlo como estaba delineado
antes, porque no nos alcanzaría para pagar el traslado
solamente. Entonces estos chicos jóvenes, que eran como el
inicio de nosotros, después los dos músicos que me
acompañan, luego venía el Diablo Arias con 50 años a
cuestas, y después yo de otra generación esa es la idea.
“Chacarera del 55”
-Así como los jóvenes encuentran a los
Hermanos Núñez ¿A quienes encontraron ustedes en el Tucumán
de esos años?
-Antes, al menos en Tucumán era distinta
la cosa. Los viejos folkloristas, y estoy hablando de los
buenos, no permitían mucho el acceso a los jóvenes a ellos,
o te atendían de reojo como diciendo “no se agranden”, por
eso costaba llegarles. Pero llegamos al “55”. Allí
había otro tipo de gente, de otra bohemia, tal vez un poco
pesada la que nos cobijó. Había presencias como la de Hugo
Díaz. Nos llevaba algunos años pero como 25.000 noches
más. O los hijos de Virgilio Carmona, el autor de
“Debajo de la morera”, excelentes cantores como las hijas, o
Alfredo Grillo “el violinista norteño. Ellos eran los
que nos contenían a nosotros en esas noches de Tucumán, nos
enseñaron mucho. Grillo era el concertino de la
Universidad de Tucumán, el salía amanecido y se iba al
trabajo. Un hombre que siendo muy joven tocó en las
grandes orquestas como la de Troilo, o sea que sabía de
violín una barbaridad. Después con el correr del tiempo nos
hicimos amigos de Valladares, Gentilini, Portal.
-¿Como era el lugar?
-Era un fondín donde se entraba
por el costado, con un salón al frente. Pensá que la Plaza
Alberdi era un lugar de llegada. La estación estaba
allí. De día la clientela eran los pasajeros pero de
noche el lugar se transformaba. Solo llegaban los de
la bohemia y entre ellos las chicas de los cinco cabaret.
A eso de las 4 de la mañana llegaban los croupiers del
casino con lo recaudado en la caja de empleados. Linda
plata para gastarla sin que grite la mujer...jajá… Le podes
decir toma todo el sueldo, total a mi me queda todo el
resto. Generalmente nosotros no estábamos en el salón.
A nosotros nos gustaba ir adentro. Allí había un patio
y reservados, pequeños lugarcitos de 2 por 2 donde
había una mesa y una silla, o sea era el lugar justo para
encerrarse a tocar la guitarra o jugar a los naipes.
-¿Llegaron juntos con Pepe a Tucumán?
-No, yo llegué primero y al otro año
arribó Pepe.
-¿Cuándo cantaron por primera vez en dúo?
-En una fiesta del estudiante. Yo
tendría unos 19 años y Pepe 17 y el tano andaría por ahí
también. Con nosotros pasó algo muy particular.
Hablo en plural porque me refiero a Pepe, Petrocelli y de
mí. Siempre andábamos los 3 juntos.
- Como autor de excelentes cuecas
y tonadas piensa que a los músicos les cuesta mucho
adentrarse en la música de Cuyo, cuando no se he nacido
allí.
- Antes de aprender otra música popular
sabíamos un a barbaridad de música del Caribe. Habíamos
leído mucho a José Martí, Nicolás Guillén, conocíamos la
obra de Bola de Nieve, el trío Matamoros, y después seguimos
con Violeta Parra, Chabuca Granda, Agustín Lara con su
poesía tan semejante a García Lorca. Muchos de esos
discos nos llegaban por nuestros hermanos mayores.
Antes de llegar a Salta musicalmente, pasamos por Cuyo.
Allí siempre han estado las mejores guitarras, por lo menos
en agilidad…hasta requinto tocan. Instrumento que también
tocaban los boleristas. Y ahí andaban La tropilla de
Huachi Pampa, Arbos-Narváez…gente brillante. Nosotros
escuchábamos mucho de todo eso, pero aún no componíamos.
Luego llegamos a nuestra provincia y recién nos damos cuenta
que había semejantes tipos como el Cuchi Leguizamón,
Castilla, Perdiguero, Dávalos, Botelli… ¡Semejantes genios!
-¿Hubo una línea de relación poética?
-¡Claro! Una línea que se da
contemporáneamente y en la misma forma de expresar su obra
al público. Bola de Nieve, el Mono Villegas y el Cuchi
Leguizamón tenían una línea parecida en su expresión, muchas
veces el público esperaba que hablen más cuando toquen, y
eran conocidos entre ellos. Así que cuando llegamos a
Salta al Cuchi lo conocíamos por ser profesor de la
Universidad, a Dávalos y Castilla de reojo nomás. Por
supuesto que no hemos sido amigos ni mucho menos pero cuando
regresamos a Tucumán lo hicimos con esa carga en nuestro
equipaje.
-¿Y en que deriva esa carga?
-El primer tema es la chacarera del 55.
Fue como una explosión de todo eso, una conjunción de todo
lo acumulado. Y a partir de ahí va saliendo todo
rápidamente. Fijate que toda la música nuestra tiene algo de
jazz, algo de la América de la zona del Caribe más todas las
raíces de las que uno no se puede apartar. Al contrario, las
raíces nos han buscado a nosotros, pero eso es una cuestión
de la naturaleza para tomarlas. Cuando digo naturaleza
no es solo del punto de vista orgánico o biológico, sino me
estoy refiriendo a la expresión. Eso que sale de uno.
No hay que internarse en ningún lugar para tener raíces,
solo se puede internar para algo que se quiera hacer desde
el punto de vista de cada uno.
Del mismo vientre
-Fue emocionante la presentación “Del
mismo vientre” en la casa de Tucumán en Buenos Aires
Hubo momentos que me salía de mí sin darme cuenta. Eso pasa
cuando las cosas que uno va largando empiezan a rebotar en
el público, y este te la manda de nuevo con la mirada, con
la expresión, con el aplauso. Uno nota ese hilo de
comunicación, se produce ese goce tan perceptible como me
sucede cada vez que actúo con Trealilo desde hace dos años.
-¿Como surge este disco?
-Tanto este disco, como el de Trealilo
los estaba haciendo en Salta, bah…se hizo en Salta el
original. Yo estaba viendo que me costaba una barbaridad de
tiempo. Porque para limpiarlo se necesita mucho tiempo
y paciencia. Cuando uno lo escucha dice-“Está lindo”-,
pero el técnico profesional lo escucha y dice –“No, falta
esto, falta lo otro “-En eso estaba cuando recibo un mail de
Gabriel Castilla, el Huayra, radicado en España. Donde me
contaba que había estado compartiendo un asado con
Lito Nebbia y hablando de compositores surgió nuestro
nombre. Entonces se da cuenta que el no nos conocía y
preguntaba-“¿Quienes son?, ¿Cómo son?, ¿Cuántos son? ¿Son
perros verdes?”-Entonces el Huayra dice –“Son amigos míos,
Gerardo vive en Tucumán-“.
De esa manera quedamos medio relacionados
con Nebbia, pero sin escribirnos, un día me decido a
visitarlo y nos vinimos con Trealilo y le llevamos los
trabajos para que los escuche. Pero él no los escuchó nada.
Le mostramos como era la gráfica y ya está. Nos hace los dos
trabajos discográficos, el de los Núñez y Trealilo.
-¿No esperaba tan pocos trámites?
-Por supuesto que no. El después
los metió en su maquinita de última tecnología y le dio el
saque que faltaba. La gráfica está hecha en Tucumán
pero pasa por aquí. Es al cuete, la
tecnología es de una forma en un lugar y
hay otros en lo que está lo mejor. Esta son las
circunstancias por la que ha pasado el disco. Yo me pregunto
¿Por qué no ha sido en Salta o Tucumán? No, en España ha
tenido que ser. Ahí es donde se van a encontrar Castilla y
Nebbia para que nazca esto. Yo supongo que debe de tener
mucha intuición, aunque eran cosas grandes tendría que haber
dicho “-¿A ver que tal está?”-Llegamos al arreglo como se
hace, cuanto va a salir, e incluso toma un tema mío y lo
canta conmigo.
-¿Eso le devolvió la esperanza?
-Claro. Estos hechos le devuelven a
uno las ganas, aquellas que uno no quiere perder pero que
cuesta llevarlas. Gente como Lito no solo ha obrado de esa
manera conmigo, también lo ha hecho con Leda
Valladares, Roberto Goyeneche y tantos otros.
Basta de espejitos de colores
-El tema que da título al disco “Basta de
espejitos de colores” ¿Fue el ultimo que compuso con Pepe?
-Sí, y que trabajo nos dio, pero al final
salió. Por eso quise homenajearlo con estos changos que me
acompañan, y decidimos formar “Trealilo”,la unión de tres
personas distintas, enhebradas por un mismo hilo de
sensibilidad, y al hacer un espectáculo tratamos que salga
un solo canto, para que la gente pueda apreciar la guitarra,
la percusión o la creación. Un gozo doble con Café Valdez y
Ariel Alberto porque veo como ellos disfrutan haciendo
música. Entonces yo me abrazo más todavía a ellos para
que se haga una sola cosa.
-Digamos que el nombre es en tucumano
básico.
-Sí. La deformación de la expresión “tres
al hilo” que se hace en Tucumán. Es que nuestros
antesapasados solían realizar collares de distintos
materiales semillas, caracoles o flores y era el
maestro era el que iba diciendo a sus aprendices como
disponerlos al enhebrarlos. Y nosotros tres somos tres
creadores distintos unidos por el hilo del canto popular.
-¿Cuesta mucho tal vez por una cuestión
de respeto de los changos, trabajar con una generación
distinta de músicos?
No, para nada porque justamente en el
comienzo yo había visto a estos changos y los había hecho
participar en obras de canto y poesía que hice, con Café
Valdez en la percusión en el espectáculo que se llamó
“Madre América”, un recorrido desde Argentina hasta el
Caribe. Ahí se cantó todo, este chango canta muy lindo
el bolero, pero no cualquier tema sino el bolero de
Matamoros, casi folklórico. Porque es esa zona,
fundamentalmente en Cuba nace el bolero, por supuesto hablo
de la época de Bola de Nieve. En ese trabajo me acompañó
también Lucho Hoyos junto a otros músicos de una generación
que no es la mía. Con Ariel Alberto hicimos un
espectáculo junto a Miguel Ángel Pérez, quien dice coplas de
altísimo nivel.
-Además ¿Usted formó parte de una
asociación de músicos?
-Sí, era una asociación de músicos
tucumanos en donde me eligieron presidente. No lo digo
por inmodesto, sino porque la gran mayoría de sus
integrantes eran jóvenes. En Tucumán se ha dado en
estos tiempos y sin medida en relación entre los jóvenes y
los viejos una relación muy linda. De ahí puede salir algo
interesante.
-¿Cómo es la forma de trabajo en
Trealilo?
- En nuestro trabajo yo dejo afuera la
soberbia, la posible información o conocimiento para varias
cosas, así puede salir la letra y música pura, todo lo que
se canta ahí las músicas son mías y las letras de grandes
poetas como Miguel Ángel Pérez, Teuco Castilla, Walter Adet,
Antonio Nella Castro, Carlos Hugo Aparicio, la gran
generación de 60 en Salta están en todos mis temas
musicales. Y Pepe por supuesto. Justamente con él hicimos un
trabajo que no está editado aún y se llama “Las lunas que
debía”. Es una obra compuesta por 18 temas, una deuda
saldada por todas las noches que yo les debía a los poetas
de Salta de esa generación y la ausencia mía por estar en
Tucumán. Cada tema que hago tiene desde la introducción, la
música y hasta los arreglos elementales muy pensados.
Usted no se puede imaginar la “Chacarera del 55” sin que
diga (y se pone a cantarla) la introducción, o “Agüita
demorada” o “Arana”. Todos los temas tienen una
introducción muy pensada, al revés de la mayoría de los
músicos que no le dan demasiada importancia. Para nosotros
siempre fue muy importante, y desde la introducción, la
melodía y los arreglos que les doy, así purito se lo toma y
a partir de ahí ellos más que yo se van al arreglo, a la
expresión, a decidir quien la va a cantar y como lo va a
hacer. Es un trabajo totalmente en equipo y lo que me
costó fue enseñarles que en ese supremo momento ellos son
colegas míos, participes un equipo donde los tres tenemos el
mismo valor, tal vez yo tenga más peso porque en la
expresión me de cuenta que una está mejor que la otra, eso
ya es un problema de la mesa, pero no va a ser problema que
yo cantara de tal forma porque así lo hacía solo o con Pepe.
- ¿Costó mucho salir del dúo?
-Es increíble, ahora que lo he nombrado a
Pepe, como cuesta en la “Chacarera del 55”, en
“Tristeza” y tantas otras salirse de expresión armada.
Cuesta mucho porque uno piensa que es la forma más lograda.
Puede ser o no ser…no sé...Pero aquí en este nuevo grupo eso
tiene que desaparecer. Por eso es que se nota tanta
combinación entre los tres. Por eso disfruté mucho la noche
de la presentación en la Casa de Tucumán con ellos.
Siempre lo hago cuando veo que todas las notas las meten
justito. Claro que ensayamos mucho, constantemente hasta el
cansancio.
¿Tiene trabajo como arquitecto?
-Sí. Es mi otro oficio, con una actividad
bastante a pleno. Yo estoy en el estudio hasta las 20
horas. Y a esa hora tal vez podría decir –“me voy a
descansar”- Pero a esa misma hora los changos, en la misma
casa, están dejando sus alumnos de guitarra, percusión o
violín y de ahí…a ensayar hasta las 11 de la noche. Así es,
casi rutinario, en la misma casa se ha dado el taller de los
muchachos. El lugar de ensayo de Trealilo, mi estudio de
arquitectura, mi empresa y mi vivienda. Es una casona
grande, con espacio suficiente para todo eso.
Todo el día se convive con la
música, el arte. Vienen mucha gente, y normalmente los
que vienen en su gran mayoría son changos jóvenes.
Vienen nuevos interpretes a pedir opiniones, es muy lindo y
me hace muy feliz sentir como la obra de uno los changos la
renuevan y la hacen más nueva, más actual. Eso me hace
sentir joven y me llena el alma. Entonces ya me pierdo
y hasta se me hace que no soy yo el que canta, es algo que
me sale de adentro y no sé como.
-Habla de estos changos de 18 años, casi
la edad que tenían con Pepe cuando llegaron a Tucumán.
-Vos
sabés que me gusta lo que me estás diciendo. En Buenos
Aires no lo hemos podido representar por el tamaño de la
sala. Pero cuando lo hacemos en Tucumán en el teatro
Alberdi estos dos chicos representan a los Hermanos Núñez
cuando llegan a la provincia, y rompen el espectáculo con la
“Chacarera del 55”, simbolizando nuestra llegada al folklore
de Tucumán.
GRACIELA ARANCIBIA