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EL CUERO Y LOS HOMBRES DE CAMPO

 Hemos dicho que nuestra cultura es una consecuencia del hecho que los ganados mayores, vacunos y caballares, ingresaron al que es hoy territorio nacional, antes que se establecieran en él los colonos

La primera actividad que se desarrolló alrededor del equino y del vacuno fue la vaquería o volteada, la caza y cuereo del ganado. Al desjarretador, herencia de la habilidad taurina del español y al lazo, herencia mediterránea europea, se sumarán las boleadoras, arma e instrumento tomado de los indígenas locales.

Vendrá luego la estancia cimarrona, donde más que criar se agrupa y depreda al ganado, casi tan irracionalmente como en la primaria vaquería. Siempre por el cuero. Y ese cuero será, en definitiva, la materia prima de toda industria, como era el artículo, casi único, de todo comercio.

El cuero habrá de favorecer la inspiración naturalista más absoluta en el aprovechamiento utilitario y estético, de bienes brindados ya hechos por la naturaleza, que ha de ser característica del quehacer de nuestra gente rural: el cuero en los techos, puertas y ventanas, y hasta las paredes de las habitaciones; ataduras de cuero en sustitución de la clavazón; trojes o silos fabricados con el animal entero, parado sobre sus cuatro extremidades y relleno -como en extraña taxidermia- con el grano de trigo; el cuero unido en sus extremos, como “pelota”, primitivo flotador para cruzar cursos de agua, etc

Hemos citado, someramente, las causas, veamos los efectos en toda una rica industria artesanal, que tomó al cuero como materia prima. Fundamentalmente dos habrán de ser sus formas de expresión, según que esa materia prima fuera cuero crudo y cuero curtido.

El cuero crudo. Esta denominación que puede parecer lógica y suficiente para el hombre de la ciudad a efectos de diferenciar al cuero natural del sometido a curtiembre, no lo es para nuestra gente de campo.

Crudo, para ellos, es y era el cuero completamente natural, con su pelo secado al aire y que es rígido y duro. Se utilizaba así, como ya indicamos, para hojas de puertas y ventanas, para entoldado y llantas de las carretas (cuando aún no se usaba el hierro), cortado en tiras para uniones en lugar de clavos, etc.

Al cuero se le dice “Ionjeado”, cuando después de humedecerlo, se le quita el pelo a filo de cuchillo. “Redomoneado” o “redomón”, es cuando se soba ligeramente, a mano o a maceta, pero sin que pierda del todo su rigidez. Así se trabaja para elaborar los lazos y sobeos.

El cuero sobado es el que se usa para todos los trabajos en tiento (finas tirillas que se entretejen), después de un paciente trabajo de ablande que le da especial flexibilidad. Siendo igualmente de sobado, el trabajo que se daba a las llamadas “botas de potro “.

 

Todos estos conocimientos, como el saber qué parte del cuero habla que destinar para cada uso: el espinazo para correones, el cogote para sobeos y cabestros, los costillares para tientos fuertes de todo uso, la bolsa testicular para aforrar o retobar mates, etc. O qué cuero (de qué animal), había que emplear para cada destino: el carpincho para “culeros” y “delantales”; el pescuezo de avestruz para “chuspas”; el tigre para cintos y hasta para lazos, como el de burro, la panza de éste para elaborar los famosos sombreros; el potrillo para cortar finísimos tientos, como hilos de coser, especiales para esterillados, bordados y en tramados sobre cuero crudo o suela, o para forrar cabos de rebenques y arreadores, en hermosos entretejidos

Todos estos conocimientos, que pueden parecer hoy exclusivos de iniciados, eran normales a todo hombre de campo en otros tiempos, hombre, “gaucho “, al que le sobraban, en la vaquería o la estancia cimarrona, ocios para entretener cortando lonjas, tejiendo trenzas de tientos, haciendo o reparando las prendas de su ajuar campero, lo que iba señalando su buen gusto, su prolijidad y preocupación por su propia seguridad, desde que de la resistencia y buen uso de esas prendas podía depender su vida en las faenas.

Este gusto y habilidad de nuestro hombre de campo para trenzar y entretejer tientos, proviene, a nuestro entender, de dos vertientes muy próximas entre sí: la marinería del antiguo Mediterráneo español y los artesanos árabes o moros, en hilos o tientos, decorando las prendas de finos cueros teñidos (marroquinería).

De esta misma genealogía proviene nuestra artesanía del cuero curtido, en estampados y repujados, de tanto destaque en la confección de las alas de los lomillos o recados, y las caronas, del apero de montar

Fuente: http://www.elfolklorecuyano.com.ar

 

 
 

 

 


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