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¿CÓMO TRABAJABAN LOS CRIOLLOS EL CUERO?

La innata habilidad del artesano criollo transformó la lonja de cuero en una innumerable cantidad de tien­tos, y fue trenzando y retejiendo diversas piezas desti­nadas al ámbito rural. Así surgieron los lazos, los rebenques, riendas y bozales.

 

Con cueros enteros formó los guardamontes, los coletos y los pecheros que lo ayudaban a defenderse de los montes espinosos, y dotó de techos y llantas a las carretas que vadeaban desiertos. Y así enriqueció a las viejas casonas con asientos de silla, sillones fraileros, arcones, petacas y otros efectos que hoy forman colecciones de museos regionales.

 

Antes de comenzar a hablar de los trabajos, se debe saber que el cuero crudo es la piel del animal que ha sido estirada para secarse ya la que se le sacó el pelo. Se utiliza para realizar diferentes cosas, desde ropa y artículos personales, hasta materiales de construcción y herramientas.

 

El cuero es crudo porque no ha sido curtido. Para ello se aplica a la piel una solución química para relajarla y hacerla blanda. En un principio, el criollo utilizó los cueros crudos, estaqueados, y le conservaba el pelo. Primero comenzó trabajándolo en lonjas, luego no tardó en descubrir que si lo cortaba en delgadas tiras -tientos, guascas- obtenía un implemento útil y resistente para servir como ata­dura o ligamento.

 

Más tarde, exploró las cualidades del tiento trenza­do, inspirándose en la trenza de tres que tiene su origen en el modo de enlazar los cabellos femeninos. Para trenzar es necesario usar un diseño que se repi­ta una y otra vez. Al desempeñar estas actividades se debe tratar de reconocer los diferentes diseños. Una vez que se entienda, el trenzado será más fácil.

 

Previo al inicio de esta tarea, resulta relevante se­guir estos consejos profesionales:

- tomarse todo el tiempo que se necesite;

- mirar de manera muy cuidadosa las ilustraciones; - leer las instrucciones en voz alta;

- marcar cada tira con una letra.

Existen excelentes artistas del trenzado en la Argen­tina que han hecho verdaderas obras de arte con los tientos en diversas clases de trenzas, como veremos más adelante. Se puede decir que los cueros vacunos y los de yeguarizo son los más elegidos por las exigencias de su aplicación concreta, pues los de animales gordos facilitan el sobado, los de animales flacos son más aptos para lazos y los de alazán resultan buenos para los tientos.

Los gauchos, asimismo, utilizaban los de avestruz y conservaban sus plumas para confeccionar sobrepuestos para el recado, y los atadores de cuero fuerte de cogote de toro, y con el buche del ave hacían preciosas tabaqueras, Y con la cola de vacunos entera retobaba los cabos de los rebenque s Y cuchillos.

En la provincia de Corrientes, los arrieros se valían de un cuero de nonato, vaciado por la boca, para transportar yerba; en los Valles Calchaquíes, esta bolsa u odre se hacían con cuero de chivo o cabra para conservar miel, arrope Y vino; en la región cordillerana existían los llamados chiguas de cuero vacuno para transportar fruta; en áreas pampeanas se usaba el cuero de la barriga del peludo para retobar boleadoras y en Salta con el grueso de tapir se confecciona­ban riendas de diseño peculiar.

El criollo se explayó en el diseño y confección de botas, sombreros, sacos, cinturones, tiradores, tabaqueras, barboquejos, entre otros numerosos ob­jetos. Después se instaló la tecnología Y se generalizó el empleo del cuero curtido en todos los órdenes. Este conoció su primera etapa de desarrollo en las provincias norteñas durante la época colonial. Se curtían las pieles de los animales locales, y así se obtenían buenas suelas y gamuzas, aprovechando como curtiembre una materia prima (el tanino) que se extraía de los gran­des montes de quebracho y cebil que cubrían áreas del territorio septentrional.

Lomilleros, talabarteros, basteros y montureros tuvieron su momento de gloria, porque adquirieron di­fusión las suelas colorada y negra, usadas solas o combinadas con cueros crudos, ornamentadas con charol y repujados a mano, Y los cueros de carpincho y ciervo. Se adoptó la suela en el Litoral, al comprobarse que resistía el contacto con el agua.

 

Fuente: Libro Manualidades Criollas - El cuero crudo paso por paso
Autor Manuel Bugallo -Agradecemos a Editorial Andrómeda permitirnos la publicación del presente material

 
 

 

 


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