Hay un
madero que reposa en su regazo esperando el mágico
momento en que verán la luz de sus recuerdos de árbol:
trinos de pájaro, lumbre de luna, silbos de viento
transformados en música cuando las manos de Carlos
Martínez acaricien sus cuerdas.
-¿Cuando comienza tu hermandad con la música?
-Desde muy
chico, tendría unos doce años. Mi mamá quería que sea
bandoneonísta, pero como era una cuestión difícil de
encarar, me mandaron a estudiar guitarra, y así lograr
que la calle no ocupara mucho de mi tiempo libre.
Primero me mandaron a estudiar con Alejandro Martín
durante un tiempo pero como no tenía avances concurrí a
las clases con don Luis Gómez.. Con el conocí la música
en toda su belleza.
-Saliste revelación de Cosquín. ¿Con qué expectativa
llegaste al festival?
-Llegar a
Cosquin fue una cadena de varios concursos. Cada vez que
me presentaba en La Ferrère me tocaba competir con Fabián
Ponfil quien siempre me ganaba con su interpretación
de”Estilo Pampeano”, hasta que tocó algo de Falú y yo
otro tema y logré ganarle con 20 años apenas. Pero ya me
había paseado por en certámenes de Moreno, Ramallo,
Lanús, Luján, Barrancas de San Nicolás, donde gané el
primer premio. En el ´90 participé en Lanús pero era el
único solista instrumental y me descalificaron porque
para el jurado la guitarra estaba desafinada es decir no
estaba en 440. Entonces decidido a seguir con la
participación mando un casette a la Comisión de Folklore
y ellos me dicen que estaba capacitado y a tiempo para
intervenir, que me dirija a la subsede de Quilmes. Allí
gané y fui a Cosquin por primera vez, donde me dieron una
mención especial, porque ese año el guitarrista ganador
fue Ernesto Ocampo.
Yo volví muy
triste porque como no compongo ni hago arreglos de los
temas y pensaba que lo que hacía estaba errado. Lo mío es
hacer fieles versiones de los creadores. Hablé con mi
maestro sobre el asunto. Ocampo había tocado “Campo
afuera” de Di Fulvio con arreglos propios, entonces don
Gómez sabiamente se sonreía y me aconsejó que tuviera
paciencia para comprobar si dentro de unos años se
dedicaba a tocar la guitarra, y que el año siguiente
fuera otra historia.
-¿Y
tenía razón?...
-¡Vaya si la
tenía! Al año siguiente gané Mención especial y
Revelación. Es un recuerdo muy lindo haber podido tocar
en uno de los escenarios más importantes del folklore de
Sudamérica .Lástima que me volví un día antes de la
entrega de plaqueta, así que la que me correspondía debe
andar perdida por Cosquín todavía.
-Pasados los años vos enseñas guitarra si pudieras
encontrar a ese chico triste que volvió de Cosquín ¿que
le dirías?
-Lo mismo que
dijo mi maestro. El se dio cuenta que soy tozudo en
muchas cosas, que no me van a doblar el rumbo así nomás.
Como cuando me aconsejaban que toque con púa. Claro que
al escucharlo de boca de un hombre que tocaba “Pájaro
campana “con apenas 16 años yo pensaba-“¡Que
bárbaro, este hombre gana más aplausos que yo!”- Sin
embargo, hoy te puedo asegurar que puedo ponerme al lado
de uno que toca con mucho barullo y mi guitarra haciendo
cosas simples gano los mismos aplausos.
-¿Pensás
que se ha perdido la simpleza?
-El otro día
veía un muchachito subir al escenario con 3 guitarras
atrás y yo pensaba que lástima, que poca visión que se
tiene de la música criolla, se ha perdido el vibrato, la
dulzura de las cuerdas, todo el mundo toca con la
guitarra enchufada así que eso también le diría a ese
chico que hay que seguir respetando la gente de antes.
Ayer conversando con Don Eduardo Falú me decía que no
sabe como pueden tocar con guitarra enchufada.-”
Fíjese que este changuito de John Williams tiene una
Small, tal vez la más importante guitarra del mundo y la
anda enchufando. El sonido no tiene humanidad, no tiene
madera.”- Y yo escuchando sus palabras no puedo
querer enchufarla ni tocar más rápido para brindar más
efectos. Para qué andar corriendo si no se va a ningún
lado.
-Hablemos de discos.
-El primer
disco que grabé fue música de Atahualpa Yupanqui y Pablo
Del Cerro en el ’88. En la tapa tiene una foto donde
estoy vestido con un traje blanco. Tenía una guitarra
Mantini colorada que se hacia en Cañada de Gómez, Santa
Fe, así que te imaginarás el contraste. Recuerdo que me
llevaron a lo de un amigo que hacia fotos sociales. (Se
ríe con el recuerdo) Esa gráfica quedo terrible.
-¿Todavía conservás esa guitarra?
-Sí. No la
vendería en mi vida. Esa me la regaló mi padre. Se la
había comprado a mi maestro y cada vez que iba a pagarla
le preguntaba -“¿Cree que vale la pena?” –Y don
Gómez siempre le contestaba lo mismo, -“Vale la pena.
Su hijo era una promesa”-. Es un instrumento pesado
para algunos temas, hay que afinar mas alto porque si no
se desafina mucho. Recuerdo que “Danza de la luna” yo la
hacía en re menor y debía tocarla casi en mi menor porque
sino me desafinaba en todos lados, así que le metía más
tensión.
-¿Donde
lo grabaste?
-Ese casette
lo grabé en el estudio de Roberto Álvarez. Lo produjo mi
maestro de solfeo Néstor Butera, quien después fue socio
mío en una FM.. Yo estaba tocando todo Yupanqui, así que
grabamos uno tras de otro en una hora y media, de todos
modos se vendieron algunos.
-¿Cuando recibiste tu primer pago por un concierto?
-A los 18
años. Iba todavía a la secundaria. Un día al director
del colegio le mandan un mémorandum para mandar a
perfeccionar a alguno de sus alumnos en guitarra, y el
pensó en mí. “¡Como no!” dije yo y enfilé para Once, a la
Fundación Banco Mayo. Me encontré con un señor que
estaba hablando con los padres de otros alumnos, cuando
me tocó el turno me dice –“¿Está estudiando la
guitarra?”- “Si, toco algo”- le contesto y lo
dejé que siga. Tocaron varios chicos antes que yo, y
cuando me escuchó me dice-” ¿Qué quiere
perfeccionar?”- “-¡Que sé yo! A mi me mandaron-le
digo- y con tal de faltar de la escuela estoy acá!”-Se
rió y me dijo-“Bueno, podes seguir viviendo para
ver algunas obras clásicas” -.
Pasó el
tiempo y un día me dice el director -“Martínez se va a
hacer una reunión de los socios en el 3* piso
¿Podrá venir a amenizarla?”-.Entonces toqué un tema
clásico, uno criollo, uno clásico, uno criollo... Por ahí
pasaba una señora moviendo la cabeza como afirmando que
estaba muy bien la cuestión. Cuando terminó todo yo me
fui a despedir y agradecer la invitación. Entonces me da
un sobre que trasladado a plata de hoy serán $300.
Contento pensé que iba a funcionar como medio de vida
pero pasaron muchos años de tocar gratis desde radios
hasta el Teatro San Martín, tocando hasta delante de
Yupanqui. Si yo tocara la guitarra por plata no lo
haría, aunque el ideal de todo ser humano es vivir de lo
que le gusta. Vivo de mi trabajo de carpintero.
-¿Llegaste con la maduración justa al disco”Estilo
pampeano”?
-Técnicamente
estaba preparado, pensado, pero económicamente era
imposible hacerlo. Ese disco llegó de la mano de María
Elvira Grillo y su primo. Empezamos a grabar en lo que
ella consideraba que era el mejor estudio de grabación
de Buenos Aires, pero al ver que después de estar 1 hora
esperando no grabábamos. Nos fuimos a otro, donde también
había amenazado de enfundar la guitarra si los técnicos
no le prestaban la importancia necesaria.
-¿Tu
juventud te jugó en contra?
-Yo ya me
veía grande, aunque siempre fui muy permisivo, María
Elvira me enseñó a poner límites. A pesar de parecer
demasiado serio en el escenario, no lo soy en la vida,
tengo muchísimo sentido del humor.
-¿Componés?
-No. Lo mío
es ejecutar. Con tantos hombres y mujeres que han puesto
su inteligencia al servicio de la cultura ¿Para que? Si
ellos no hubieran existido yo no existiría como
guitarrista ¿Qué tocaría yo? No me siento capacitado para
componer ni arreglar. Lo mío es tomar una obra, escuchar
sus diferentes versiones, y decir yo lo hago así.
Cualquiera de estos temas es un clásico y a la música
clásica no se le anda cambiando notas.
-Como
decía don Ata ¿Qué está desarreglado para que la
arregles?
-¡Seguro! Por
eso yo no facilito ni embrollo nada, no me gusta hacer
armonías raras para diferenciarme.
de otros
guitarristas.
-Estuviste en Europa ¿qué experiencia te dejó?
-Fue algo
sorpresivo. Yo le daba clases de guitarra a un ingeniero
de Aguas Argentinas mientras estuvo radicado en nuestro
país y nos hicimos amigos. Cuando se volvía a su patria
me pregunta si me gustaría ir a dar unos conciertos a
Francia, ya su hermano vivía cerca de Pau, en los
Pirineos. Y allá fuimos. Aunque soy altamente descreído y
si me prometen el Teatro Colón hasta que no estoy en el
escenario no lo creo, debo afirmar que esta gente me
organizó 3 conciertos en los que me ha ido realmente muy
bien. No creía que nuestra música criolla iba a gustar
tanto. El primero lo di en Tarbes en un invierno bastante
crudo. Entro en una casa de piedra hermosa, poca
iluminación, las sillas acomodadas un escenario 2 x 2.
Pensé que faltando media hora para el concierto y sin que
haya venido ninguna persona se suspendería el concierto.
Me dicen si quiero afinar y lo que hice por una cuestión
de respeto, pero sin expectativas. Para mi sorpresa
faltando 10’ se llenó el teatrito. Los tres primeros
temas solamente aplauden por compromiso clap, cap, clap.
No vaya a ser que te impresiones y no rindas lo
necesario.
- ¿Te
dio miedo la falta de aplausos?
-No, siempre
estoy seguro de lo que hago. Respeto sí. Después de
enterarme que en ese mismo escenario tocó Jorge Cardozo,
Juan Falú, Ricardo Moyano y tantos otros referentes. Es
una sensación rara pero después del 4* tema estaban todos
entusiasmados y amigos. Cuando salí todo el mundo había
comprado el disco y esperaban pacientemente que se los
firme deletreando su nombre. En Pau toqué en un teatro
colmado de público, ahí ya conocían el repertorio de don
Ata al dedillo, así que tuve que hacer 4 o 5 bis. Yo
llevé el disco sobre Atahualpa Yupanqui producido por
Rubén Palazzo, un hombre de los pagos de Moreno que me ha
dado muchas manos dentro de mi quehacer musical. En
realidad era el casette vuelto a grabar con la Estrada
Gómez más 2 temas de Pablo del Cerro, y pasó a llamarse
“Agua escondida” en honor de la canción. Me gustó pasear
por las calles parisinas llenas de historia, los Pirineos
nevados pero me gusta más estar en mi país.
-Contanos
del Carlos Martínez profesor.
-Intento
enseñar todo tal cual lo aprendí yo. Me gusta cuando el
alumno pone interés, esta lleno de preguntas y dudas.
Enseñar en mi caso es una necesidad en parte económica y
en parte para seguir aprendiendo yo. De los errores de
los alumnos aprendo muchas cosas. Por ahí ponen la mano
en una posición que no se usa y resuelven problemas
futuros con un solo dedo, un arpegio al revés, cuando
uno piensa acá no me alcanza, dudas si ponés o no la
cejilla, un montón de cosas que a mí tal vez no se me
había ocurrido. En la vida todas esas cuestiones de
aprendizaje es un ida y vuelta. Solo me duele cuando
algún chico cerca de casa quiere tomar clases y yo no
puedo dárselas, y pienso por ahí este changuito puede ser
14 veces mejor que yo en la guitarra y no tiene los
medios para ir a Capital. Entonces les explico que si
puede pagar vaya a verlo a Don Gómez, dudo que haya un
profesor tan bueno como él,
-
Hablas y diste muchos nombres de guitarristas pero
ninguno de una mujer ¿Por qué?
- Para mí la
más grande guitarrista que he escuchado es María Luisa
Anido y hay otras como Irma Constanzo, Mirta Álvarez,
María Bello, Graciela Pomponio y entre las más jovencitas
están Melina Dattilo, Nadia Rastrero que te hace decir
que bien que toca y una chica de Bahía Blanca Daniela
Rossi que en música clásica es una delicia escucharla.
Pero para la
música criolla la guitarra de Suma Paz tiene un sonido
incomparable. Cuando estuve
acompañando
al Tata Cedrón compartí escenario con ella. Nosotros
éramos 3 guitarristas tocando juntos, pero ella subía
sola con su guitarra de un vibrato muy especial, tan puro
y se robaba el público. Parece mentira que haya
guitarristas que sigan apurados en sus interpretaciones,
dejando la belleza de lado.
- Dos
nuevos discos “Carlos Martínez interpreta a Abel Fleury”
y “Carlos Martínez interpreta a Eduardo Falú”, a
presentar. Contame algo sobre ellos.
-Primero te
contesto sobre el de Fleury. Es un trabajo muy importante
sobre su obra solista, fue un placer grabar la obra
integral del maestro. A”Milongueo del ayer” la hice como
dúo instrumental, donde yo mismo grabé la primera y la
segunda guitarra y en la canción criolla “Clavel del
aire” hago la versión del maestro con el mismo estilo con
que la cantaba Gardel. Cada obra la tuve que hacer
siguiendo los registros del, mientras seguía las
partituras. Era la única manera que iba a comprender el
sentimiento que ha obrado en Fleury al componerlas. Por
supuesto debí hacerla con la Estrada Gómez. En este
disco vas encontrar milongas como “Pico blanco”, “A flor
de llanto”, “Te vas milonga”, “Fortín Kakel”, algunos
estilos “lejanía” y “Estilo pampeano”, canciones criollas
“Alma en pena”, “Cimbronazo” o triunfo, malambo, aire de
huella, vidalita, preludio, ranchera, chacarera, los
géneros donde don Abel recreo con tanta belleza, a través
de su música intenté pintar el paisaje y personajes en
los que se inspiró.
Y sobre el
disco de Falú te puedo contar que me dediqué durante un
tiempo a recopilar, investigar sobre sus registros de 40
años atrás para seleccionar los temas de este primer
volumen. Algunas no estaban editadas en partituras
-¿Cuales?
_ Como “La
alborada”, “Pampa y muerte”, “El quitapenas” o “El
entierro del Pujllay”. . Así que me vi obligado a
pedirle permiso para hacerlas, al escucharlas me
decía. “-Mira Carlos, acá hay obras que yo creí que
no se iban a editar jamás Por ejemplo “momentos de
milongas dura 7 minutos y medio”-
-¿Que
pasa con tus sentimientos cuando interpretas delante del
sus obras?
-¡Uh! Te
imaginarás que tengo un alboroto de emoción, la vida me
dio revanchas, y esto es un premio de tantas horas de
estudio por tratar de mantener viva la música de esta
gente tan valiosa para nuestro cancionero. El mejor
halago que recibí de su parte fue que me dijera
–“Changuito, ya me puedo ir tranquilo que mi música esta
en buenas manos”- Ya está. Ese es uno de los mejores
premios que me han dado en la vida. Y también de su obra
elegí distintos ritmos: huayno, estilo, bailecito,
preludio andino, aires sureños, vidalita, cueca,
chacarera, zamba, aire de galopa. Todos los paisajes
giran en torno de sus temas.
Sencillo como el pan, sincero como un niño, cierra los
ojos y sueña con su guitarra sin darse cuenta que junto
con ella está compartiendo la historia musical
folklórica de nuestro país.
GRACIELA ARANCIBIA
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