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FIESTAS MAYAS




�C�mo se celebraban? �Qu� significaban? �Qu� suced�a con la vestimenta de las mujeres y hombres de la �poca?

1835-1852 2� Gobernaci�n de Juan Manuel de Rosas

Por Lic. Susana Mabel Fandembure
Fuente: Ricardo Salvatore.

En: NUEVA HISTORIA ARGENTINA �Consolidaci�n del R�gimen rosista�

En las fiestas mayas y julianas, la ciudad y la campa�a celebraban la independencia de la naci�n por medio de un complejo y rico ritual que inclu�a, entre otras cosas, adornos en la plaza, casas iluminadas, bailes p�blicos, diversiones de toros, juegos de sortija, paisanos disfrazados de beduinos, �Vivas! y �Mueras! y salvas de fusiler�a.
 

El significado de estas fiestas republicanas pod�a leerse en los carteles que se fijaban alrededor de la pir�mide colocada en el centro de la plaza. Ellos ped�an honor y gloria para los generales de los ej�rcitos que hab�an defendido a la Confederaci�n y para el Gran Ciudadano Rosas; hablaban sobre la �salvaci�n de la rep�blica�; de los �derechos de los pueblos�, de la invitaci�n a los �ciudadanos de todas las clases� y del �sistema federal�.

Las fiestas patrias serv�an al gobierno de Rosas como un escenario donde se representaban ante el pueblo los principios del federalismo, la necesidad de continuar el esfuerzo de guerra y la gratitud del pueblo federal a Rosas y sus jefes militares. El objeto de las celebraciones eran: el recuerdo de la Revoluci�n de Mayo y de la Independencia, el entusiasmo colectivo por la victoria de los ej�rcitos federales, la visita de un l�der federal de otra provincia o el fracaso de alg�n atentado contra Rosas.

Las fiestas pon�an a disposici�n de los sectores de menores recursos, en su mayor�a analfabetos, noticias acerca de la marcha de las guerras civiles, del estado de las relaciones internacionales y de las amenazas que se cern�an sobre la Confederaci�n.

Se esperaba que todos de acuerdo con su g�nero y condici�n social, fueran �federales de apariencia�. La vestimenta inclu�a, para los hombres, la obligatoriedad de usar la divisa en la chaqueta y el cintillo en el sombrero y, para las MUJERES, la necesidad de llevar un mo�o federal color punz� (rojo) en el cabello.

La cuesti�n de la apariencia y de los colores, dio oportunidades a los sectores populares para canalizar sus resentimientos de clase. Las morenas sirvientas pod�an acusar a sus se�oras de tener vestidos celestes en sus armarios, los federales pod�a pegar mo�os colorados a las mujeres que no los usaran.


 

MUJERES EN EL ARTE
Lic. Susana Mabel Fandembure
Fuente: Mar�a L�a Munilla Lacasa
En: Nueva Historia Argentina � Arte Sociedad y Pol�tica, Tomo I
Siglo XIX: 1810 � 1870

Retratos en miniatura o al �leo:

La miniatura supon�a la utilizaci�n de una t�cnica consistente en la aplicaci�n de pigmentos en forma de diminutos puntos o rayas sobre una superficie de marfil, previamente tratada con goma ar�biga. La liviandad de ese material lo hac�a particularmente adecuado para la fabricaci�n de peque�os medallones que las mujeres llevaban en el cuello o bien guardaban en cajas especiales como recuerdo. Las damas de la alta sociedad porte�a, por ejemplo, vieron representadas sus efigies en peque�as dimensiones. En la delicada y paciente ejecuci�n de miniaturas se destacaron algunas mujeres como Antonia Brunet de Annat y Andrea Macaire de Bacle, esposa del conocido lit�grafo C�sar Hip�lito Bacle, qui�n en 1828, cre� la firma Bacle y Cia. Impresores Litogr�ficos del Estado junto a su mujer y al artista Arthur Onslow.

Adem�s de retratar a las personalidades hist�ricas, en la �poca de Rosas, Hip�lito Bacle public� un �lbum titulado �Trajes y costumbres de la provincia de Buenos Aires� (1833-34), compuesto por seis cuadernos con dibujos litogr�ficos, dedicado a describir los oficios y trabajos de los sectores populares y las vestimentas t�picas de las damas porte�as.

Un ejemplo de este �lbum es la litograf�a coloreada �Peinetones en casa�, la cual describe, de manera caricaturesca, la costumbre de las se�oras de usar peinetones de desproporcionado tama�o �que eran fabricados por el c�lebre Manuel Masculino- , con las incomodidades propias que esta moda provocaba.

FIESTAS MAYAS - 1841

A partir del estallido de la Revoluci�n de 1810 se instaur� en Buenos Aires una nueva tradici�n festiva que, en reemplazo de la colonial, ofreci� a la sociedad porte�a un marco de identificaci�n y pertenencia al nuevo orden emergente, a la vez que signific� un importante recurso de propaganda al servicio del poder pol�tico.


Desde el inicio del proceso revolucionario, las celebraciones de las Fiestas Mayas se caracterizaron por un gran despliegue ornamental y gruesos gastos de organizaci�n, recursos que las luchas por la independencia se encargaron de reducir al m�nimo ante la exigencia de concentrar todos los esfuerzos econ�micos en el desarrollo de la guerra. Las fiestas conmemorativas de la d�cada de 1820 retomaron el esplendor de los primeros a�os, de acuerdo con la voluntad �casi siempre expl�cita- de Rivadavia de convertirlas en �rganos de difusi�n de su ideario pol�tico. Convencido de las posibilidades propagand�sticas de la fiesta, Rivadavia impuls� �entre sus m�ltiples reformas administrativas- la creaci�n del Departamento de Ingenieros Arquitectos y de la Polic�a, ambas dependencias encargadas de la organizaci�n de los eventos festivos, en reemplazo del Cabildo de la ciudad, cuyas funciones cesaron en 1821.

Pintores que pintan mujeres

Prilidiano Pueyrred�n, autor del retrato oficial de Manuela Rosas y Ezcurrade Terrero (Manuelita) � 1851; Manuelita ten�a entonces 34 a�os.

El artista tambi�n pint� temas hist�ricos, de paisajes e incluso de desnudos femeninos. El tratamiento que �l hizo de esta tem�tica fue novedoso para la pl�stica argentina de esos a�os. Tanto en �El ba�o� (1865) como en �La siesta� (1865), sus mujeres no pertenecen al contexto mitol�gico o literario que hab�a justificado durante siglos la presencia del desnudo en el arte. Por el contrario, lejos de ser ninfas o diosas mitol�gicas, las protagonistas de sus cuadros parecen muchachas comunes de la sociedad captadas por el pincel en momentos de gran intimidad.

Le�n Palliere (franc�s) dedic� su atenci�n al costumbrismo, tal como lo muestra su acuarela titulada �La Tienda�. All� se observan las caracter�sticas de una t�pica tienda porte�a, con los art�culos �pa�os, m�scaras, sombreros- expuestos en la verada a la mirada de los transe�ntes. Describe las vestimentas de las mujeres protagonistas de esta escena.

El gaucho viste los atuendos particulares del mundo rural. La dama, habitante de la ciudad, exhibe en su vestido y accesorios el nuevo gusto por lo europeo que tambi�n se impon�a en la moda.

Pir�mide de Mayo

El poder pol�tico decide darle un nuevo impulso a la empresa monumental que, iniciada con la construcci�n de la Pir�mide de Mayo.

La Pir�mide hab�a sido levantada en 1811 a modo de homenaje al primer aniversario de la empresa revolucionaria.



 

1811-1856


Durante m�s de cuarenta a�os, el monumento hab�a sufrido modificaciones en su significado originario. La aplicaci�n sobre sus caras de diversas leyendas, alusivas a cada hecho hist�rico que se celebraba en la ciudad, hab�a provocado un desplazamiento de su significaci�n primera. Cuando en 1856 fue finalmente coronada por la imagen de la libertad, la Pir�mide abandon� su sentido fluctuante y pas� a representar a la Rep�blica Argentina.
 


2010


En 1856, la recientemente creada Municipalidad orden� una transformaci�n global de la Plaza de Mayo que, encargada a Prilidiano Pueyrred�n, supon�a una restauraci�n completa del monumento. Sus dimensiones originales fueron modificadas al ser incluido dentro de otra pir�mide de mayores proporciones; en los �ngulos del pedestal fueron ubicadas cuatro estatuas de bulto que representaban el Comercio, la Agricultura, las Artes y las Ciencias. En reemplazo de la esfera que coronaba la aguja fue colocada una figura femenina de pie, tocada con el gorro frigio, sosteniendo en su mano derecha una lanza y en la izquierda el escudo nacional. Todas las estatuas fueron obra del escultor franc�s Joseph Dubourdieu, quien tambi�n dise�� los relieves del friso de la Catedral metropolitana.

La fuerza de la imagen de la Libertad-Rep�blica convierte a la Pir�mide en un monumento conmemorativo de significado cerrado, permanente y �nico: la Rep�blica Argentina, liberada a partir del movimiento revolucionario de 1810.

Lic. Susana Mabel Fandembure
Fuente: Mar�a L�a Munilla Lacasa
En: Nueva Historia Argentina � Arte Sociedad y Pol�tica, Tomo I

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