Nuestras
regiones, a lo largo y a lo ancho del pa�s (como se suele
decir), cuentan costumbres, ritos, leyendas, mitos e
historias que nutren la vida cotidiana de su gente, y dan
sentido a infinidad de acciones, motivaciones y esperanzas.
Protegen y explican sucesos, fortalecen y marcan, por que no
decirlo as�, la identidad de los pueblos. En este hacer se
reivindica la creencia de poderes y gracias especiales que
como un don poseen algunas personas que a su vez dar�n
protecci�n a otras. En esta creencia tienen lugar los cultos
y celebraciones profesados a v�rgenes y santos de la Iglesia
Cat�lica y veneraciones locales transmitidas de generaci�n
en generaci�n, algunas de origen precolombino.
En la zona del litoral, por
ejemplo, se narran en toda ocasi�n leyendas y
santificaciones populares que pueden verse plasmadas en las
festividades, en el santoral de los pueblos, en su
geograf�a� En Corrientes son casi exclusivamente de ra�z
guaran�tica o guaran� y el pueblo practica en relaci�n con
ellas una devoci�n tal que ha abierto sus fronteras a
comunidades del m�s variado origen y lugar. Estas leyendas
no son vividas como tal sino como hechos y experiencias que
ocurrieron alguna vez a un ser como ellos, a un compa�ero
que hoy es un compa�ero de alma. Son aut�ctonas y
desentra�an el sentir de la gente del lugar, uniendo el ayer
y el hoy en una fe capaz de sembrar en cualquier terreno. Es
as� que hoy, ritos y celebraciones que eran patrimonio
cultural de una zona peque�a y desconocida para muchos, son
de la madre tierra y de todos los que en ella viven. Se
observan muestras de ello a miles y miles de kil�metros.
Esto pasa tanto con los santos populares correntinos, como
con los de la puna o de la patagonia por mencionar s�lo
algunos. Y hablan a viva voz de la idiosincrasia creyente y
abnegada de la gente que habita nuestros territorios. Estas
creencias van de la mano de la naturaleza y del hacer del
hombre en ella y es profundamente costumbrista motivo por el
cual es f�cil reconocer en cada una de estas pr�cticas al
pueblo que le dio origen.
Uno de estos santos populares es
Gauchito Gil. Tan solo su nombre despierta la fe de su gente
y de quien descubre en �l a un amigo, un hermano, un
salvador, un intermediario para las buenas causas ante Dios,
un santo!!
Hace ya mucho tiempo que escucho
hablar de �l pero nunca me hab�a acercado hasta ahora. Desde
que eso pas�, al sentirme acompa�ada por �l, intento ver con
otro cristal algunas cosas, las que me pasan, las que
suceden a mi alrededor, aquellas por las que lucho, aquellas
por las que sue�o, aquellas que temo perder, �.y la fe a
renacido en m� de su mano.
En agradecimiento por eso y por
mucho m�s comienzo esta tarea de contar y hacer llegar a
quien necesite de su noticia.
De la tarea de contador de
historias, lo m�s emocionante es el esp�ritu que surge para
acercarte a una nueva vivencia, a su fuerza, a otra gente
que como vos intenta andar por los caminos de la vida. Santo
Popular Antonio Mamerto Gil N��ez, Gauchito Gil simplemente
es hoy uno de los santos populares m�s difundidos entre la
gente, de boca en boca, de milagro en milagro podr�a
decirse.
Por todos lados, en Corrientes,
Entre R�os, en la Provincia de Buenos Aires, bien al sur, a
la vera de los caminos, en las casas de sus promeseros y
creyentes hay una insignia, un altar, una se�al de la fe que
nace y con el Gauchito se queda. En el Departamento
Mercedes, en la Provincia de Corrientes, a pocos kil�metros
de la planta urbana de la ciudad, est� su santuario. All�
permanentemente va su gente a rezarle, a pedirle y a
agradecerle. Cada 8 de enero se conmemora su muerte y se
agradece su bendici�n y milagro. Con alegr�a, como �l
quer�a, se celebra su ayuda y se pide protecci�n. En esos
d�as y todos los d�as, entre ca�as tacuara que elevan al
viento sus banderas de color rojo y algunas blancas y
celestes tambi�n, se escuchan bailes de chamam�, rezos, y
los m�s diversos agradecimientos. Testigo de ello son
objetos como vestidos de novia, t�tulos, papeles como
testimonio de lo logrado, placas que cuentan los sucesos y
contagian la fe a otros que vienen a pedir por algo que
necesitan o los desespera, recuerdos y promeseros que cantan
su santidad. Todos reciben consuelo, esperanza y fortalecen
con algarab�a la fe que en �l han depositado.
Montones de chicos, los tambi�n
llamados gurises, y familias, acompa�an al Gauchito con su
trabajo diario y te proporcionan lo que busc�s. Por ello,
cuando de llevarte un recuerdo se trate encontrar�s variados
testimonios y si en cambio quieres regalarle algo a tu santo
tambi�n hallar�s all� lo que deseas; sabrosa comida t�pica
para preparar la partida o reforzar el arribo, lugar para
dormir si la noche te alcanza all� o si prefieres llegar en
la noche o d�as antes para esperar el momento de su d�a en
el calor del verano correntino, completas instalaciones
aportan comodidad para tu estancia. Todo est� preparado
porque son muchos los que llegan y llegar�n, y su gente es
hospitalaria, no lo olvidar�s.
Un poco de historia de la que
narran sus coterr�neos.
El cielo abierto, estrellado, es
quien corona la noche de festejos del d�a 8 de enero. El sol
del d�a re�ne a todos en la fe, devotos y curiosos. El mismo
cielo que lo acompa�� cuando viv�a y el sol que brill� sobre
su piel cuando hac�a lo que estaba a su alcance para ayudar
a sus hermanos.
Un d�a como hoy, un 12 de agosto
Encarnaci�n N��ez dio a luz a un ni�o que llam� Antonio
Mamerto Gil N��ez. Su padre era Jos� Gil de la Cuadra.
Corr�a el a�o 1847 seg�n se cuenta pero pudo ser antes o un
poquito despu�s. De su ni�ez poco se sabe, su protagonismo
comenz� a cobrar importancia siendo ya mozo.
Eran tiempos dif�ciles, el
escenario parece ser el mismo que viv�an y peleaban el
Chacho Pe�aloza y Facundo Quiroga entre otros. A estos
hombres los hermanaba la oposici�n a luchar en rencillas
internas y el af�n por la justicia, anhelada pero
tard�amente conseguida. En el caso de Antonio Gil, la
situaci�n pol�tica de la regi�n lo expuso a un rol que no
acept� y que le fue exigida por el Coronel Juan de la Cruz
Zalazar, ex guerrero contra el Paraguay, que representaba en
esta oportunidad a los celestes. En lucha con los colorados,
la misi�n era enfrentar a sus hermanos, por lo que una vida
de persecuci�n quedo planteada cuando eligi� �alzarse� o
mejor dicho irse del lugar para no cometer tal error.
No se sabe con seguridad la
fecha hist�rica de sus vivencias. Lo que si se sabe es el
d�a de su muerte y el per�odo de lucha que atravesaba a la
Corrientes de la �poca: liberales y autonomistas (celestes y
colorados respectivamente) se enfrentaban a diario y
obligaban a su gente, a sus gauchos, a sumarse a la partida.
Esos gauchos eran correntinos, gauchos criollos y
campesinos, vecinos y cuando no amigos o parientes,
convocados a matarse entre s� por la causa pol�tica que sus
jefes defend�an y que muchas veces ellos, a gusto o disgusto
acompa�aron. Las guerras no eran nada nuevo, ya hab�an
sufrido el cruento enfrentamiento con el Paraguay y esto
parec�a no terminar en las �ltimas d�cadas del siglo XIX.
Gil ya hab�a guerreado contra el
Paraguay y conoc�a de esas muertes y de luchas. Dicen que
por esa �poca, el Coronel Zalazar, lleg� a Los Palmares,
lugar donde eligi� acampar con su gente de campa�a. All�
Antonio Gil, reclutado anteriormente, decidi� dejar del
campamento y se intern� en el monte. Sus detractores lo
acusaron luego por delitos contra la propiedad y lo
nombraron �desertor� por cuesti�n de rebeld�a; otros en
cambio lo defendieron y lo nombraron como un luchador por la
causa de los m�s necesitados. Su gente lo recuerda como un
hombre de bien y viejos pobladores aseguran que ten�a el
�don� de curar, una mirada capaz de hipnotizar y un coraje
envidiable.
Antonio Gil permaneci� en los
montes, rodeando los destacamentos para no ser encontrado se
acercaba a los pueblos y ayudado por sus amigos sobreviv�a.
Seg�n algunos dicen, se apareci� despu�s de m�s de un a�o.
En ese lapso de tiempo el mismo grupo de gauchos y soldados
que �l hab�a abandonado en Los palmares hab�a estado
licenciado porque hubo un acuerdo entre liberales y
autonomistas, y fue luego convocado nuevamente para una
batalla. Los hechos se confunden en este punto: algunos
recuerdan que lo sorprendieron en el monte, otros dicen que
se present� ante el mismo Coronel Zalazar de entonces,
cuando �ste llam� a sus hombres, momento en el que se le
pregunt� por sus motivos para desertar.
En lo que todos coinciden es en
la explicaci�n de Gil. �andeyara, dios guaran�, le hab�a
dicho mientras el dorm�a que no hab�a razones para pelear ni
agravio que vengar, tras lo cual decidi� tomar sus cosas (y
no otras) y salir al monte caminando, acompa�ado de dos
compa�eros que al escuchar lo que �l dec�a del mensaje
divino decidieron seguirlo. Sin embargo, parece que su
explicaci�n no fue suficiente, fue mandado a Mercedes y
desde all� deb�a ser trasladado a Goya para ser juzgado en
Tribunales de la jurisdicci�n. Se entreg� mansamente y
maniatado emprendi� el viaje con cuatro soldados. Conoc�a su
destino.
Los vecinos al ir enter�ndose se
preocuparon, era sabido que la mayor�a de los presos no
llegaban a Goya, eran muertos antes, en el camino. Episodios
que generalmente se justificaban como intento de fuga y un
avenido tiroteo terminaba con la ca�da y muerte del preso.
Entre los que se enteraron de
los hechos, estaba Vel�zquez, un coronel veterano guaran�
que conoc�a a Gil, a quien consideraba noble y honesto, y de
quien dec�a que era conocido como hombre bueno, justo y
conjurado cuando las circunstancias lo requer�an. Pensando
en estos hechos, se present� ante Zalazar para pedir por �l.
Zalazar pidi� entonces que si sus palabras eran ciertas le
hiciera llegar 20 firmas de personas conocidas del pago de
Mercedes y el daba su palabra de dejarlo en libertad junto
con el perd�n. Dicho esto Vel�zquez junt� las firmas y
Zalazar cumpli� con su palabra.
Pero la nota remitida a la
ciudad de Mercedes lleg� tarde. Gil y los soldados ya hab�an
salido para Goya. Y al llegar al cruce de las picadas, a
unos 8 km., un poco m�s de una legua, al norte de Mercedes,
los tres soldados, un sargento y el prisionero Antonio Gil
hicieron un alto en el camino, para descansar los caballos o
para cumplir otros fines; la historia parece confirmar que
fue lo segundo: ning�n prisionero llegaba a destino en esa
�poca.
Apelando a la bondad de estos
sargentos y soldados les pidi� que no lo maten, que la orden
de su perd�n esta en camino. No lo escucharon y el agreg�:
Vos me estas por degollar, pero te digo algo m�s: cuando
llegues esta noche a Mercedes, junto con la orden de mi
perd�n, te van a informar que tu hijo se est� muriendo de
mala enfermedad y, como vas a derramar sangre inocente,
invocarme para que interceda ante Dios Nuestro Se�or, por la
vida de tu hijo; porque sabido es que la sangre del inocente
suele servir para hacer milagros�� Cuentan que el sargento
no crey� en sus palabras, en cambio cre�a que Gil estaba
asustado y delirando del miedo o diciendo cualquier cosa
para salvarse.
Despu�s de esto lo mataron.
Sobre su muerte se cuentan muchas cosas m�s. Algunos dicen
que tal vez lo ataron a un �rbol y le dispararon pero las
balas no le entraron en el cuerpo tal como dice otra
creencia popular que afirma que quien lleva un amuleto de
San la Muerte no le entran balas en el cuerpo. Antonio Gil
precisamente llevaba para su protecci�n un amuleto de este
�santito�, como �l le dec�a.
Tambi�n se dice que lo colgaron
de los pies y con el mismo cuchillo de Antonio Gil, el
sargento cort� su yugular. Otros dicen que llegado al lugar,
el sargento orden� que los soldados lo colgaran y all� lo
degoll�.
Lo cierto es que muri� brutal e
injustamente siendo adem�s inocente. Despu�s de este momento
sus matadores regresaron a Mercedes y se enteraron de la
verdad de las palabras de Gil. El sargento record� sus
palabras y solicit� permiso para visitar a su familia; al
llegar a su propia casa recibi� la noticia de la gravedad de
su hijo, con fiebre alt�sima y sin salvaci�n.
De rodillas le pidi� al Gauchito
que intercediera ante Dios para salvar la vida de su ni�o y
le suplic� perd�n por sus actos. A la madrugada el milagro
hab�a sido concedido y el sargento lleno de alegr�a
construy� con sus propias manos una cruz con ramas de
�andubay y se dirigi� caminando hasta el lugar donde hab�a
matado al Gauchito.
Desde ese momento y hasta hoy se
hace un alto en el camino para pedir y dar gracias a Dios,
por su intermedio. Los peregrinos y promeseros desde
entonces son cada vez m�s numerosos. Son multiplicados por
miles las personas que se cercan a visitar al santo, a tocar
su Cruz de Madera, prenderle una vela colorada o plantar una
tacuara con una bandera colorada con los nombres de las
personas a las que se le pide que proteja o para dar
testimonio del milagro realizado por el Gauchito. Tambi�n se
suele estampar en una placa el agradecimiento que perdurar�
por siempre en el recuerdo de los tiempos.
En ese mismo lugar sus milagros
empezaron a sucederse y la gente que ya cre�a en �l como en
un una buena persona, sensible, afanoso por lograr la
justicia en sus actos e inspirarla en los ajenos, amante de
la libertad y de la vida, orgulloso de su estirpe y su
tierra, de su gauchaje, aquel del que era parte, dolida por
su asesinato lo acompa�� y vio con asombro y devoci�n que su
gracia estaba con ellos. Los pedidos se acumularon y las
bendiciones y milagros comenzaron a llegar. Que aqu�, que
all�, un nuevo promesero nac�a, su fe se extendi� y ya no
s�lo Mercedes es su cuna. Cada lugar donde se lo recuerda,
se le agradece, se le pide, es su casa. Su nombre y sus
colores acercan, la fe hermana en un culto sin fronteras.
De la santificaci�n popular
A partir del mismo d�a en que el
sargento llev� la cruz hasta el lugar de la muerte del
Gauchito, fue el comienzo de lo que com�nmente se llama
�Santificaci�n Popular�, santificaci�n que obra por voluntad
del pueblo. Por ello hasta no recibir oficialmente la
canonizaci�n y posterior santificaci�n a cargo de los
representantes del la Iglesia Cat�lica, a estas almas que
interceden ante el Alt�simo por todos los promeseros, se las
incluye en los que se denomina Santoral Profano o Ap�crifo.
As� sucede con la Difunta Correa, San La Muerte, L�zaro
Blanco y miles de hombres y mujeres milagrosos que fueron
elegidos por la gente como sus cuidadores. El Santoral
Pagano de Corrientes tiene adem�s a Olegario Alvarez
conocido con el apodo de �El Gaucho Lega�; Francisco L�pez
cuya veneraci�n es conocida como la �Cruz de Francisco
L�pez�, San Antonio Mar�a, Aparicio Altamirano, Pedro
Perlait� y otros.
La Iglesia Cat�lica cuenta
varios requisitos para pensar en una santificaci�n, como por
ejemplo que el culto perdure m�s de 100 a�os, el afecto y la
demostraci�n de la adoraci�n del pueblo, sus milagros, etc.
Los milagros del Gauchito Gil han sido y siguen siendo
demostrados, los promeseros son cada d�a m�s, crecen los
agradecimientos y se renuevan los pedidos. La santificaci�n
del Gauchito Antonio Gil o como se lo llama en lengua
guaran� �Curuz� Gil� es un hecho. El pueblo lo nombr� su
intercesor y sabe que encontr� a un fiel compa�ero y
benefactor, un santo popular.
Florencio Godoy Cruz, un poeta,
escribi�
�A la muerte de Antonio Gil�
No asomar�n a sus ojos el fuego
de los luceros
ni el pay� de su mirada su
enemigo detuvieron.
Le dio su propio cuchillo al fin
su fiel compa�ero
Y hubo un silencio profundo en
el monte espinillero.
Yo te perdono, chamigo, y en
se�al de compa�ero
cuando llegues a tu casa el hijo
no estar� muerto.
Callaron p�jaro y viento en el
monte espinillero.
Colgado est� de los pies
degollado el pai ubrero.
Y est� la cruz que trajera quien
dio el tajo al prisionero
cuando hall� al hijo ya muerto,
resucitado en Enero.
C�mo encontrar su lugar de
peregrinaci�n
En su lugar de peregrinaci�n,
donde se lo recuerda, reza e implora al Gauchito se
encuentra adem�s de su mausoleo, un oratorio donde se puede
leer una copia de un chamam� que lleva la poes�a de una
poeta correntina y m�sica del chamamecero Roberto Galarza.
La obra se titula �Injusta Condena� y dice:
En esa cruz del camino
moj�n de vida y de muerte
siempre estuvo un espinillo
custodio fiel de tu muerte.
El viento acun� banderas
enastadas en tacuaras
y en esas rojas lumbreras
tu pueblo reza ante el ara.
(Estribillo)
Te ofreciste al Redentor
para aliviar sufrimiento
y ver tu pueblo contento
en un milagro de amor.
Antonio Gil te llamabas
gaucho noble de alma buena
tu vida se vio tronchada
por una injusta condena.

En este chamam� que ha llevado
por el mundo la buena nueva de este milagroso ser, se nos
cuenta un poco c�mo era el lugar que seguramente lo vio
pasar tantas veces y un d�a lo acun� al morir. Su lugar est�
cercano a un cruce de caminos ( hoy las rutas Nro. 123 y Nro.
119), en el campo, a 8 kil�metros de la ciudad de Mercedes,
antiguamente llamada zona del Pay-Ubre, donde hab�a y hay
espinillos, algarrobos, �andubay, �rboles y arbustos de la
regi�n. Uno de ellos fue el elegido para cometer la matanza
y en lo que qued� de �l se recuerda ese triste momento.
Rodeado por su monumento,
lugares de agradecimiento construidos por sus promeseros
como un escenario donde se baila en su honor, el oratorio, y
otras instalaciones est� el esp�ritu del Gauchito, conocido
en los Esteros del Iber� desde el mismo momento de su muerte
como milagrero y milagroso.
La ca�as tacuaras que alzan la
bandera que lo identifica dan colorido al paisaje agreste y
c�lido correntino. Son llevadas por sus promeseros como
se�al y testigo de sus milagros y se aprecian desde lejos.
De otros milagros
Desde el momento en que se
comparti� la existencia del milagro del hijo del sargento
que le hab�a dado muerte, el lugar se transform� en un
incesante ir y venir de promeseros que lo visitan. Cuentan
que era tal la cantidad de promeseros que iban y le prend�an
una vela que el due�o de la estancia, por miedo a que se
incendiara el campo hizo tr�mites para llevar su cuerpo al
cementerio local. Este hombre tenia un buen pasar, linda
familia, buena salud pero desde el momento en que pide que
el oratorio encuentre nuevo lugar su bienestar empez� a
decaer. El estanciero enfermo y se cree que uno o dos de sus
hijos murieron tempranamente, la hacienda se apestaba, los
campos se secaban mientras los campos vecinos florec�an con
el verde divino de los esteros del Iber�. Los m�dicos nada
lograron hacer por lo que consult� a una mujer para que lo
�curara�, quien le dijo que el �nico remedio que tenia para
su mejor�a era traer nuevamente el Oratorio de Antonio Gil
que hab�a mandado sacar de sus tierras. Tras escuchar estas
palabras el estanciero orden� inmediatamente construir un
mausoleo junto a una cruz que mand� tallar. Ese t�mulo o
mausoleo es el que actualmente se conserva debajo de un
tinglado (techo de chapa de acero) que lo preserva de las
inclemencias del tiempo. Los restos mortales de Antonio Gil
quedaron en el cementerio local y la veneraci�n volvi� a
realizarse en el lugar de su muerte, lugar que el due�o del
campo cedi� generosamente para que se puedan construir
comodidades que alberguen a tantos peregrinos que frecuentan
el lugar. Tambi�n alej� el alambrado hacia adentro del campo
para que el fuego de las velas no pudiera da�ar los pastos y
�rboles. A partir de ese momento el estanciero se mejor�, la
salud de los integrantes de su familia no tuvo mayores
sobresaltos, la hacienda se cur� y el campo recuper� su
verdor. En agradecimiento, el estanciero plant� una tacuara
con una bandera colorada, divisa que identificaba a Antonio
Gil. (Algunos cuentan que la bandera que puso el estanciero
era de color celeste y que la curandera que lo aconsej� puso
junto a ella una de color rojo, color de preferencia del
Gauchito.) Las tacuaras y banderas se multiplicaron igual
que los pa�uelos y las cintas del mismo color. El mausoleo es
de piedras del lugar y esta recubierto de mensajes, placas,
cuadros, fotos, que se hermanan en el agradecimiento.
Distintas lenguas, historias, culturas, son testimonio de la
gran fe que despierta su esp�ritu.
C�mo pedirle al Gauchito Antonio
Gil
La manera de pedirle favores al
santo es de lo m�s variada. Est�n los que le prenden una
vela colorada y le hacen el pedido. Otra manera es escribir
en una cinta de raso colorada el pedido y colocarla por la
noche en un cruce de caminos, apoyada en la rama de un
�rbol, de un alambrado o en un palo clavado en la tierra (si
es una ca�a tacuara es mejor, caso contrario una ca�a com�n
o un palo de madera). Se enciende una vela colorada, se toma
una cinta colorada y se la hace pasar, todo el largo de la
cinta, de un extremo a otro entre los dedos, a modo de
rosario, all� en ese momento se le hace una oraci�n al
Gauchito, se le pide que interceda ante Dios por nosotros, y
al finalizar se rezan un Padre Nuestro, un Ave Mar�a y un
Credo. Luego toman la cinta y la llevan a un cruce de
caminos, cerca de un �rbol, si las condiciones lo permiten,
se enciente una vela colorada. Hay personas que le encienden
una vela colorada en un cruce de caminos y le hacen el
pedido all�. Otra forma de hacer un pedido es realizando una
novena comenzando un d�a lunes.
Oraci�n al Gauchito Antonio Gil
OH! Gauchito Gil
Te pido humildemente
Se cumpla por intermedio
Ante Dios, el milagro que te
pido:
Y te prometo que cumplir�
Mi promesa y ante Dios
Te har� ver,
Y te brindar� mi fiel
agradecimiento
Y demostraci�n de Fe
En Dios y en vos
Gauchito Gil
Am�n.
Datos
En nuestros d�as el Santuario de
la Cruz Antonio Gil cuenta con una importante
infraestructura, fruto de donaciones recibidas. Con ellas se
han realizado por ejemplo trabajos de instalaci�n el�ctrica,
agua potable, ba�os para damas y caballeros, parrillas,
aleros, delimitaci�n de zona para acampar, etc. El Santuario
es administrado por el Centro Recreativo Devotos de Antonio
Gil, asociaci�n legalmente aprobada por el decreto Nro. 2485
firmado en 1988 por el entonces Gobernador doctor Ricardo
Leconte y el Ministro de Gobierno y Justicia doctor Mario
Ram�n Branca.