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CULTURAS DEL CHACO
 

Guaycurúes

Los Guaycurúes eran un grupo de pueblos indígenas de origen patagónido. Ellos se dividen en: Abipones, Mbayaes, Payaguaes, Mocovíes, Tobas y Pilagaes. De estos grupos actualmente sobreviven los Mocovíes, Tobas y Pilagaes: en Chaco y Formosa

Abipones: se ubicaron en las riberas norte del curso inferior del río Bermejo. Según el padre Dobrizhoffer los Abipones se dividieron en 3 grupos:

  • Rikahé: gente de campo
  • Nakaigeeterhé: gente del bosque
  • Jaaukanigá o Yaaukanigá: gente del agua.

La llegada de caballos cambió los hábitos de los abipones, en especial incrementó sus instintos guerreros. Primero atacaron los indígenas vecinos y luego los asentamientos blancos.

Guerreros mocovíes: habitaron la zona de Santiago del Estero y fueron igual de belicosos que los abipones. Entre los ataques a las colonias españolas, sufrieron sus embates Salta, San Miguel de Tucumán y hasta Córdoba. A comienzos del siglo XVII se radicaron en el sur del Gran Chaco y fue Santa Fe su blanco predilecto.

Los Tobas: ocuparon casi toda la provincia de Formosa. Como los otros pueblos Guaycurúes, adoptaron el caballo a lo largo del siglo XVII.
Dejaron sus hábitos sedentarios y se convirtieron en nómades montados.
Según el lugar en que se encontraban los Tobas adoptaron diferentes nombres:

  • Tobasminí (pequeños tobas): habitaron el Chaco Paraguayo.
  • Tobas-Guazú (grandes tobas): habitaron la región argentina
  • Pilagaes: continúan viviendo en la parte central de Formosa, sobre la margen derecha del río Pilcomayo, en la anegadiza región del estero Patiño.
  • Otros pueblos fueron: los Takshik, Lañagashik y los Shiuwik.

Datos generales: eran de gran estatura y de fuerte complexión física, tal los grupos patagónidos.
Las distintas se organizaban en grupos o bandas, de unas cien personas, dirigidas por un cacique; este cacique era colaborado por un consejo de ancianos. El cacique sólo podía dar órdenes en caso de guerra, no tenía poderes absolutos. Era un cargo hereditario siempre y cuando el hijo mayor de éste se destacase como orador y guerrero.
La tierra fue de propiedad común y cada tribu tenía un territorio de caza, cuyos límites eran respetados rigurosamente. 

Economía: su principal actividad fue la recolección y los frutos a recoger dependía de la región: los pilagaes buscaban el fruto del algarrobo, del chañar, del mistol, la tusca y el molle; a veces el higo de tuna, ananás silvestres, porotos del monte, cogollos de palmeras y algunas raíces.

Distintos hábitos
: el padre Canelas, sacerdote que convivió con los Mocovíes en el siglo XVIII, contó un curioso caso: se alimentaban con langostas, y cuanto más pequeñas, mejor. Las langostas fueron una plaga, y ellos mataban las más grandes simplemente ensartándolas con una vara; a las pequeñas las guardaban en botijos especiales y - al llegar a la aldea - se las colocaba en un recipiente con poca agua, hasta que se convertían en una especie de margarina que posteriormente calentaban.
Fueron expertos cazadores y pescaron con arco y red.
Las armas guaycurúes fueron el arco, la flecha con punta de madera o hierro, la lanza de hasta 4 metros y la macana.
Vestían chaquetas de cuero y usaron las boleadoras para cazar ñandúes. Usaron arpones para guerrear.

Valentía: fue su máximo orgullo. Para un bravo eran todos los privilegios, los forasteros sabían de su valor cuando veían las cabezas de sus enemigos muertos, clavadas en picas, delante de sus chozas. Iban a la guerra por diversos motivos:

  • Económico: obtenían ganados y esclavos.
  • Venganza: para cobrarse un ataque, sorprendían al enemigo tomando prisioneros.
  • Gloria personal: vencer a un enemigo poderoso era lo máximo para este pueblo, allí la explicación de excursiones a provincias como Jujuy.

Familia y religión: eran básicamente monogámicos, pero los caciques practicaron la poligamia. Los Tobas entregaban una especie de dote, mientras los Abipones, compraban a la novia.
Fueron animistas (animales u objetos animados por espíritus que habitan en ellos) y usaron la magia para la cura.

Matacos y Chorotis

Cabe hacer una aclaración comentada en la publicación "Musica Tradicional Argentina" . Ana María Locatelli de Pérgamo (Musica Tradicional Argentina, pág. 20) cita: Magrassi, Guillermo (1989:79/80): "fueron llamados mataco por los españoles. Es palabra castellana vieja que significa 'animal de poca monta... sin importancia'. Wichí en nomenclatura etnográfica significa GENTE".

Ubicación y datos generales: hace 100 años las aldeas matacas y chorotís se encontraban a lo largo de los ríos Pilcomayo, Bermejo, Teuco, Yeguá y Vega Quemada; en la actualidad habitan el oriente de la provincia de salta y occidente de Chaco y Formosa.
Los Mataco-Maccá agrupan a los Matacos (Wichis), Chorotís, Ashluslay y Maccaes. En el territorio argentino sólo quedan Matacos y Chorotís.
Son del tipo racial patagónido con influencia andina y brasílida. Su economía era básicamente de recolección y de pesca. 

Armas y algo más:  para pescar usaron el palo bobo, un palo hueco, de unos cinco metros de largo, y se componía de una vara en cuyo extremo se ataba una varilla de palo blanco sobre la que se colocaba la punta del arpón; esta punta podía ser de cuernos de vaca o de venado. Algunas otras armas fueron la macana, el arco, flechas y la lanza.

Vivienda y hábitos alimenticios: era una choza de forma cupular hemisférica hecha de ramas y paja y medían 3 metros de diámetro por 3 de alto. No tenían puertas.
Solían comer carne, por lo general mal asada, charqui de pescado, frutas de algarrobo, poroto del monte (que necesita hasta 7 ebulliciones para ser comestible) y la sal, cuando escaseaba, la obtenían de los europeos o en comercio con tribus vecinas, a veces la extraían de una planta del género salicornia que crece en terrenos salitrosos; para ello acarreaban cantidades regulares de este  vegetal y lo calcinaban, amasaban las cenizas con agua formando bollitos que luego raspaban sobre la comida para sazonar.

Pequeños vicios: además de las bebidas, el gran vicio de estas tribus fue el tabaco, secaban las hojas al fuego y luego, desmenuzándolos entre las palmas de las manos, lo fumaban en pipas, que podían ser de madera o de barro cocido.
Para encender el fuego, usaron el viejo método de la giración, para ello usaban un palo corto de suncho, en el cual hacían con cuchillo un hoyuelo con una muesca lateral, y dentro de este hoyuelo hacían girar rápidamente un palillo de bejuco engastado en la culata de una flecha; el indio afirmaba con los pies el palo de abajo y entre las palmas de las manos extendidas hacía girar velozmente el astil de la flecha presionando fuertemente hacia abajo; cuando las manos llegaban abajo volvían a correrlas para arriba y repetía el movimiento y la presión, a pocos segundos los palos se calentaban y con el frote comenzaban a quemarse; el suncho se desgastaba rápidamente y cuando el bejuco llegaba a la médula del suncho el aserrín salía ya incandescente y humeante. Entonces el operador recogía sobre el aserrín pajuelas u hojas secas, las soplaba y aparecía una débil llama... luego se agregaban más ramas y se lograba la hoguera.

Vestimenta y creencias: usaron el clásico quillango patagónico, hecho con pieles de nutria, venado o zorro, cosidas entre sí; la parte peluda iba para adentro.
Creyeron en numeroso espíritus que llamaron wichis, los chamanes (brujos), obtenían su poder de ellos.
Creían que los espíritus habitaban en los alto de los árboles de la selva. Tan es así, que los cadáveres se depositaban en una plataforma construida en las copas de los árboles. Tenían el cuerpo hasta que se descarnaba y luego ponían los huesos en una fosa hasta que quedaran limpios, una vez pelados del todo los huesos, los depositaban en urnas funerarias.
Creían que la muerte era producto de un maleficio. Los deudos damnificaban la pérdida con la venganza o con el quebrantamiento del cadáver con un palo o hacha para matar al mal espíritu que se había metido en el cuerpo.
 

Chiriguanos       

Llegada: los Chiriguanos entraron al Chaco Salteño a mediados de 1500, superponiéndose a los pueblos de origen andino que ocupaban el territorio. Llegaron a la zona con el conquistador portugués Alejo García. Los chiriguanos, de origen brasílido, adoptaron las culturas andinas, más fuertes y sofisticadas.

Organización económica: se basó principalmente en la agricultura, y cultivaron el maíz, porotos, calabazas, mandioca dulce, sorgo, melones y algunas frutas. Para ahuyentar los loros de las sementeras ponían sobre estacas las máscaras de carnaval que deshechaban después de las fiestas. Para almacenar las cosechas, construían graneros sobre pilotes.

Vivienda: las primeras viviendas chiriguanas fueron de planta circular con techos cónicos; dentro de la choza entraban hasta un centenar de individuos, a fines del siglo XVIII, se observa un cambio en las viviendas adoptando otras más pequeñas de planta rectangular con techo a dos aguas; las paredes eran de palo a pique y barro mezclado con paja, mientras que la techumbre era sólo de paja.
Estas chozas rodeaban una plaza formando la aldea.

Política: tenían jefes poderosos con poder casi absoluto y se diferenciaban: los que gobernaban una aldea de los que lo hacían con un grupo de aldeas; la jefatura era hereditaria y la genealogía de los caciques se recordaba hasta la 3a o 4a generación. Además de gobernantes, los caciques eran jueces, jefes de guerra y únicos poseedores de la tierra.

Religión: estuvo muy ligada con la de los Tupí-Guaraní. El personaje más importante era el payé o médico, la enfermedad se consideraba causada por envenenamiento y para curarla, el payé entraba en trance para que su espíritu desencarnado destruyera el alma del individuo mal intencionado que atacaba a su paciente. Los cadáveres se enterraban dentro de grandes urnas.

 
 
 

 

 


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