"No
es casual que ningún poeta, periodista, publicitario ni
agente de turismo haya acuñado todavía la frase que
defina
a
Córdoba en pocas palabras. La "Córdoba de las
Campanas", como la llamó Capdevilla a su
capital, o la del indio
"Bamba", de Ataliva Herrera".
El
paisaje agreste en sus sierras, pero se vuelve
industria en el humo de sus chimeneas
y cultura en sus
claustros universitarios. En la sierras conviven el pan
casero, con las luces de los nightclubs. Esta
diversidad demuestra el empuje más acabado que
transformó esta provincia. Ya no es más la Córdoba de
los paseos en burrito, la peperina y los alfajores,
todo esto sobrevive porque es tradición, pero contrasta
con los diques, los aviones, las fábricas de
automóviles etc. No es mucho lo que se conoce de los
primitivos habitantes cordobeses, aparte de sus hábitos
y costumbres, según afirma Francisco de Aparicio- eran
"pálidos y barbudos, como cristianos, que vivían en
cuevas y no usaban ponzoña en las flechas". Jerónimo
Luis de Cabrera hacia el año 1571, fue nombrado
Gobernador, Capitán General y Justicia Mayor de las
provincias del Tucumán, Juries y Diaguitas por el
virrey del Perú, pero este pomposo título, le implicaba
obligaciones variadas entre ellas fundar pueblos y
ciudades. Así que entonces allá por los primeros días
de Julio de 1573, llega a un sitio que los indios
llamaban "Quizquizacate" (encuentro de los ríos, en
lengua sanavirona), lugar ideal para plantar un
poblado, pero sin embargo decide buscar un sitio más
elevado y protegido por un río - Suquía-
Ie llamaban los aborígenes, allí sí, clavó el
acta de fundación entre otros actos, una cruz de
madera, leyó el acta y entonces nació Córdoba de la
Nueva Andalucía.
El territorio
cordobés ofrece un paisaje cambiante, con sierras que
se yerguen en la llanura, zonas áridas como Pampa de
Achala. (escenario que actuó el cura Brochero), o
asombrarse frente a la altura del cerro "Los Gigantes",
hasta recorrer la fertilidad de una región como
Ascochinga. La provincia limita al norte con Catamarca
y Santiago del Estero, al Este con Santa Fe, al Sur con
Buenos Aires y La Pampa, al oeste con San Luis y La
Rioja. Aunque su geografía combina maravillosamente lo
agresivo del encanto de las montañas con el sosiego de
la llanura aquí viven, sufren y trabajan sus
habitantes, quienes realizan un gran esfuerzo por
mantener a Córdoba entre las primeras provincias de la
República Argentina, estadísticamente. Dura ha sido la
tarea que realizó el hombre, para domar esa difícil
naturaleza. Como las fuentes hídricas eran muy pobres,
se comenzó la tarea de construir diques, embalses y
redes de acueductos. Algunos de ellos son La Quebrada,
sobre el río Ceballos,
El
Pichanas cerca de Cruz del Eje, La Falda, en la misma localidad,
El
Cajón en Capilla del Monte, porque Córdoba es la provincia de los diques
grandes, pequeños, para regular crecientes, para
producir energía, para riego o para obtener agua
potable y la necesidad unida a la vocación constructiva
de los cordobeses les hizo dibujar un rosario de
embalses que ninguna otra provincia puede exhibir. La
sierras constituyeron un gran enemigo para los caminos,
y
para
los ferrocarriles también, dos líneas surcan la
provincia este-oeste el Belgrano y el Bartolomé Mitre,
llegan hasta la capital y se internan en las sierras.
Las características del terreno han permitido que la
riqueza ganadera ubicara a Córdoba en el segundo lugar
después de Buenos Aires, abundan cabras, lo vacunos
pueblan la llanura de sur, ovejas el norte y el oeste.
La agricultura también muestra especies propias como
los viñedos de Colonia Caroya, en los campos del sur,
también sembrados de maíz y papa. La región montañosa
en cambio se prodiga en frutas,
ciruelas, naranjas y duraznos. La fabricación de
automotores se inició en la provincia en el año 1951
cientos de miles de automóviles salieron de los
complejos industriales. No fue el oro el único metal
que se encontraba en la montaña, fundido en un cerrado
abrazo con la piedra, también cobre, plata. La
actividad minera siempre exigió grandes inversiones de
acuerdo a la geografía. El manganeso ocupa el primer
lugar, pero además aparecen mármoles blancos, grises,
verdosos, azulados o marfileños. Estos mármoles se
encuentran entre los mejores del mundo. Se calcula que
las sierras albergan toneladas de reserva. |