Durante el siglo XVIII y parte del siglo XIX, quienes
deseaban viajar desde Buenos Aires a las ciudades del
interior, Tucumán, Cuyo, debían atravesar una penosa
ruta, no exenta de peligros. Antes que nada, debía
decidirse si se viajaba a caballo o en carruaje. En el
primer caso el cliente iba siguiendo el camino de
postas consiguiendo caballos de remuda, si lo prefería
llevaba su propia tropilla. Si esto no era de su gusto,
podía viajar en "galera", carruaje de cuatro ruedas,
sin elásticos, suspendido en sopandas de cuero, con una
puerta trasera y asientos como para seis u ocho
personas. Pero hasta mediados del siglo XIX en que se
estableció el servicio de mensajerías, quienes deseaban
viajar de esta forma debían adquirir el carruaje o
alquilarlo. Así, pues quienes no tuvieran tantos
recursos ni prisa por llegar, podían convenir su viaje
con el capataz de alguna "tropa de carretas", le
aguardaban largos días, con sus noches al tranco pesado
de los bueyes, no se encontraría tan insoportable el
camino si se sabía descubrir los infinitos encantos y
la grandeza del cielo. Plaza de las Carretas. .Viva la
Confederación Argentina,. Mueran los salvajes
unitarios. El sábado será fletada una tropa de carretas
con frutos de ultramar, yerba, azúcar, hierro etc., Con
destino a Salta, por el camino de postas. Los
interesados concurran a la plaza del hueco de Salinas,
donde para tratar encontrarán al capataz Braulio Funes
". Más o menos así decía este aviso anacrónico de la
"Gaceta Mercantil" y allá nos vamos, a la plaza de las
carretas a "mercado de frutos" comienzan entonces los
preparativos para partir, los troperos van de aquí para
allá, cada uno desarrollando sus tareas diferentes, el
trajin se va apagando al caer la tarde y entonces junto
a las ruedas se encienden los fogones que entre mates y
consejas ponen un poco de solaz en la vida dura de los
troperos. Cuando los grillos y las estrellas se
desvanecen con la claridad el alba, las faenas
adquieren su ritmo febril y la boyada va llegando del
potrero. La partida de la tropa de carretas tiene un
extraño dramatismo de aventura que nadie sabe con
certeza que día llegara, ni que peligros la acechan más
allá del horizonte. La Tropa de Carretas. Por razones
económicas y de seguridad las carretas nunca iban
solas. Van en caravanas de unas 50 agrupadas en
escuadras. Cada una lleva bueyes de remuda y de consumo
y los caballos necesarios, secundan al capataz tres
ayudantes, seis boyeros que cuidan la hacienda, un
maestro carpintero que cuida la salud de las carretas y
carreteros o picadores que atienden los bueyes de cada
vehículo. Las carretas avanzan en hileras, cualquier
bache las sacude y les arranca chirridos que se oyen
desde muy lejos. ¿Cómo es una Carreta? Ya es hora de
hacer un descanso y el capataz ordena hacer un alto
junto a un arroyo. El sol fuerte fatiga a los bueyes,
las carretas se han estacionado formando un círculo,
las bestias son llevadas por los boyeros para que coman
y beban, mientras tanto los carreteros buscan un lugar
para descansar. Sus ruedas de dos metros de diámetro
retobadas con cuero. La caja está formada por una viga
o timón de más de 6 metros de largo llamada "pértigo" y
otras dos mas reducidas, unida a aquella mediante varas
llamadas "teleras", los costados y el techo cubiertos
de junco tejido , paja o totora, sobre un esqueleto de
varas de mimbre, a esto se le llama" quincha "y se
cubre con cueros de toro con el pelaje hacia afuera
para protegerlo de la lluvia. En las carretas no se
encuentra hierro alguno, ni un sólo clavo, todo es
madera. Las carretas mendocinas son diferentes a las
tucumanas, las primeras son más anchas puesto que en
sus viajes no atraviesan caminos estrechos, ni montes
espesos. Los Bueyes. Los boyeros arrean las bestias y
las ubican en cada yugo, atándoles fuertemente las
astas con las "coyundas" o tientos, a ellos suman una
yunta de bueyes llamados "cuatreros del medio" y otra
más" cuatreros delanteros", a una distancia de dos
metros y medio entre sí. Listos entonces para partir,
entre silbos y rezongos los bueyes empiezan a tirar,
acicateados en las ancas con las pican as del
carretero. La" picana de cuarta ", es una larga caña de
tacuara de cinco o seis metros de largo adornada con
plumas de ñandú, con una aguda punta, ésta llega a
alcanzar a los" cuatreros del medio ", para los
pertigueros, lleva una picana corta" picanilla ". Todo
está previsto para que los bueyes lleven la carreta a
destino. Cosas de la Huella. El aguacero ha sido tupido
y el campo luce húmedo, color esmeralda, se respira el
aire a lluvia, el pantano del cañadón se presenta como
un desafío al paso. . i Hay que cuartear con dos yuntas
de rocines! -
ordena el capataz. Los bueyes" rocines" tienen fama por
su tenacidad para vencer los obstáculos, son capaces de
cruzar el río hocicando el aire apenas sobre el agua.
En efecto cruza la tropa la cenagosa trampa del
pantano. El grito intempestivo del chajá anuncia la
presencia del malón. Los salvajes haciendo temblar el
aire con sus alaridos se acercan en tropel infernal y
circundan varias veces la tropa de carretas, luego se
alejan entre una polvareda fugitiva. El peligro ha
pasado. Pero un boyero ha muerto, los demás
entonces lo sepultan junto al camino y clavan una cruz
junto al camino. Las carretas parten ante la orden
impuesta por el capataz,
tambaleantes siguen su camino y la cruz de palo cada
vez más pequeña y lejana, se pierde en
la inmensidad.
Información extractada de Enciclopedia Estudiantil.
Editorial Codex S.A. Colaboración de la Sra. Prof.
Celia Pavón. Peña" Hilos de
Plata". Gracias!!! |