Fértil, como el rojizo y selvático suelo nativo la imaginación guaraní pobló de criaturas fantásticas la espesura, o las hizo protagonistas de innumerables leyendas. En ese aspecto el acervo Misionero es riquísimo, no obstante que en muchos casos las creencias han sido olvidadas o se han perdido con la desaparición paulatina de los aborígenes. Juan B. Ambrosetti es quien más prolija mente registró el cúmulo de personajes fantásticos que pueblan la espesura misionera, y comparten el reinado de Caa Yarí, la diosa de los yerbales. Quien frecuenta los arroyos y se dedique a pescar, tal vez se encuentre con u-porá, fantasma del agua que puede asumir forma humana o animal, él protege el río y a sus habitantes. En la selva moran los espíritus que se transforman en pájaros y molestan a los pobladores, y también angüe-mbais desdichadas almas en pena que suelen asustar a los viajeros saliéndoles al paso. Yanuario en cambio, es un fantasmón bondadoso que ayuda a encontrar objetos perdidos, colabora en los rodeos atajando la hacienda igual que el Negrito Pastoreo que ayuda con la sola ofrenda de una vela. Caaporá ayuda a los cazadores, guiándolos hasta la presa, pero a veces cambia de parecer ahuyentando la caza. Entre los protectores de la fauna uno de los duendes más populares es el Pombero, se especializa en cuidar pájaros y recorre la selva a la hora de la siesta, el yasí-yateré vive en el bosque y rapta a los niños aunque suele devolverlos indemnes. Los Tesoros Soñados. De todos los personajes fantásticos, ninguno es tan temido como el yaguareté-aba, un indio viejo que por las noches se transforma en tigre. Esta creencia fue inspirada por el temor que infundía el yaguareté a los indios, verdadero rey de la selva. Hay muchas otras leyendas de origen distinto que se refieren a tesoros y riquezas ocultos. Tras la expulsión de los Jesuitas se afirmó que habían ocultas en la región fortunas fabulosas en oro, plata y joyas. La posibilidad de hallarlas impulsó a los aventureros a realizar distintas excavaciones, algunos de ellos azuzados por las mismas autoridades, pero jamás se encontró nada, causándoles a varias reducciones destrozos graves. Algunas creencias conservan plena vigencia como la que convirtió al "Cerro del Monje" en meta anual de fervorosas peregrinaciones. Según cuenta la leyenda, tras la desaparición de los Jesuitas un religiosos siguió viviendo en el lugar, donde hizo surgir un manantial apoyando su báculo (Cayado), su muerte se produce en el año 1825, y el sitio donde se cree descansan sus restos se convirtió en Santuario, allí acuden los peregrinos en Semana Santa. A la vera de los caminos es común encontrar cruces de palo que 105 pobladores dedican a quienes han sufrido muerte súbita, los brazos de palo sostienen un trapo blanco se trata entonces de curuzú-yeguá, son pocos 105 que por allí pasan sin dejar alguna ofrenda como flores, velas o tan solo piedras. Casi todas las cosas de Misiones desde la historia hasta las leyendas y creencias, se relacionan directamente con el denso universo de la selva.

Información extractada de la Enciclopedia Argentina Editorial Abril, Educativa y Cultural. Editor César Civita. Avalada por el Instituto Geográfico Militar.


Marta